F R A G M E N T O S. Uno, de muchos. ¡Qué suerte! Me refugie en su pecho, percibiendo el aroma de su piel, abracé intensamente su figura, y olvidé el mundo; ¡Qué suerte! aquí estás, pegadito a mí, haciéndome feliz, abrazándome, con sus brazos fornidos, cautivándome con una sonrisa; mirándome con mansedumbre, apretando mis mejillas con suavidad; amándome sin reproches, y haciendo de esto, La pura realidad. ¡Vaya! Ya tenerte, no es necesidad, porque te tengo, y sin duda alguna, curaste mi ansiedad.