Una voz que parecía lejana no paraba de retumbar en mi cabeza, haciendo eco cada vez que afloraba. Quise escucharla con detenimiento para poder saber a quién pertenecía y de dónde provenía, pero no llegué a reconocerla. Era como un susurro, apenas la podía oír.
Intenté con todas mis fuerzas abrir los ojos y comprobar por mí misma el lugar en el que me encontraba; no pude. Era como si mis párpados estuviesen pegados, me pesaban lo suficiente como para no ser capaz de separarlos. Tampoco lograba moverme, tenía la sensación de estar atrapada.
Pronto me noté mareada. Mi cabeza daba vueltas sin parar y sentía que podría llegar a caerme. Mi cuerpo me hacía creer que me precipitaba hacia el vacío, no obstante, el impacto nunca llegaba. Probé a gritar y a pedir ayuda, sin éxito. Mis labios no se despegaban y ningún sonido salía del interior de mi garganta. Comenzaba a asustarme, no entendía nada.
Tenía muchas ganas de llorar y no muy tarde ese hecho se cumplió; aunque no notaba las lágrimas sobre mi piel, tenía la sensación de estar llorando. A los pocos segundos, la voz volvió a emerger, tranquilizándome. Me llamaba. Alguien pronunciaba mi nombre desde algún sitio que desconocía.
—Gaia... tienes que despertar —susurraba aquel dulce tono.
Mi sistema respiratorio empezó a funcionar de una manera más sosegada, lo que me dejó percibir los latidos de mi corazón, el cual bombeaba sangre demasiado rápido. Me era imposible calmarlo.
—La verdad..., no te voy a mentir. —Su voz se aproximaba—. Hablar contigo en este estado me resulta ridículo. Ni siquiera sé si me estás escuchando, siento que estoy hablando con la pared...
Notaba su cercanía. Las ansias por descubrir lo que pasaba me carcomían y lo único que quería era poder abrir los ojos, moverme y hablar, pero algo me lo impedía y me resultaba muy angustiante. Seguía mareada y la cabeza me dolía como si me hubiesen golpeado con un martillo. De hecho, había uno imaginario chocando contra mi cráneo una y otra vez.
—Han pasado tantas cosas, Gaia... —sollozó—. Me gustaría que despertases y que estuvieses a mi lado para decir que todo estará bien. Por favor..., haz un esfuerzo... No sé por cuánto tiempo más podremos mantenerte con vida...
No la conocía, estaba segura de que no la había escuchado antes. La desesperación que me mostraba aquella persona me alteraba, no sabía de qué hablaba, yo solo quería despertarme de una vez y volver con mi familia.
Recordaba lo que pasó la noche anterior, era de locos... ¿Un corazón ardiendo flotando? Sonaba a película de terror. Me preguntaba qué habría pasado después de que eso entrase en mi pecho. ¿Estaría en mi casa? ¿En un hospital, tal vez? La última opción me resultaba más lógica.
—Vamos... Despierta.
Esa palabra rebotó con eco.
«Despierta».
Fruncí el ceño al escucharla como si estuviese a milímetros de mi tímpano. Era molesto, no soportaba lo alto que se oía ese simple vocablo. Se había amplificado de repente. Sonaba tan fuerte que creí que mi oído sangraría.
Justo en ese instante, algo sucedió dentro de mí. Un fuerte latido hizo acto de presencia de forma repentina, pero no pertenecía a mi corazón. El mío seguía acelerado. Sin embargo, esas constantes eran diferentes: tranquilas y enérgicas.
Abrí los ojos y cogí una bocanada de aire con desesperación, como si hubiese estado sin respirar por un largo periodo tiempo. La luz blanca que había en el lugar se me clavó en las retinas como si de agujas se tratasen, haciéndome cerrar los párpados de nuevo hasta que me acostumbré a la iluminación del exterior.
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Corazón vagabundo: enjaulado
FantasyGaia despierta con dos corazones consigo y Rem, el dueño de uno de ellos, busca recuperarlo a toda costa para no morir. * Gaia despierta de un coma después de cinco años, descubriendo lo caótica que se ha vuelto su vida, sintiendo un peso de más en...