Gun Atthaphan, es un inocente y hermoso chico de diecisiete años, que junto con sus padres se enteran de que su hermano mayor tiene novio y quiere casarse.
Ese es New un atractivo chico de diecinueve años que se enamora de Tay Tawan, el cual conoció...
Gun no volvió a ver a Off hasta que acabó la fiesta y se fueron al aparcamiento, allí observó como entre Tay y New lo estaban metiendo en un taxi, donde acto seguido también se subieron los Tawan.
Los recién casados se despidieron y se fueron directos al hotel pues tenían reservada la habitación nupcial donde pasarían la noche y de ahí se irían a pasar su luna de miel a París.
Los padres de Gun, Sam, White y él mismo, se subieron en el coche que conducía su madre pues ella no había bebido nada de alcohol y entonces se fueron camino a casa.
....-Pobre Sara, estaba muy avergonzada al igual que su marido.-dijo Anne al comprobar por el retrovisor que la hija de sus consuegros dormía.
-Estarán acostumbrados cariño, por lo visto su hijo mayor es un poco desastre.
-Si, me lo contó... Doy gracias al cielo porque a pesar de todo, nuestros hijos son sensatos y sé que no arruinarán así su vida.
El pequeño de la familia escuchaba la conversación de sus padres en silencio y no dejaba de pensar en Off y en sus ojos brillantes y hermosos, ni tampoco en la sensación que le produjo notar su bulto sobre él, cuando se habían caído.
Tras dejar al amigo de este en su casa y llegar a la suya, Sam y Gun se fueron a acostar pero éste aún estaba despierto, cuando poco después escuchó llegar un coche y entonces se levantó rápidamente a la ventana.
Este pudo ver que de este se bajaron los Tawan y luego de pagar al taxista.
-¿En dónde lo habrán dejado?-se preguntó curioso caminando sigiloso hacia la puerta para salir de su cuatro y enterarse.
Sara y su marido entraron en la casa y se encontraron con que Des y Anne aún estaban despiertos, tomándose un café pues faltaba muy poco para amanecer.
...-Lamento el espectáculo que ha dado nuestro hijo-Habló la mujer muy apenada.
-No te preocupes, ¿él está bien?.-dijo Anne sirviéndoles un poco de café también.
-Lo hemos dejado en un motel a pocos metros de allí, supongo que dormirá durante horas... Más tarde lo iremos a ver y luego supongo que volverá a irse.
-Entonces...¿no regresa con vosotros a Corea?.-preguntó curiosa la madre de Gun.
-No, no creo, mi hijo no suele quedarse mucho tiempo en un lugar y mucho menos en casa... Seguro volverá a marcharse.
Tras esas palabras, los cuatro mayores cambiaron de conversación y entonces Gun se levantó de las escaleras donde se había sentado a escuchar y se volvió para volver a su habitación.
Ya pasaba del mediodía cuando Gun abrió los ojos, entonces miró y comprobó que Sam ya no estaba en la cama de al lado, rápidamente se levantó y salió al pasillo, donde escuchó el murmullos de varias voces hablando a la vez.
Este volvió a su habitación, cogió ropa limpia y se dio una ducha, luego salió del baño ya vestido y bajo a tomar algo y ver quiénes eran.
Anne y Des seguían charlando con los Tawan, al parecer no se habían acostado, mientras que Sam estaba sirviéndose más cereales en si bol de leche.
El más joven de los Atthaphan se quedó petrificado, al darse la vuelta y ver que sentado en la mesa, había un chico alto con el pelo corto y algo revuelto, afeitado pero sus ojos eran iguales a los de....¿Off?.
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-Hola cielo, ven anda siéntate y desayuna algo-Dijo su madre.
-Hola precioso-dijo el mayor sin cortarse.
-Ho-Hola-contestó este bastante impactado pues quién tenía delante era efectivamente el mismo chico borracho y desaliñado que había irrumpido en la boda.
Lo cierto era que no entendía nada pues los Tawan habían dicho que su hijo se iría como había vuelto, por lo que él ya se pensaba que no iba a volver a verlo, aunque no se quejaba.
-Gun, ¿Te acuerdas de mi hijo?, él ha decidido quedarse con nosotros, hasta que regresemos a casa.-dijo feliz Sara
—Bueno, hoy lo verás diferente, ya parece una persona—Añadió Anne no muy conforme.
Este sintió un escalofrío cuando la mirada del mayor recorrió todo su cuerpo y también cuando le sonrió de forma lasciva, incluso se sonrojó como una coqueta quinceañera al ver que éste le lanzó un beso y le susurró.
—Siéntate a mi lado precioso, por si no lo sabes, me he quedado por ti.
