—Cómo me gustaría que esto fuera para siempre. —Dijo mientras observábamos el amanecer—. Este tipo de momentos a veces, y por desgracia, sólo se viven una vez.
—De ti depende que tengamos más amaneceres en común. —Mis brazos la cubrían, la manta nos protegía del sereno.
—¿Sabes? —Giró la cabeza a mí.
—¿Qué? —La miré a los ojos.
—A veces me gustaría que la vida no doliese tanto y que las cosas fueran como yo quiero que sean. Al menos para mí, la vida me ha mostrado su parte más oscura.
—Ponle estrellas.
—¡¿Qué?! —Exclamó
—Sí. —Contesté—. De ti depende que tu cielo no sea solamente oscuridad, tienes en tus manos el poder de dibujarle su luna, sus nubes y sus estrellas. De vez en cuando, puedes dibujarle un eclipse.
—Eso es, lo nuestro ha sido como un eclipse. El sol y la luna pasan incluso años sin poder rozarse, pero llega un día o una noche cuando las leyes del universo conspiran a su favor. Lo mismo pasó con nosotros, ahora estamos eclipsados. Digamos que tú eres el sol y yo soy la luna.
—Y el sol nunca deja de brillar aún echando de menos a la luna. ¿Ves? El mismo universo nos da las mejores respuestas. ¡Nunca dejes de brillar, asimismo pasen muchas catástrofes!
—Un eclipse, un eclipse. Eso es lo que somos. —Nos tomamos de las manos.
—Es nuestro momento. Ya era hora, ¿no crees?
—Todo tiene su momento —Juntamos nuestras bocas y cerramos los ojos, nos dimos un ligero pero no tan ligero beso—. Este es el nuestro.
Llegando a casa de Mary, nos percatamos que había un carro estacionado.
Entramos. Y estaba su madre discutiendo con un señor con una notable barba. Al ver que entramos rápidamente la señora Jones cambió su rostro fácil, estaba preocupada y enojada.
Mary se quedó paralizada, no dijo nada por un buen rato, solamente observar al señor. Estaba confundido, ¿por qué Mary se puso así al ver a este sujeto?
Tan pronto se le salieron las lágrimas, pero no eran lágrimas de tristeza, eran de rencor y de muchos sentimientos guardados.
—¿Qué haces aquí? —Dijo Mary con un tono elevado.
—¡Hija! —Exclamó con una sonrisa—. Tanto tiempo sin verte. —Ahora entendía todo, él era su padre.
—No soy su hija, soy una desconocida para usted. Entienda de una vez. Me abandonó cuando más lo necesita, cuando necesitaba a un padre para contarle cómo me fue en la escuela, para contarle sobre el chico que me gustaba y que tú te enojaras entonces. Cómo puede venir de la noche a la mañana y fingir que nada ha pasado.
—Hay tantas cosas que tenemos que hablar al respecto.
—Hay vacíos insustituibles, señor. No sabe cuánta falta me hizo cuando decidió marcharse. Me dolió mucho que no estuviera aquí. Ahora ese vacío nadie lo puede llenar, así pasasen mil años.
—Hija, debes entende... —Antes que terminara de hablar, Mary lo interrumpió.
—¡No! Usted no tiene la más remota idea de cómo me sentí todo este tiempo. Ahora viene como si nada, fingiendo que quiere ser padre, no, usted es un desconocido para mí. Es un hombre más en el mundo. Mi madre es mi padre a la vez. Me vio crecer, no le importó cómo estuviese la economía, aún estando desempleada buscó un empleó para darme de comer. Me soportó en esos días en los que ni siquiera yo me soportaba, ella sola, lo hizo sola, me enfrentó sola. Me vio crecer sola, mi madre y yo nos tenemos, solamente nosotros dos sabemos lo que es este maldito sentimiento. ¿Piensa que lo necesitamos después de haber estado más de dos décadas sin usted?
—No sabía qué hacer, todo fue una sorpresa, todo fue tan inesperado, tu madre se embarazó a tu edad y no supe controlar la situación, nadie nace con instrucciones de cómo ser padre.
—Tal vez no se traigan, pero hay que ser bien hijo de…
—¡Mary! —Mandó a callar su madre
—¿Cómo puedes defender todavía a este señor, mamá?
—Aunque no se lo merezca, hablo de tu respeto, debes dárselo, porque, quieras o no, es tu padre.
—Yo sólo necesito una oportunidad. —Su padre dio un paso a ella, ella dio un paso para atrás
—¿Una oportunidad para qué? ¿Para que vuelva a hacerme daño? ¿Por qué no se quedó donde estaba? Usted para mí ya estaba muerto, solamente era una fotografía.
—No me digas eso, por favor. No sabes cuándo daño me haces. Sé que te… les —corrigió— hice daño a ambas, pero era tan solo un joven que no sabía hacia dónde ir, no tenía en sus planes ser padre a tan temprana edad.
—Pero yo si tuve que madurar a tan temprana edad, y todo por su culpa. Es el culpable de la mayoría de mis desgracias, he vivido con un gran nudo en la garganta durante 19 años. ¿No supo cómo ser padre? Me dice, pero mi madre sí supo cómo serlo. No venga con excusas ridículas.
—No hay razón válida para abandonar a un hijo —Dijo su madre—. Al igual que a Mary, a mí también me hiciste mucha falta. Te esperé toda una vida y no decidiste volver por nosotras, no te importó en lo absoluto que cargara con tu funeral durante todo este tiempo, que estuviese vestida de luto por alguien que aún no había muerto. Despertaba con la ilusión de que algún día volvería a verte, pero ya han pasado 19 años desde entonces. La vida pone el puño, pero son las personas las que deciden darlo. Y algunos golpes son demasiado fuertes. Tú nos diste el golpe más fuerte: yéndote.
—No quería irme, lo juro, es que no sabía cómo enfrentar toda esta situación. Solamente construí esta casa, pero no supe construir un hogar.
—Eso es, usted lo acaba de decir, a mí me hubiese gustado más tener un hogar, que andar en hotel en hotel alquilando. —Suspiró Mary—. Pero ya es demasiado tarde. ¿Entiende a lo que me refiero?
Su padre bajó la mirada
Mary comenzó a llorar aún más. —Nunca sentí lo que era una caricia de un padre.
No sabía qué hacer, aunque algo dentro de mí me decía que no debía hablar, porque era algo que solamente a quienes les dolió podían hablar.
—Las cosas cambian, la gente también lo hace. He aprendido una gran lección, me he sentido solo durante todo este tiempo por un maldito error.
—Eso no fue error, fue una barbaridad. —Su padre se acercó unos cuantos pasos más como queriéndole dar una abrazo a Mary—. ¡Aléjese! ¡No me toque! No quiero sus abrazos. No quiero nada de usted, ni siquiera quiero su consuelo. Váyase de una vez de mi vida, pero, por favor, no se quede a medias, porque termina doliendo mucho más.
—Adam, no quería que vieras todo esto, lo siento mucho. —Me dijo Mary
—No te preocupes, bastante tienes con esta situación incómoda y dolorosa.
No quería dejarla sola, no quería que sufriera esto sola.
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Soledades Opuestas
RomanceAdam Parker y Mary Jones son dos jóvenes solitarios. Un día tropezaron con la misma piedra y se dieron cuenta de que habían estado viviendo lejos, pero con un sentimiento muy poderoso: el de estar juntos.