NI LA CLASE NI LA RAZA
Alba empezó a correr y se adentró en el bosque para luego bajar una colina y abrir sus alas para llegar hasta su casa. Mientras eso sucedía lejos del campo de tiro con arco, Natalia con una enorme sonrisa de nuevo se encaminó hacia casa tumbándose y creando una simple melodía con su guitarra.
Al pasar un par de horas del atardecer ya que Alba parecía tener ganas de ver a la elfa de nuevo, se presentó con la misma ropa y una capa para abrigarse, subiéndose al mismo árbol. Ésta última, al igual que Alba se moría de ganas de volver a verla por algún motivo, por lo que tras cenar se vistió con su capa negra de cuero, corriendo hasta el campo y encontrándose allí su presencia de nuevo.
— Veo que al final has venido...— habló con una sonrisa apoyándose en el tronco.
Al igual que quien acababa de hablar, la que aparentemente era más bajita dio un gran salto y se posó junto a ella, mirándola con gran sorpresa por verla con esa enorme capa.
— Bueno, igual así puedes resolver tus dudas.., no hay mucha gente como yo, y quién sabe, puede que no vuelvas a ver a nadie más así en tu vida.— habló seriamente paseándose a su alrededor con mucha curiosidad.
— Entonces disfrutaré de este momento al máximo, cuéntame sobre ti, pelirrosa.— con un leve movimiento, Natalia que hasta ahora había permanecido quieta apoyada en el tronco del árbol, se llevó las manos a la cabeza para quitarse así la capucha del rostro.
— Pues tengo veintidós años y he vivido escondida toda mi vida. La parte rosa de mi pelo es por mi padre, pertenecía a la raza de las hadas.., y la rubia platina es por mi madre, perteneciente a los elfos... Y no sé qué más contarte porque no hay mucho, ni siquiera sé por qué te interesa todo esto. Por cierto, tú tampoco me has dicho tu nombre.
— Muy interesante.., perdona me llamo Natalia, Natalia Lacunza, es un placer.— le tendió la mano sin pretender nada más que estrecharla a forma de saludo.
— No hace falta decir que tú eres una elfa, de clase alta o media por lo que veo...— sin sentirse del todo cómoda pues no sabía como acabaría eso, se la tendió estrechándole la mano, para volver a observarla, esta vez de arriba a abajo.
— Pues no te equivocas en nada Alba, pertenezco a la clase alta. ¿Pero realmente es eso algo importante?
Mientras dijo aquello, con sumo cuidado pues sabía perfectamente que podría salir corriendo, con la mano que aún tenían agarrada la acercó a su cuerpo y de nuevo levantó la mano que acababa de liberar para acariciar aquella zona rosa de su cabeza pues le causaba mucha curiosidad, causando que la otra quedara a la altura de su pecho, pegada a ella.
— No me importa ni la clase ni la raza.— contestó en un ronco susurro.
— Genial, porque a mi tampoco.
Ante ese comentario como respuesta a lo que acababa de decir, Alba llevó su pequeña mano hasta la nuca de la otra, sorprendiéndose al notar que estaba rapada. A la misma vez, sintió como unas manos con mucha delicadez cogían un mechón de su pelo y lo acariciaban, sin mentir, era algo que le producía gracia. Notó sorpresa y en ese momento se dio cuenta de que acababa de descubrir que era como cualquier otro tacto de pelo, que tan solamente cambiaba el color, entonces ahí sí rió.
En ese instante que Natalia la escuchó, juró no olvidarse jamás de ese sonido, por si en algún momento al final terminaba por desaparecer.
— Bueno, dime Natalia, tú que eres una rebelde de tu especie, ¿cuáles son tus gustos?— susurró cerrando los ojos por un instante sintiendo las caricias.
— Yo no creo ser una rebelde.., pero me encanta el arco por si aún no se había notado... Me fascinó desde pequeña porque identifica a las amazonas griegas, y sobretodo la música...— me encogí de hombros para restarle importancia a lo que acababa de decir y finalmente dejé de acariciar su pelo pues ya se le estaba empezando a hacer un poco raro.
Alba imitó su acto de alejarse con una enorme sonrisa. Segundos después chasqueó los dedos creando que una preciosa y minúscula flecha saliera volando directa hasta la diana. La contraria se asustó y dio un par de pasos hacia atrás, asustada por aquello tan inesperado.
— Joder, ¿que coño era eso? No me lo esperaba, para nada, ¿y cómo cojones tenías tú una flecha?— aquel comentario provocó una pequeña risa en Alba.
— Normalmente los tuyos quieren matarnos porque en nuestro interior hay magia. Sé que suena extraño, pero ese es el motivo por el que no quise bajar antes, todo el mundo que nos ve querría matarnos. A cambio de eso recibirían una gran recompensa.— la apuntó con el dedo sonriendo al ver que daba un paso hacia atrás, pero sin lanzar ningún hechizo.
— Lamentablemente la gente es muy avariciosa y haría cualquier cosa por todo tipo de privilegios o suma de dinero...— dejó caer los párpados, colocando un pie detrás del otro como le habían enseñado en sus primeros años de clase de baile.
— Así es, a mi abuela la mataron por eso... aunque debo darle las gracias porque me enseñó los trucos necesarios para salvarme de tu gente.
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Ya tenéis por aquí la tercera parte, y hoy habrá doble porque la escritora es un cuadro y se le olvidó subir el jueves. Espero que os vaya gustando por ahora...Besos, Hell
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Nuestro nombre || Albalia
FanfictionDos chicas de razas distintas. Un amor aparentemente imposible. ¿Cómo acabará?