Capítulo XI: "resuelto"

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Las noches son vacías

Acopladas del frío que congela tus extremidades

El sudor fresco

Y el temor que obtienes de la ansiedad

Que tu cuerpo provoca.

Las tardes ya no tienen sentido

La rutina se vuelve fastidiosa

Comienza a asfixiarme

A encerrarme en un pequeño calabozo

Donde las maldiciones se cumplen.

Y es qué ¿por qué a nosotros?

¿Qué hicimos de malo?

¿A caso los demás son perfectos?

¿A caso ellos tienen la verdad sobre esto?

Las tormentas de gotas heladas

No son malas

Como el ser humano las plantea

Con ellas podemos apreciar

Uno de los maravillosos fenómenos atmosféricos

Que el mundo ha creado.

Tal vez a muchos les parezca tonto

El hecho de querer recibir

Tu primer beso

Bajo la llovizna

Que emana delicadeza y belleza.

Será de película

Será de una serie cliché

Será de un libro muy clásico
será una historia muy fácil de reconocer

Pero en el momento en el que sucede

El sistema de una persona

Se descontrola

Porque sabe que su cometido

Se ha cumplido como tanto deseaba.

Pero quien puede decirlo,

Capaz los sueños se vuelven reales.

Febrero 6, lunes a las 6:02 am.

La primavera quiso dar su entrada como una estrella de Hollywood pero todavía su tiempo no había llegado, la nieve (que hacía que tus huesos se congelaran en tan solo una pisada fuera de tu casa) poco a poco iba abandonando su lugar y los pequeños destellos del sol irradiaban un poco de calor. Las plantas, la naturaleza, la flora que era parte de la tierra iban deshaciéndose a medida que el astro daba su aparición.

El suave y pasional olor de una de sus bebidas calientes favoritas llegó hasta el primer piso, hipnotizando cada uno sus sentidos y envolviéndolo en el anhelo de beberse dos o tres tazas. Checó que su cuerpo no apestara a basural, pero tuvo que verse obligado a meterse dentro del cubículo donde los humanos asean su esqueleto, el ambiente estaba más caliente que un sauna, el humo que acorralaba las paredes de cerámicos provocó que estas sudaran creando gotas casi invisibles, un proceso físico que la vida poseía. Sabía que era muy temprano para que su mente se concentrase en una persona específica, que su complexión física se tensionara y su cabeza se nublara en el mismo pensamiento y sueño húmedo que había tenido hace semanas atrás. Se preguntó a sí mismo cuánto es que no disfrutaba un ritmo diferente de la vida, saliendo de la cotidianeidad y realizando algo espontáneo, como cumplir lo que el placer le pedía a gritos en su sentido auditivo.

Un tramo largoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora