El inicio del fin parte 2
Azael miró a la distancia a Nicol mientras esta hablaba por teléfono con Sandra, en algún punto ella terminó llorando al teléfono y no le sorprendería si le dijeran que Sandra también estaba llorando al otro lado, afortunadamente por lo menos por parte de Nicol parecía lágrimas de felicidad.
La llamada se cortó poco después y Nicol volteó a ver a Azael llena de alegría.
—Dante no levantó cargos— dijo ella usando el dorso de la camisa de Azael que ahora ella usaba como pijama para limpiarse el rostro húmedo.— No sabemos muy bien qué pasó pero la policía ya no nos busca.
Azael sintió como el alivio caía sobre él como si le hubiese quitado unas enormes pesas de los hombros. Se acercó a Nicol y tomándole el rostro con ambas manos la besó profundamente, la besó con alivio, con esperanza.
Esperanza de que finalmente podrían dejar de luchar y podrían comenzar a vivir.
Él la tomó de la cintura y la puso en su regazo.
Por un momento solo pudo mirarla, con su cabello oscuro ligeramente desordenado y sus gruesos labios hinchados por los besos. En sus grandes y oscuros ojos negros enormes que resaltaban aún más por su pálida piel pudo ver finalmente en ella que ya no existía ese miedo arrasador que parecía invadirla siempre.
Azael aun se sentía culpable por no haber sido capaz de ver el dolor y la tristeza en su mirada antes, toda esa tristeza y esa enorme carga que ella llevó consigo todo ese tiempo sin dejar que él la ayudará. No podía, no podía imaginar un futuro sin ella.
—Nicol, cásate conmigo. — no fue una pregunta.
...
Sandra le agradeció a Mason por dejarla en la puerta de su edificio, lo despidió con la mano mientras este arrancaba el lujoso auto que más bien parecía una limusina pequeña.
Mason, el chofer de la hermana de Azael la recogió en la puerta de Tecnología Zyro. Sandra se había sentado en el suelo contra una de las paredes perfectamente pintadas de blanco que contrastaban con el descuido y la suciedad de la calle cuando un par de zapatos de vestir negros limpios y claramente costosos se paraban frente a ella.
Un enorme hombre de músculos increíblemente definidos visibles bajo el uniforme y la gorra de chofer y un rostro que fácilmente podría encontrar en una revista de moda (si no fuese por los vistosos tatuajes que le cubrían todo el brazo derecho hasta el principio del cuello). Notó que algunas personas que pasaban se detenían a mirarlo o bien con temor o en ocasiones (especialmente las chicas) con un deseo extraño que se combinaba con el temor y la atracción.
Por un momento sintió temor también, un temor parecido a cuando fue acosada en esa calle oscura por esos hombres alcoholizados y Dante la ayudó.
Dante.
Intentó no pensar en él.
Sin embargo el atractivo hombre frente a ella si bien era intimidante no lucía como esos asquerosos maleantes de ese día. Más bien era una presencia intimidante pero atractiva en bruto sin pretensiones y poses, como el atractivo que puedes encontrar en un león en su hábitat natural.
Le sorprendió que el hombre le extendiera una mano para ayudarla a levantarse. Sandra se sentía tan débil y tan incapaz de hacer mucho por sí misma que simplemente aceptó la ayuda.
Le sorprendió aún más que él le explicara que sabía dónde estaba Nicol y que le asegurara que estaba bien y a salvo pero que se estaba ocultando de la policía.
Cuando le pidió hablar en otro lugar y Sandra aceptó tomaron el extravagante auto aunque ella se negó a ir en el asiento de atrás así que sorprendiendo al hombre tomó el asiento del copiloto y se detuvieron hasta el parque cerca de la compañía pero ninguno se bajó el auto.
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Una esposa para el CEO | Disponible en físico
RomanceDesde que Nicol dejó la universidad para pagar la cuota del hospital de su padre ha logrado sobrevivir con trabajos de medio tiempo mal pagados. La suerte le sonríe cuando es contratada para ser la asistente personal de un importante hombre de negoc...