Capítulo 9: La mañana de navidad.
Nicol despertó sintiendo como si un tráiler la hubiese atropellado y luego hubiese vuelto a pasar por encima de ella una y otra vez hasta asegurarse que estuviera muerta.
La sola luz de la ventana la estaba matando, terminó por cubrirse el rostro con las cobijas para que esta no la molestara.
Pero algo no andaba bien.
Empezando por que en su departamento no había ninguna ventana además de la del baño.
Terminando por que no escucho los típicos ronquidos de su compañera de cuarto, Sandra junto a ella ni el sonido de los autos pitando entre ellos luchando por llegar al trabajo, el silencio en su departamento era tal y la comodidad del colchón bajo ella...
Al abrir los ojos con mucha dificultad se encontró con un techo blanco y no con su techo lleno de humedad, a su lado una ventana que abarcaba lado a lado la pared y frente a ella un enorme ropero blanco y dorado limpio y vacío.
Se levantó de golpe al comprender que no estaba en su departamento.
Un dolor de cabeza espantoso la regresó a la cama tan pronto como se levantó.
Intentó recordar qué hacía ahí, como había llegado a ese lugar, pero el potente dolor de cabeza no estaba ayudando. Recordaba el calor, un calor sofocante con el que apenas podía permitirse respirar, el dolor y los mareos, después vino algo más, recordaba la voz de Azael, después su rostro angustiado, al final...
Recordaba el contacto con sus labios.
Con eso vinieron todos los recuerdos.
...
Nicol empezó a sentir el mareo poco después de que Dante la había dejado sola, no se sintió capaz de moverse un paso sin derrumbarse, sentía como si estuviese flotando.
Entonces escuchó una voz, una voz conocida, el terror se apoderó de ella al temer que Dante intentara hacer algo más pero el hombre frente a ella no era Dante.
—Ya que estas vestida para bailar— había dicho, después tomó su mano.
La llevó a la pista, la tomó por la cintura, la acercó a su cuerpo, las cosas estaban pasando demasiado rápido para que ella pudiera procesarlas pero no quería alejarse, quería mantener ese contacto para siempre, pero el mareo creció, apenas pudo sostenerse por sí misma, alguien dijo su nombre. Un cuerpo cerca de ella, un cálido aliento contra su oído, todo a su alrededor se veía con un bruma blanca que le dificultaba enfocar nada.
Sintió como la levantaban del suelo y luego la bajaban sobre algo suave.
—Nicol— dijo de nuevo y vio a Azael frente a ella.
Él decía algo pero ella apenas podía entenderlo.
Porque todo lo que ella podía registrar eran los labios de él moviéndose, hablándole.
El impulso dentro de Nicol era tal que no pudo pensarlo demasiado, su cuerpo se movió contra su razón, ella solo quería que esos labios se movieran contra los de ella, así que lo hizo.
Pero los labios se detuvieron, así que ella insistió, los invitó a seguirse moviendo.
Y lo hicieron.
Poco después los labios comenzaron a moverse, primero lentamente, como una suave caricia pero después se volvieron exigentes, su fuerza era tal que Nicol apenas podía seguirles el paso, en algún momento sintió el colchón contra su espalda pero esos labios jamás se alejaron de ella, no dejaron de exigirle más y más, como si tomaran su fuerza vital cada vez se sentía más débil pero con ello crecía su necesidad y el hormigueo en su cuerpo y entre sus piernas.
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Una esposa para el CEO | Disponible en físico
RomanceDesde que Nicol dejó la universidad para pagar la cuota del hospital de su padre ha logrado sobrevivir con trabajos de medio tiempo mal pagados. La suerte le sonríe cuando es contratada para ser la asistente personal de un importante hombre de negoc...