La Amanda siempre había tenido un lema junto a sus mejores amigas: "nunca enamorarse de un saco de wea" (esto incluía flaites, pelaos y weones con polola), debido a lo mal que les había ido en el amor. Lamentablemente, la Amanda se enamora como weona del chiquillo del cuarto medio A, El Tomás, un weon que estaba más funado que los aclamados benjamines por las confes del liceo, donde se le dominaba como un pelao básico y rasca, pero entero rico. El Tomás queda loco cuando cacha quién era la Amanda, a pesar de tener a todas las regias oficiales locas por él. En esta difícil travesía, podemos ver cómo dos polos opuestos se enamoran, y hasta las patas.