Pedacito de cielo

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PoV José Luis.

-Que te quiero, que te deseo, que te necesito solo a ti para ser feliz- le digo besando su vientre.

-Yo también te quiero Luis- me dice mientras acaricia mi cabello- pero una cosa- me mira y levanta una ceja- no vuelvas a hacer ese tipo de "bromas". La neta es que iba a irme y no volverías a verme nunca más.

-Mi amor- poco a poco me impulso con las manos hasta llegar a su altura- no podría separarme de ti ni por un segundo. Altagracia- suspiro- te quiero tanto que no puedes darte una idea de la magnitud de lo que siento por ti.

-Me gusta que me llames así- dice ella y me deposita un beso en los labios- soy tu amor.

-¡LO DIJISTE!- me paro rapidamente y la tomo entre mis brazos- eres mía, toda mía.

-Ya para- dice riendo- no soy de nadie.

-Pero acabas de decir lo contrario pequeña- le sonrío de lado- o ¿Solo me dirás eso cuando estemos en la cama?

-No seas descarado- me acaricia la mejilla- pero podemos hacer un pequeño trato ¿Qué te parece?

-¿Qué tipo de trato? me asustas amor- río por su cara.

-Si ahorita vamos a casa de mi tía Yesenia a buscar mis cosas y las de Regina para luego buscarla en la escuela- hace una pausa breve- prometo en la noche compensarte.

-¿Qué clase de compensatorio?- le tomo el mentón y le di un beso corto pero apasionado- es que mira como me descontrolas pequeña- le digo haciendo alusión a nuestro beso.

-Tienes que calmarte Luis- vuelve a besarme y se levanta dejándome atónito.

-Altagracia, ven aquí- repito su acción algo molesto- no me vas a dejar así.

-Ni se te ocurra tocarme- estira su mano para separarnos- amor, de verdad que no podemos quedarnos todo el día aquí.

-Si podemos, ándale mujer- hago un mohin- un beso para seguir.

-Uno solo, Navarrete- enarca una ceja- no te aproveches.

Me aproximo a ella despacio, como si un león tuviese enfrente a su presa. La tomo entre mis brazos y la apoyo delicadamente contra la pared para observarla un momento; esta mujer me tiene a sus pies. Su rostro angelical, sus labios rosados, hinchados por todo lo sucedido tenían un brillo particular que me incitaban a saborearlos nuevamente, y sus ojos; sus ojos profundos que ocultan tantas cosas. Altagracia para mi es una caja de sorpresas y estoy dispuesto a descubrirlas una a una.

Acaricié su labio inferior con mi pulgar y automáticamente esos dos faroles verdes se cerraron ante mi contacto y soltó un leve gemido. Mis labios instintivamente buscaron los suyos y me apodere de ellos como si no hubiese un mañana. Su lengua abrió paso a mi boca dejándome sin razón, la entrelazo con la mía y juntas se unieron en una danza a la que todavía nos cuesta adaptarnos. El deseo que ambos sentíamos ya se nos hacia difícil de controlar. Agitada, abre lentamente sus ojos, me mira y rompe el encanto de nuestro beso para apoyar su frente en mi hombro.

-Vamos- dice sin darme tiempo a reaccionar y toma su abrigo.

-Pero...- digo y apoyo mi frente contra la pared- eres tremenda pequeña- respiro con frustración.

-Dije uno y te aprovechaste de mi buena voluntad- dice abriendo la puerta de la habitación- te espero abajo- sale con todo el sosiego del mundo.

Calma, calma Luis, lo bueno siempre se hace esperar, me repetía una y otra vez. Estaba preso de sus encantos, de toda ella y la verdad estaba muy a gusto así. Tomé mi camisa, me la coloqué y me miré un segundo la cama toda revuelta. Esa mujer ya no podría escapar de mi lado ni porque quisiera, no se lo iba a permitir. Y allí, caí en cuenta de lo que no quería ver o de lo que todavía me parecía algo ilógico. Estaba perdidamente enamorado de Altagracia. Muy bien Luis, ahora date la cabeza en la pared por ser un bendito loco, "que no me voy a enamorar, no voy a cometer la misma estupidez dos veces". ¿Qué más da? ella es diferente y voy a cuidarla así sea lo ultimo que tenga que hacer. La quiero y no pienso dejarla ir.

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