Mío

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PoV José Luis.

La verdad, todo lo que habia pasado hace un momento atrás, me habia dejado en otra parte de este mundo. Tener a Altagracia tan cerca mío, me estaba costando más de la cuenta, pero tenía que saber controlar este deseo que me brota por la piel. ¿A quién quieres engañar Luis? Si es a ti mismo, estás más que perdido. Ve a contarle eso a otro. Ambos nos habíamos descontrolado completamente y el imbécil de Manuel nos interrumpió. En ese momento todo mi libido y excitación se fueron a la chingada. Cuando Manuel puso el brazo encima del cuerpo de mi mujer, sentí como la ira se apoderaba de mi ser, Altagracia no tenía forma de tranquilizarme. Sabía que si me soltaba, todo terminaría muy mal. El maldito recuerdo de mi ex y mi medio hermano aparecían una y otra vez en mi cabeza, impidiendo poder hacer a un lado la posibilidad de que Altagracia terminará en los brazos de ese vato. Ella se encargó de borrar nuevamente de mi cabeza aquella idea absurda, sus besos y esa mirada completamente penetrante eran mi paz; mi lugar en el mundo. Mi pequeña se había convertido en mi necesidad y si era necesario chingar a mi hermano, pues lo haría.

Después de una sesión intensa de besos y caricias, Altagracia se metió al closet para cambiarse, mientras yo tomaba una ducha. Mi chica se encargó de avisarme que iría por su hermana en lo que yo terminaba para que estuviera lista para desayunar.

-Bueno princesa, ¿Qué te apetece hacer hoy?- pregunté mientras Regina a duras penas terminaba su cereal.

-Pues ahorita quiero dejar de comer- agacha la cabeza sutilmente- pero Alta siempre dice que hay niños que no tienen para comer y que no puedo desperdiciar la comida- me mira y da de hombros.

-Tiene razón, acaricio su cabello, pero si te sientes satisfecha puedes levantarte de la mesa- sonrió- Regina, ve por tu traje de baño, el día está perfecto para la alberca, en la tarde podemos ir por helado ¿Qué te parece?

-¡Que padre Luis!- toma su vaso con jugo y le da un sorbo- me voy a colocar el traje de baño. Luis- se acerca a mi- ¿Querrás jugar conmigo en la alberca? Alta, tú quieres, ¿verdad?

-Princesa, Luis de seguro tiene cosas que resolver, ve por tu traje que aquí te espero- dice Altagracia mirando con cara de preocupación.

-Es sábado amor, mis obligaciones pueden esperar hasta el lunes- le tomo la mano para atraerla hacia mi- hoy y lo que reste de mi vida, quiero disfrutar de ti, de verte feliz con tu hermana.

-Te quiero tanto mi hombre guapo- corre mi silla y se sienta en mis piernas mientras pasa uno de sus brazos detrás de mi cuello- me haces tan feliz. Nunca imaginé que a pesar de todo, la felicidad estaría esperando por mi.

-¿Eres feliz conmigo?- le pregunto.

-Más de lo que puedas imaginarte- se acerca y deposita un beso en mis labios- después de todo, siento que estoy volviendo a vivir. Tu amor está sanando mis heridas más profundas.

-Me hace tan feliz oírte decir eso, mi pequeña- la atraigo un poco más a mi- quiero ser quien borre todo tu dolor, quien te haga sonreír cada día. Te amo Altagracia, te amo.

-Mira- ríe y apoya su nariz en la mía-me estás haciendo sonrojar con tanta palabrería.

-Es que te amo, no puedo ocultarlo-me paro con ella en brazos y hago que sus piernas se enreden en mis caderas- me tienes pendejo Altagracia, loco, enamorado.

-Estás loco José Luis, bájame- ríe, mientra comienzo a caminar- ándale que puede venir Regina.

-Por eso, nos vamos a encerrar aquí- abro la puerta de un closet que se encuentra cerca de la sala y nos encierro ahí. Prendo el farol y me encargo de mirarla detalladamente- Tus ojos, tu boca- paso el pulgar por su labio inferior- toda tú me tienes loco de amor. Ojalá algún día puedas verte como yo te veo- ella me mira y no dice absolutamente nada.

Stay aliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora