Epílogo: "Sigamos soñando con nuestro amor"

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Los adolescentes se han dedicado a escribir muchas historias que los adultos nunca llegarán a comprender sino tienen un mínimo de empatía, los adolescentes narran novelas llenas de pasión, dolor, amor y tristeza, viven pendientes en un hilo entre el "estar bien y estar mal", nunca hallan un camino a donde quieren correr sin parar porque muchas veces se pierden a sí mismos en el medio del tramo. Dicen por ahí que al final del trayecto, uno se encuentra reflejado en un espejo, un simple espejismo que muestra el exterior de tu persona ocultando la belleza interna, pero ¿en verdad eso es lo que queremos mostrar? ¿Que somos un pedazo de carne que solo es valorizada por cómo se ve?

Las deidades en este planeta deciden cuando es tu hora de partir hacia un nuevo sitio, donde cumplirás más metas de las que hiciste en tierra o pagarás por lo que creaste gracias a lo que los ángeles caídos impusieron en tu historia de vida, los momentos son pasajeros y únicos por eso es valioso disfrutar la brisa fresca de la mañana cuando tus pies tantean el suelo que está helado y cómo es que las cosas más básicas y absurdas se vuelven pasionales, como una necesidad para sentir que aún respiras este aire.

- ¿Aunque estemos separados me prometes que aún nos hablaremos, por más que tenga que ser a tu método, cómo siempre te gustó? — un puchero de niño de cinco años se formó en las comisuras de la gran sonrisa de Edward, quien le dirigía la palabra a William mientras tomados de las manos miraban con anhelo las estrellas que relucían mucho más que haces semanas atrás.

- Quiero que si hacemos esto. — con eso se refería a una relación a distancia. — lo hagamos a la antigua, con cartas, que nuestra pasión y deseo por cruzar las miradas y comernos con nuestros gestos sea lo que más necesitemos en cada momentos, también quiero que mediante las letras transmitamos lo que sentimos en esos momentos así nos podemos expresar más de lo que ya hacemos, que es poco. Quiero que nuestro amor tenga fulgor cómo cuentan en esos libros y te muestran en esas viejas películas donde un príncipe y una princesa se aprecian el uno al otro.

- ¿aunque seamos dos príncipes? — bromeó.

- ¿Qué tiene de malo? Lo que compartimos en estos momentos es una de las emociones más puras y complejas que se dan en la vida, lo nuestro es sencillo pero único, sin tener que explicar el sentido de nuestro lazo, el que ahora compartimos. — absorto por aquellas palabras observaba Will a Ed con un brillo que resplandecía de sus iris, sus preciosos fanales esmeraldas que hacían juego con los colores de la naturaleza. — pero quiero que también tengamos libertad, no sé si estés de acuerdo pero quiero que puedas disfrutar de otras personas tanto cómo yo pueda.

- ¿O sea, que quieres tener sexo con otros? — aquellas palabras fueron más clara que el agua que uno bebe.

- Diciéndolo así suena grotesco, pero creo que me entiendes. — suspiró intentando de alejar el bostezo que le venía.

- Tener una relación abierta, sabiendo que nos amamos. Me parece bien, sí es que así lo quieres, estoy de acuerdo contigo. — le obsequió una sonrisa. — nunca pensé que mi congelado corazón pudiese amar a una persona que irradia calor, amor, lo que siempre me hizo falta en la batalla que tuve hace años.

- Sonará muy cursi pero, hay personas que vienen al mundo para hacer brillar a otras, para otorgarles lo que les arrebataron. — tragó el nudo que se había alojado en su garganta. — tu iluminas sin necesidad de brillo, eres único a tu manera, espontáneo cuando deseas, buscas el equilibrio de todo y nunca te pierdes en el camino. Eres perfecto frente a mis ojos, mi alma y corazón, mis pensamientos te traen envueltos en ellos hace tiempo y no te sueltan porque representas lo que en algún momento les hiciste falta, cuando los azotaban sin razón alguna más bien el dolor que les imponía la presión. — los brazos del ojiverde se posaron con delicadeza y dulzura en la cintura del bonito niño castaño con pómulos enmarcados. — algún día conoceremos a nuestras sombras que nos persiguen hacia el trayecto del mal, mientras caminaremos por un tramo largo tomados de la mano.

No es cobarde aquel que le teme a que lo apedreen por ser quien se expresa tal y cómo es, simplemente esta ahogado en el miedo impuesto por individuos que creen tener la razón cuando en el juego de ajedrez podemos perder la lógica y a veces la inteligencia cuando movemos mal el peón o la reina. Si a la vida le apostáramos cómo lo hacemos al jugar al póker, la mayoría hubiésemos perdido al igual que el mayor profesional que es el estafado en la zona de juego, por quien lleva el título de dueño, que tiene la última palabra en la ronda final.

¿Entonces en verdad todavía ellos pueden salvar al mundo? ¿Pueden acabar con todo aquello que les genera un malestar? ¿Con todo lo que les lastima y quema en el interior?   

Un tramo largoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora