Aún no respondía, solo luchaba contra mi misma para no imaginarlo desnudo, pero era en vano, mi cabeza ya había dado rienda suelta a mi gran y extendida imaginación, y cuando caí en la cuenta de lo que tenía en frente, metía el dedo en su boca una y otra vez sin dejar de mirarme saboreando la mermelada.
—Creo que se me ha quitado el hambre.—Dije evitando mirarlo levantándome a gran velocidad, pero él también fue rápido cuando llegó hasta mí quitándome el paso.
—¿Qué pasa?—Dijo con voz suave recorriendo con la yema de sus dedos mi mejilla y con la mano libre agarrándome de la cintura y pegándome hasta él
—No, Chris.—pronuncie al mismo tiempo que gemía al sentir sus dedos bajar por mi garganta, y sus labios besando mi cuello y hombro
—¿Qué...?—Dijo él tranquilo
Pero estaba tan confundida, que estaba perdiendo el control de mi propio cuerpo, y cuando creí poder detener aquello, había subido su rostro hasta mí altura y sus labios jugaban con los míos.
Con suavidad, los labios se entreabrieron dejando paso a las lenguas que recorrieron cada rincón de la boca contraria, y como si mis brazos se manejaran solos, se colocaron tras su cuello pegándolo aún más a mí.
Mi corazón comenzó a palpitar a toda prisa. No era dueña de mí misma pero a la vez me sentía más bien que nunca haciendo caso a mí corazón y no a mí cabeza, que me negaba algo de felicidad en esta locura.
Chris me tumbó sobre la mesa con delicadeza tumbando todo lo de más al suelo, se oyó estallar un cristal, pero yo fui la única que se sorprendió pues él seguía subiendo su mano bajo mi camisa de botones.
La piel se me erizaba, la respiración se me agitaba al igual que mis latidos con cada botón que soltaba.
Mis manos desalojaron su cuello y con la yema de mis dedos recorrí una y otra vez las líneas de su espalda desnuda, cuidada y sensual, sus besos bajo mi pecho provocaban temblor sobre mí, y los jadeos y gemidos que provocaban su tacto me sonrojaban.
Jamás me había sentido tan vulnerable ante alguna situación. Las manos de Chris ya no tenían sitio fijo cuando el último botón de mi camisa se soltó y dejo ver el sujetador sin asas negro que llevaba.
Cuando nuestra mirada coincidió mi cara se volvió completamente roja de vergüenza, y la de él llena de fuego y pasión que sus ojos mostraban con algo de deseo. Sin dejar que volviera en sí, se acercó a mí y unió sus labios de nuevo a los míos dejándome sin respiración, por un momento no sentí sus manos acariciar mi cuerpo pero sí como su cuerpo se despegaba del mío, entonces cuando sentí sus manos provocando que gimiera exageradamente entendí su ausencia.
Acariciaba mis pechos sobre el sujetador con desesperación y se alejaba de mí mordiendo mí labio inferior. El deseo de más hizo que me irguiera y él aprovecho para pasar sus manos tras de mí y antes de que volviese a caer sobre la mesa se deshizo de mi prenda, un escalofrío recorrió mi cuerpo de frío, en parte me sentía bien, pero también sentía miedo lo que hizo que me agarrara de Chris, comencé a temblar.
Si nos acabáramos de conocer en esta vida, me echaría exactamente la que tenía en la anterior, se suponía que tenía que ser una más y para mi todo aquello era la primera vez, los besos, las caricias, roces, todo.
—¿Tienes frío?.—Dijo él divertido
—Sí.—Respondí con temor porque notase algo que nos llevara al tema de que puede que esté loca. Él se puso serio y algo preocupado.
—Mejor lo dejamos.—Dijo separándose y poniéndose de pie, rápidamente tape mis pechos con los brazos como pude, salté pegándome a él.
—No, no te vayas.
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Careful what you wish 1 ᶜʰʳⁱˢᵗᵒᵖʰᵉʳ ᵛᵉˡᵉᶻ
Romance"Los deseos son el primer paso para que suceda la magia"