Te escribí en mis fantasías
Te imagine en mis noches
Te dibujé en mis cuadernos
Te canté canciones en el abismo
Te tomé la mano al cerrar los ojos
Te puedo sentir
A mi lado, acompañándome
Has cambiado una parte de mí
Has hecho que conozca algo
Que nunca pensé que pasaría por mí
Tu cabello lacio con destellos rubios,
Tus labios delgados, resecos del frío
Tu cuerpo entallado y trabajado
Tus dientes relucientes
Tu forma de ser
Tu manera de tratar a la gente
Creo que estoy enamorado de ti desde hace seis meses
Sin tener conocimiento de cuando pasó.
Me aterra que algo salga mal
Me aterra que solo yo sienta este lazo
Me aterra que el hilo rojo nos una
Pero que algo nos desuna
O simplemente que en esta vida no se nos dé
Me aterra el mundo y las personas que viven allí
Pero nadie impedirá que sienta esto por ti
Nadie lo entendería
Solo tú y yo
Los culpables de este sentimiento extraño
Pero tan placentero.
Si no es en esta vida
En este planeta
Aquí mismo,
Lo será en otro.
Pleno veinticuatro de diciembre, un día para disfrutarlo junto a tu familia, comer hasta que tu estómago esté por reventar, probar cualquier tipo de postre, entablar una conversación que acabe en llanto por el chiste malo que hizo tu tío, sentirte en casa luego de que el estrés embeba tu alma todos los días pasados del año. Haría por lo menos diez años que eso no sucedía en la vida de William, no había sentimiento festivo dentro de su corazón endulzado con edulcorante, un sustituto del azúcar.
Posó frente a su espejo, mediante a sus ojos solo podía ver un chico completamente perdido, sin comprender nada de la vida, flacucho, con el rostro chupado y una sonrisa triste. La certeza de aquello eran los adoquines gigantes que llevaba sobre sus hombros, esa carga que aún dolía y no podía sanar, no se aliviaba y la herida se abría cada vez más. "Los tiempos serán mejor", se dijo para sí mismo, "hoy será un día diferente, tendrás una familia con quien pasar la noche, no estarás solo y no te hará falta el afecto", suspiro y limpió las lágrimas que se le caían por sus dilatados, penetrantes y gigantes luceros verdosos, "concéntrate". Estiró su cuerpo el cual hizo un sonido extraño y fue en busca de las llaves del coche, subió a este y puso música de fondo, la cual nunca podía ser infaltable. Condujo por el barrio a no más de veinte kilómetros por hora, una canción con una armonía única, su letra desplazaba el hecho de tener a alguien frente a ti y que sea tan maravillosa a tus ojos que te pierdas al verle, cantó acorde con esta mientras llegaba al primer semáforo de la avenida, el cantante que había escrito esa obra de arte era muy reconocido por la gente y aclamado por su manera de ver al mundo, sin etiquetas, sin estereotipos, amando a todos por igual e intentando de hacer el bien en la sociedad, todos estos puntos llamaban la atención de los adolescentes de esa época, era un modelo a seguir. Aparcó el coche en la entrada de la casa de su mejor amiga, tomó todo el coraje que tenía en su interior y apretó dos veces una especie de botón.
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Un tramo largo
Teen FictionUn mundo en el cual habitan seres humanos con sus historias de vidas ya escritas por los ángeles que le ofrecen a Dios su servicio. Éstos están divididos según sus funciones y lo que la deidad suprema haya dictado para su camino. Quienes ser rebelen...