VI

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LA LEYENDA

Finalmente, tras entretenerse unos pocos minutos más por el bosque, por haber estado cogiendo un par de flores que se estaban empezando a morir, formó un precioso ramo.

Llegó a la zona donde estaban los árboles en que vivíamos, con sumo silencio para no despertar a nadie, siendo consciente de que ya estaban durmiendo y subió hasta lo más alto para así entrar a su casa sin hacer ruido.

Su hermana Elena que estaba sentada en el sofá esperándola, miró al reloj para después levantarse y encargarla como hacía ella cuando llegaba más tarde de lo usual a casa.

     — Llegas un poco bastante tarde, Nati.

Señaló el reloj y mostró una pequeña sonrisa al ver que agacha a la cabeza, preguntándose que podría haber estado haciendo durante todo el día, pues cuando no iba a estar en casa durante mucho tiempo siempre la avisaba, o almenos a ella.

     — ¿Qué has estado haciendo? —  preguntó con suma curiosidad mirando a los ojos café de su hermana mayor.

     — Pues la verdad es que estaba dando un paseo por el bosque... He descubierto un sitio nuevo y precioso... Me entretuve mirando la luna porque habían unas vistas alucinantes y al final se me hizo tarde Elena, además de que cogí estas florecillas que estaban muertas.—  le contestó con una tranquilidad que incluso a ella misma le sorprendía.

Como era de esperar, ignoró, o bueno, más bien no le contó nada sobre que había pasado el día con Alba, una mestiza, pues en ningún momento le había dicho nada sobre su existencia, y mucho menos le iba a contar el que aquella misma noche antes de despedirse se habían besado, a pesar de que si miraba sus labios se notaban de un color rojo más intenso y brillante, a la vez que hinchados.

     — ¿Y el sitio nuevo te ha estado besando?—  preguntó con una risa al contemplar fijamente sus labios.

     — Joder vale... He estado con alguien, una persona normal, aunque eso no es de tu incumbencia, hermanita...— la miré rodando los ojos, hablando con un tono neutro, deseando que se callara para no decirle nada más.

Elena que sabía como era su hermana mayor, le picó la curiosidad pues realmente nunca había estado sentimentalmente ni de lío con una persona, se emocionó e Inevitablemente la curiosidad llamó con mucha fuerza a la puerta.

     — Venga Nati, cuéntame un poco más, que es una novedad verte a ti en ese estado...— insistió para sonsacarle más información.

     — Está bien... Lo único que te diré es que se llama Alba y no la conoces... Y no insistas en que se te de más información, por favor lo pido...— le dijo casi en un suspiró rogando por que así fuera.

     — Parece una chica interesante, hermanita...— dijo con una delicada sonrisa mirándola.  — Quiero conocerla.— habló con un tono firme y una sonrisa con tal de que no pudiera negarse.

     — Elena, no vas a conocerla, enserio, déjalo... No te la voy a presentar.-—  habló de forma seria, manteniendo la mirada fija en sus ojos.

          — Al menos eso es por ahora...

Las chicas que aún estaban de pie tras el sofá casi en la puerta, se fueron moviendo de forma lenta y calmada hasta quedar sentadas en el, una frente a la otra.

     — Si mamá y papá se enteran será peor, ¿lo sabes verdad?— sin quitarle la mirada de encima, habló para conseguir que ella se lo contara.

     — Joder Elena, vale, te contaré lo que quieras, pero como le hagas aunque sea un poco de daño por ser diferente, dejarás de ser mi hermana.

Natalia apartó la mirada de la menor y se levantó cogiéndole la mano con suavidad tirándola hacia fuera de la casa. Ambas subieron de puntillas sin hacer ruido hasta el tope de las escaleras y se sentaron en la copa del árbol.

     — ¿Qué es lo que quieres saber?

     — ¿Cómo es esa chica? ¿Por qué hay tanto misterio a su alrededor?— susurró sin perder el contacto visual, notándose la curiosidad que tenía en su voz.

     — Hay tanto misterio porque es una chica mestiza, Elena... Mitad elfo y mitad hada, y ya sabes la gran recompensa que dan por ellas.., no me podía arriesgar a que le pasara nada...— se sinceró y con cierto miedo le mantuvo la mirada.

     — Si es verdad que dan una gran recompensa de dinero y privilegios por ellas...— estaba alucinando tanto en aquel momento que no pudo evitar que se notara su boca tan abierta como nunca.  — Te gusta una chica, y mestiza... pues menudo combo te has buscado para enamorarte por primera vez...

     — No bromees con eso Elena, es una relación complicada y extremadamente peligrosa si se enteran...— siguió hablando muy seria sin apartar en ningún momento la mirada de ella.

     — ¿Es verdad la leyenda, la que dice que viven en el bosque, y lo de que su pelo es de dos colores?— preguntó de carrerilla.

     — Sí y sí, Elena. Todo lo que se cuenta en las leyendas es cierto... Su pelo es mitad platino y mitad rosado.— al estar sentada apoyó la espalda en el enorme tronco cerrando los ojos con la cabeza alzada.

     — Dime, ¿al menos es guapa?— preguntó sin perder de vista su rostro.  — Dicen que poseen unas grandes habilidades para la magia, y que depende del tipo de su sangre, incluso podrían llegar a volar.

     — Joder, que curiosidad tienes... Sí que es guapa, más de lo que podrías llegar a imaginarte.— rió muy levemente.  — Sí que puede volar y es como super sorprendente porque también hace magia.., el otro día en el campo de tiro lanzó una flecha al centro de la diana como si nada.— dijo alucinando aún al recordar aquello.

     — ¿Y no podré conocerla? Me gustaría muchísimo que fuera posible...— susurró sonriente.

     — Eso es algo que le tendría que preguntar a ella.— habló con calma para luego levantarse.

     — Entonces cuando la veas hazlo, porfa...

Ambas hermanas se levantaron y con el mismo silencio en el que habían subido, bajaron hasta su casa y tras abrazarse se metieron en su cama para dormir abrazadas como hacía años que no sucedía.

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Por aquí tenéis el sexto capítulo. Espero que os guste y que tengáis unas felicísimas fiestas.
FELICES NAVIDADES LECTORXS

Besos, Hell

Nuestro nombre  ||  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora