Loca, Demente, Enferma Así me llaman en este lugar, un lugar donde defenderse está más que prohibido, un solitario y decadente hospital Mental que aterraría a cualquiera. Incluso a los más cuerdos. No miento cuando digo que su presencia es real, que su risa es espeluznante, que su gélido aliento me sofoca y que hiela mi sangre cada vez que sus finos y fríos dedos se deslizan por mi cálida piel. ¡No estoy imaginando nada! Pero, ¿Quién le cree a los locos?