La habitación estaba casi a oscuras, vagamente iluminada por las lámparas en las paredes. Las docenas de personas estaban reunidos alrededor de una gran silla, que más parecía un trono, ocupada por un hombre igualmente masivo. Un largo bigote azul adorna su cara, ocultando sus sonrisa apenas perceptible.
Justo frente a él estaban tres hombres más, todos con altos rangos en el lugar.
-Por lo tanto, ¿cómo fue la búsqueda?
Un cierto cocinero estaba nervioso, no sabía ni cómo había acabado allí dando el resporte que debería dar su comandante. Dicho hombre no mostraba señales de vida, todo porque le apeteció caminar un poco. Sus hombros se hundieron y levantó un poco los brazos negando con la cabeza.
-No fue gran cosa, es el emperador blanco, después de todo. Él es cauteloso, ninguna de sus víctimas ha visto su rostro. Demonios, ¡que ni siquiera han oído hablar de él!
Era evidente que la mujer estaba irritada. Su nombre era Shuta y ella era una de las comandantes de Blue Raincoat, a quien se le había dado la tarea de recopilar sobre el emperador blanco. Según los rumores, un hombre distinguido y con clase. Un atuendo blanco y que había estado jugando su rol por el metro por la mitad de una década.
Él causó problemas para todos, desde los líderes de pandillas hasta a los del mismo gobierno. A pesar de toda la actividad del hombre, nadie sabía ni una sola cosa sobre él. No se le había escapado nada en seis años y eso mandó a la pobre Shuta en una búsqueda loca por información, algo que le diera aunque fuera una pequeña pista sobre su identidad.
Era dudoso que el tipo podría vencer al que todos allí consideraban su 'padre', incluso a los comandantes de más alta clasificación. Eso no quería decir que iban a ser capaz de atraparlo.
-Un mocoso molesto, ¿no?-el anciano gigante tomó un gran trago de su botella de ron, pensando sobre la situación en su cabeza- ¿Qué pasa con el otro?
-Acero Azul dejó fuera de combate a cuatro de nuestros informantes, wao-esta vez se adelantó un hombre con el pelo cobrizo.
Kizi, segundo al mando y comandante de la primera división, era un hombre extremadamente tranquilo. Se demostró por la inexpresividad en su rostro y su actitud laxa, la mayor parte del tiempo indescifrable. Era raro para que él se involucrase emocionalmente, eso no fue diferente. A pesar de que sus compañeros habían sido heridos, no vio la necesidad de ir a golpear a quien lo hizo porque fallaron en su última misión. Shuta no pensaba igual que él, sin embargo.
-¡Padre! ¡Déjame ir tras ese sujeto y demostrarle que no debe meterse con nosotros! ¡Voy a hacerle pagar por lo que hizo!-aunque la voz femenina y joven sonase tranquila, realmente era un hervidero de rabia, todos supieron ver eso. También sabía que la ira la cegaría. Cuando eso pasaba, las cosas nunca iban bien.
-Lo siento, hija mía. No te puedo conceder lo que me pides-el mayor dijo autoritario, su actitud risueña desapareciendo un poco mientras miraba a la veinteañera frente a él-. No te necesito haciéndote enemiga de cualquiera de los dos mocosos.
-Pero-
Una mirada del anciano gigante, mínimo de altura dos metros y medio, la hicieron tragarse un poco su orgullo mientras las protestas morían en su garganta. No quiso desobedecer a su jefe, Yosai Kraft, y se alejó. Por mucho que le molestaba el mocoso del acero, no iría en contra de los deseos de su padre. Ese hombre había hecho por ella más de lo que podría pagar en toda su vida.
-Si me permites interrumpir...-el consentimiento fue dado, Dafa quería ofrecer lo descubierto antes de que su compañera saliese del rango de audición-... No veo motivo para molestarse con Acero Azul.