De entre todas las cosas que existían en el mundo, la que más fascinaba e inspiraba a Min Hyuk eran las ballenas. No dejaba de ser irónico, dado su gran temor al agua, pero nada en ese hombre había tenido mucha lógica alguna vez.
Había sido un chico extrovertido, amable y risueño quince años atrás. Un chico que brillaba y desbordaba alegría incluso en los días más grises.
Incluso tras haber cumplido los veintiocho, no solo seguía emitiendo esa misma aura que conseguía que la gente confiara en él, tampoco había envejecido demasiado. Sus compañeros de instituto habían bromeado más de una vez en las reuniones de antiguos alumnos diciendo que él era un vampiro, y Min Hyuk les contestaba que se mantenía joven bebiendo la sangre de sus víctimas lo cual, de algún modo, tampoco era mentira del todo.
Bueno, estaba claro que no era un vampiro, y tampoco se bebía la sangre de sus víctimas porque ugh, qué asco, pero sí había víctimas. Muchas víctimas y mucha sangre. Las había habido desde los dieciséis, pero su actitud tan abierta, tan alegre y tan amable ocultaba los deseos de alguien que podía llegar a ser muy violento si le provocaba, que deseaba ser muy violento cuando le provocaban.
Cuando tenía veinte años, con tres asesinatos a sus espaldas, cometió errores que estuvieron a punto de llevarle a enfrentarse a la justicia, pero cuando se vio acorralado, de repente la investigación acerca de él se esfumó sin dejar rastro. Se archivó. Errores informáticos, fallos en las cadenas de custodias de pruebas, policías apartados por corrupción. Parecía que los astros se habían alineado para que él fuese el chico con más suerte del mundo. "Hoy el mundo te dará una sorpresa agradable, verás cómo el equilibrio en tu vida se reinstaura y tienes una nueva oportunidad. Ánimo, escorpio, es tu día de suerte, aprovéchala", seguro que algo así habría en su horóscopo ese día.
No mucho más tarde se enteraría de que ese dios que había creado una maravillosa sizigia para él tenía nombre y apellido, y por diversión empezó a llamar a ese tal Chae Hyung Won, simplemente Dios.
Una broma blasfema y tal vez de mal gusto (Min Hyuk no sabía de esas cosas, él no era creyente ni le importaban demasiado los sentimientos de los demás), pero fue Hyung Won la primera persona que vio la verdadera cara de Lee Min Hyuk. Y la primera que le aceptó tal y como era.
La primera vez que hablaron, Hyung Won se había acercado a él a la entrada del instituto. Era el chico más guapo al que Min Hyuk hubiera visto jamás: esbelto, de pelo moreno largo y lacio, de facciones finas aunque masculinas, con unos ojos grandes muy serios, una nariz grande y redonda y una boca grande con unos labios gruesos donde había un pequeño lunar que Min Hyuk no supo dejar de mirar en un primer momento. Iba vestido con ropa extremadamente cara, unos mocasines negros de cuero impolutos, unos pantalones y una chaqueta de traje hechos a medida y un jersey de cuello alto. Las manos llenas de anillos, con un Rólex carísimo (que no mucho después Min Hyuk descubriría que era el único que existía en el mundo y que había costado una fortuna), y tatuajes asomando por las mangas de su ropa.
Y de lo que más tuvo ganas fue de matarle y verse bañado con su sangre antes de descuartizarle y meterle en bolsas que distribuir por toda la ciudad.
Pero en un principio se conformó con subirse a su limusina, ignorando que tenía que volver a casa y las advertencias de su madre de no meterse en coches de desconocidos. Poniéndose puntillosos, aquello era una limusina, no un coche. Pero se sintió como caperucita roja delante del lobo, de un lobo muy sexy. Luego descubrió que era más un gato que no un lobo, y que no quería comerle (siquiera en el sentido sexual y ugh, qué rabia le dio eso a Min Hyuk), pero también había logrado que no le condenaran por asesinato y le había ofrecido un trabajo donde podía matar a gente con muchísima más privacidad y sin tener que preocuparse de que le detuvieran.
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FATAL LOVE »Jookyun, Showho. MONSTA X
Action«oh, I'm sorry, did I make you anxious?» En medio de dos bandas callejeras, siete personas veían sus destinos entrelazándose entre violencia, drogas y dinero manchado de sangre. Shownu y Wonho querían quererse en un mundo que deseaba separarles, Jo...