EXTRAÑA CRIATURA
Unos cuantos minutos después, tras estar en sumo silencio, la más bajita salió del árbol para que la más alta pudiera verla más, y como era de esperar la miró de abajo arriba con mucha curiosidad, fijándose detalle a detalle de su ropa, llevaba un precioso y corto vestido de manga ancha de color azul y un pequeño corset por encima totalmente sencillo y blanco. Justo cuando llegó hasta su rostro, se asombró pues en ningún momento se había dado cuenta del detalle de que su pelo era tanto platino como rosa, que le hizo dar un par de pasos hacia atrás.— Eres una de esas extrañas criaturas…
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Una pequeña Natalia acababa de llegar a su escuela, su primer día y a pesar de que la gente no se lo creyera pues la gran mayoría lloraban, ella se presentó sola y se quedó apoyada en un árbol mirando a las sombras, nunca había sido muy social.
Escuchó un ruido proveniente del fondo del bosque y por ese motivo se le movieron las orejas a un nivel que casi hace que le tiemble todo el cuerpo. Dio un par de pequeños pasitos hacia delante y consiguió vislumbrar a lo lejos a un niño que tendría un año menos que ella, que le llamó la atención pues su pelo era medio castaño y la otra mitad de un curioso y llamativo rojo.
Se quedó tan perdida en ese niño que se marchaba corriendo, siendo perseguido por dos personas que le triplicaban edad, que no se dio cuenta de que todos sus compañeros empezaron a entrar al aula hasta que se acercó la maestra y le puso la mano en el hombro.
— Natalia cariño, hay que ir entrando ya al aula.— habló con dulzura mientras giraba su cuerpecito para poder caminar dirección a la puerta.
— Maestra, ¿por qué hay gente que tiene el pelito de dos colores?— la miró con ojitos tiernos, alucinando con aquel detalle.
— Si has visto a alguien así no te fíes, Natalia… Esas extrañas criaturas son muy peligrosas.
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— Eres una de esas extrañas criaturas…La de orejas puntiagudas vio a la que recordaba como algo de su infancia, se mordió el labio por la inseguridad retrocediendo un par de pasos para conseguir alejarse pues, pensaba que al la primera poseer un arco, se temía su final.
— Pero no te alejes... vamos, ya te he dicho que no te haré nada… sólo que… me sorprende que seas así… siempre me han hecho creer que erais solo una leyenda.— dijo dando un paso en su dirección por el lado contrario al que quedaba el arco.
La del pelo chupa chups, como lo llamáis vosotros en el extraño mundo en el que estáis viviendo, se quedó parada y petrificada mirándola, sin poder reaccionar, mucho menos cuando la otra estuvo lo suficientemente cerca como para quedar justo delante suya. Susurró en negación a lo que había escuchado hacía unos segundos y bajó la mirada al suelo.
— No hace falta que lo jures, ya veo que no es una leyenda… Pero aún así me parece muy interesante, aunque no me cuadra mucho lo que hacías ahí arriba, ¿me responderías a eso, rareza?
— Me llamo Alba, no me llames rareza.— contestó con un tono serio alzando sus preciosos ojos caramelo hasta encontrarse los suyos café.
— Muy interesante Alba, pero aún no me has contestado. ¿Qué hacías ahí arriba?
A pesar de que había hablado con un tono de voz amenazante al principio, se echó para atrás al recordar aquel pequeño suceso en su infancia al que la había llevado verla, para endulzarlo al darse cuenta de que su semblante se había vuelto más serio. Tratando de suavizar más el ambiente, le sonrió a medias tintas y le miró con cierto brillito que pasó desapercibido para ambas.
— Pues estaba dibujando.— respondió con total seguridad sobre sí misma, devolviéndole aquella pequeña sonrisilla.
— Interesante… ¿Qué exactamente?— se acercó un poco más ahora sí sonriéndole totalmente, pues la curiosidad le estaba matando.
— ¿Por qué tanto interés en mí?— susurró Alba un poco descolocada.
— Pues sinceramente no lo sé, supongo que me causas bastante curiosidad… bueno, en realidad todo esto, la sentía desde pequeña.— se sinceró encogiéndose de hombros.
La que había sido nombrada como rareza por Natalia, se mordió el labio pues sin poder evitarlo aquella reacción le había causado mucha ternura, lo que causó que al fijarse en eso la última mencionada, ensanchara su sonrisa.
Aún así, por mala suerte para ambas que empezaban a sentirse cómodas juntas, ya era momento de que una de ellas se marchara de allí porque se oía a gente acercarse y por desgracia si permanecía allí su vida correría peligro. Tras un seco “No le cuentes a nadie que me has visto”, se giró y Natalia aprovechó para con facilidad coger su arco y las flechas, tirando un par seguidas a la diana.
— Espero volver a verte por la noche, Alba. Ahora corre y vete, las flechas te servirán de distracción.
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Os dejo aquí la seguna parte de la historia, espero que os esté gustando... si no es así comentad o decirme que creéis que puedo arreglar, porfi...Besos, Hell
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Nuestro nombre || Albalia
FanfictionDos chicas de razas distintas. Un amor aparentemente imposible. ¿Cómo acabará?