DRACO
— Cabrón. — Ty me golpea el brazo de forma amistosa y seguidamente me abraza fuerte. — Nos tenías asustados — Se separa del abrazo y me sonríe. A pesar de no demostrarnos a menudo lo importantes que somos el uno para el otro, puedo ver en su mirada todo lo que no me dice. — Como te gusta ser el centro de atención. — Bromea.
— No le agobies. — Replica Brisa a mi lado.
Me acaban de dar el alta, con que me han sobrado segundos para salir del hospital y volver a la calidez de nuestro piso. A pesar de que mi estancia viviendo con Ty era temporal, con el tiempo y con todo lo sucedido, nadie ha vuelto a sacar el tema, y la idea de irme a vivir a otro lugar sin ellos dos no es algo que contemple como opción, por ahora.
— Lo tienes infravalorado. — Protesta Ty. — Este tío es una bestia.
— Lo que tú digas, acaba de salir de un coma de 2 semanas, tiene que descansar. — Contesta ella dando por zanjado el tema. Cuando se pone en plan mandona es muy adorable, y sexy.
— Sí sargento. — Ty hace un ridículo saludo militar y nos deja a solas.
Me tumbo en la cama que antes era de Brisa, y ahora es mía, o de los dos. No importa. Me tumbo y golpeo la cama a mi lado para que se estire junto a mí.
— ¿Qué pasó? — Pregunta apoyándose en mi pecho. — ¿Qué paso el día del accidente? No has dicho nada sobre ese día. — Su rostro denota preocupación, y sé que se está callando muchas cosas, tal vez tenga miedo de preguntar, o de las respuestas que pueda obtener, y la entiendo.
Le estoy ocultando muchas cosas, y lo sabe pero aún no está preparada para perderme, y es consciente que en el momento que abra el baúl de los secretos no habrá vuelta atrás, nos van a consumir, van a poder con ella, conmigo, con nosotros. Sabemos el final, y no es un final juntos.
— Sólo me dejé llevar, fue un accidente. — Respondo evadiendo parte de la pregunta. — El asunto del dinero está resuelto. — Concluyo. Una mentira más a sumar en la lista.
— Está bien. — Susurra nada convencida. — Ya lo hablaremos en otro momento. — Suspira y aún apoyada en mi pecho clava su mirada en mí.
— Que bonita eres. — Confieso, acariciando su rostro. Su piel es suave, y si tuviera un sabor sería dulce, como el algodón de azúcar. Estar con ella es muy parecido a estar en el cielo. Es un pedacito del paraíso que la gente tanto anhela alcanzar. Dejo un corto beso en su frente y ella cierra los ojos.
— Te he echado de menos, mucho. — Sus manos viajan bajo mi camiseta y con delicadeza se mueven por todo mi torso.
La beso en los labios con ganas, y siento que hace demasiado tiempo que no nos besábamos así. El beso está cargado de amor, pero también de deseo. Deseo de tenerla debajo, encima y dónde sea. Deseo de que susurre mi nombre, y que lo grite. Deseo de sentir sus uñas clavarse en mi piel.
Nos doy la vuelta en la cama, quedando yo encima de ella. Sus piernas me rodean las caderas y me aprietan contra sí.
Me deshago de su camiseta, que por cierto realmente es mía, dejando a la vista sus pechos. Los lamo, y los muerdo y con cada lamida y mordisco suelta un gemido. Ralentizo mis movimientos queriendo saborear el momento, queriendo recordar con detalle cada parte de su cuerpo, grabarme en la memoria el sonido de sus gemidos.
Le quito los pantalones y su tanga negro de encaje, que aunque me parece de lo más sexy y provocativo ahora mismo me estorba. Lo bajo con lentitud, dejando besos a cada paso, en cada rincón de su piel. Es demasiado bonita. No es la chica más guapa, ni más fibrada, ni más delgada, ni más fuerte, ni más nada que haya visto, pero así como es, así siendo ella, así con sus cosas buenas, y no tan buenas, me tiene, y me tiene como nadie me ha llegado a tener. Me tiene queriéndola.
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Cicatrices con tinta
Fiksi RemajaHay dos formas de afrontar el dolor. Brisa, se ha convertido en él, y se mueve por el mundo con una gran aura de emociones que amenazan con ahogarla. Draco, se ha olvidado de quién es, y lo único que es capaz de sentir es indiferencia. Ya no disti...