Volver a ser feliz

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PoV José Luis.

-Descansa pequeña.

Fue lo último que le dije cuando se bajó y desapareció de mi campo de visión. Altagracia habia invadido mi mente y mi corazón en menos tiempo de lo que podía imaginar; como una especie de hechizo. Después de mi ruptura con Estefania, me habia jurado no volver a enamorarme porque no iba a permitir que alguien más jugara con mis sentimientos como lo había hecho ella. Me destrozó por completo y se marchó, pero mi pequeña era distinta, esa mujer necesitaba alguien que realmente la cuide y la ame de verdad , yo estoy dispuesto a eso y a todo lo que tenga que ver con ella.

Genaro condujo hasta casa, el viaje parecía eterno. Por alguna razón mi cabeza no dejaba de pensar en Altagracia, como si algo malo le fuera a pasar. Estaba realmente intranquilo, pero no volvería a insistir y a invadirla, debía comportarme como una persona adulta y con raciocinio... ¿A quién quieres engañar Luis? razón y entender no van de la mano contigo. El coche se detuvo en el portón principal de la mansión, haciendo que me reincorporará y bajara de mi nube:

-Señor¿Volverá a necesitar del coche?

-No, Genaro, puedes guardarlo en el garaje.

-Perfecto, ahorita lo dejo en la puerta y luego lo guardo.

Baje y saque las llaves para abrir, pero mi madre me sorprendió:

-Mi niño ¿Qué tal tu día?- preguntó.

-Mamá- la abracé- pues que decirte, fue un día muy agotador con un montón de papeles que revisar- mentí.

-Le diré a Malva que te prepare un café como te gusta a ti o ¿Prefieres un jugo de frutas?

-Lo que tu decidas está bien para mi. Estaré en el despacho- empecé a caminar cuando no se me ocurrió mejor cosa que preguntarla mi madre por mi padre- ¿Papá llegó?

-No, Luis. Tu padre salió temprano como siempre y me dijo que volvería en la noche. Sabes que él es un empedernido con su constructora. De hecho, el fin de semana iremos a Sinaloa, a la hacienda. De seguro está adelantando trabajo.

-Esta bien, gracias- le respondí y le regalé una sonrisa.

Llegué al despacho y prendí el computador, necesitaba averiguar más sobre Altagracia. Estaba algo enfermo con eso. Tenía que calmar mis ansias y ser paciente ¿Paciente? ¿Tú? deja de engañarte y solo espera hasta que ella decida contarte de su vida. Pareces un puto psicópata Navarrete. Me repetí a mi mismo. ¿A quién quería engañar? no sé cómo controlarme. Entonces saqué mi celular del bolsillo y busqué su contacto. Estaba decidido a marcar para saber si ella estaba bien ¡PERO JOSÉ LUIS NAVARRETE! ¡CÁLMATE! ella te dijo que marcaría en la noche. Allí estaban mis impulsos apoderándose de mi. Si ella tan solo hubiese aceptado mi propuesta estaría mucho más tranquilo. No es que no confié en ella, es que no confío nada en las cosas que pueda hacer o decir su tía. Altagracia ya había sufrido demasiado para que aquella mujer prepotente y sin corazón la lastimara más de lo que ya estaba.

Hoy, ella me hizo comprender lo frágil y fuerte que es. Tan pequeña pero a la vez tan inmensa, una mujer como ninguna. Ella merece ser valorada, amada, que sepan hacerla sentir bien pero que le den el lugar que merece.

De repente, se me prendió la lamparita. Mañana mismo hablaría con Lázaro para que Altagracia trabajara en las oficinas de la constructora y no en la obra. Y ¿Qué tal si le hablas ahora? marque su número y este me dejo directamente en la casilla de mensajes. De seguro estaba en una junta. Lo mejor sería tratarlo personalmente:

-Permiso niño Luis- entraba Malva a mi despacho- su madre me pidió que le preparara un jugo de frutas- apoyó la bandeja sobre el escritorio.

-Gracias, Malva- le sonreí levemente- de seguro está delicioso como siempre.

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