CAPÍTULO 14. El vestido.

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Idalia.

-Idalia... ¿Alguna vez te has enamorado?- preguntó el chico moreno de descendencia afro que estaba sentado frente a mi.

Su pregunta me tomó desprevenida. Miré alrededor, por un momento, creí que se lo preguntaba a alguien más.

Había ido a la ciudad para recogerlo. Anuar era un estudiante de contaduría que nos visitaba unas veces al año para ayudarme con los asuntos de dinero en la hacienda. Además, lo consideraba un buen amigo y sobre todo; una buena persona.

-Creo que una vez estuve enamorada.- dije mirando desanimada al plato de comida que pedimos en un restaurante económico de la ciudad.

-¿De quién? - preguntó sorprendido.

-De René.- al decirlo sentí un amargo sabor en la lengua.

Él se cubrió la boca, como si mi confesión fuera la más perturbadora de todas.

-¿Qué?- exclamó después de tragar la noticia.- ¿El mejor amigo de tu ex esposo?- quitó su expresión de asombro y la cambio por una sonrisa.- ¡Picarona! Aunque debo de aceptarlo, René es un tipo bastante agraciado. Y... ¿Sigues enamorada de él?

Negué con la cabeza.

-Eso fue cuando vivía con Andrés. René era el único hombre decente que conocía y por eso me enamoré de él. Pero después del divorcio todo lo que alguna vez sentí por René se esfumó, no sé como...

-Y fue hasta después que René se enamoró de ti, ¿no es así?

Mire asombrada a Anuar al ver lo astuto que era para percibir ciertas cosas.

-Además, no quería tener ningún tipo de relación con alguien que había sido tan cercano a Andrés.

-Ese hombre no te trató nada bien, ¿cierto?

Asentí.

-Y... ¿estás considerando volverte a enamorar? ¿o por qué estas tan pensativa?- preguntó intrigado.

Volví a sorprenderme, ese chico parecía que con solo mirarme podía ver a través de mí. Por razones como esa era por la que nunca le guardaba secretos y siempre le hablaba sin pelos en la lengua.

-Conocí a un hombre...- lo vi frunciendo el ceño, queriendo detalles de lo que le hablaba. Suspiré convencida.- Se llama Amadeo y sí, ¡es el hermano de mi ex esposo!

Lo miré sosteniéndose del mantel de la mesa, como si estuviera a punto de desvanecerse.

Su reacción me hizo reír un poco pero intente mantenerme seria con el tema.

-Sabía que te gustaban las emociones fuertes, ¡pero no pensé que fuera para tanto! - negó con la cabeza.- Mujer, ¿piensas repetir la historia?

-No, claro que no... Amadeo... Él es distinto.- dije sin poder evitar sentirme ridícula al defender a un hombre que apenas conocía.- Es un buen abogado, un hombre de ciudad y...

-Ser un hombre de ciudad no lo hace mejor persona.- me interrumpió.- Esos son los peores. Te regalan chocolates y flores a cambio de una noche de placer, no buscan nada serio.

-Tienes razón.- resoplé.- Francamente no sé en que estoy pensando estos días... Siempre supe que el amor no era un sentimiento para mí y nunca lo espere. Jamás he deseado nada de ningún hombre.

-Pero... Si sientes atracción hacia él es por algo, ¿no crees?- dijo intentado animarme.

Hice una mueca y él me tomó de las manos.

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