Capítulo 5

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Después de estar esperando a un taxi durante media hora, por fin llegó. 

Diez minutos más tarde, el taxista paró en la calle que llevaba a mi casa. Mientras iba andando, no paraba de pensar en todo lo ocurrido, pero cuando fui a abrir la puerta, me vino un pensamiento, del cual ya no me acordaba; "Supuestamente yo debería de haber ido al Psicólogo. ¿Qué le digo a mi hermana?"-Pensé.

Cohibida, abrí la puerta. Fui corriendo hacia las escaleras para subir a mi cuarto. Y a mi misma me dije: prueba superada. Pero me equivocaba. Cuando entré en mi habitación, estaba mi hermana sentada encima de la cama.

-¿Qué haces aquí? 

-Esperarte y así, hablamos de lo que te ha dicho Nicole. 

Supuse que esa tal Nicole era la Psicóloga. Pensé rápidamente lo que me dijo Jackson de las pesadillas y me inventé un poco la historia a mi manera.

-Pues ha estado diciéndome que no me preocupe de las pesadillas, porque son revelaciones.

-Mira Ana, me ha llamado Nicole para informarme de que no aparecías. ¡Sé que no has ido, y encima tienes la cara dura de mentirme! 

-Pues no, no he ido. Porque no eres nadie para llamar a quien te dé la gana sin mi permiso.

-Has estado con ese, ¿No? Al menos, ¡Podrías haber avisado, que son las nueve de la noche, y no sabía ni donde estabas!

-Ese, se llama Jackson. -Bueno, ahora ya no sabía si me estaba ayudando o no, porque su novia me había querido matar.- Y sí, he ido con él.

-No es una buena influencia, míralo, lleno de tatuajes asquerosos, cicatrices... es el típico que no sale de una pelea y ya está metido en otra.

-Como se nota que no lo conoces.

-Lo conozco lo suficiente.

-Pues no lo parece. Y ahora, sal de mi cuarto.

-Ana, tienes que escucharme...

-¡Fuera!

Y sin decir nada más, salió de mi habitación. 

Después de decirle eso, pensé que a lo mejor me había pasado un poco con todo lo que le había dicho. Pero, en cierto modo, yo tenía razón; Vale que fuese mi hermana y quiera que me encuentre bien, sin pesadillas que me despierten todas las noches, sin que tengan que volver a salvarme la vida, por culpa de ellas, pero yo también tenía derecho a decidir por lo que quería hacer. 


Me senté en el escritorio y empecé a estudiar un examen que tenía dentro de dos días. 

Sin darme cuenta, me quedé dormida encima del libro abierto, del que ni siquiera había podido leerme una página entera. 


Otra vez esa habitación, oscura y con el dichoso cuadro.

Cada vez me ponía más nerviosa, porque ya sabía lo que iba a pasar. Me dirigí a la puerta, y para mi sorpresa estaba abierta. Salí corriendo y empecé a llamar a Lizz. 

La busqué por toda la casa pero no la encontraba; me encaminé a la cocina, y allí estaba ella, se giró y llevaba un cuchillo en la mano. Se acercó a mí y me dijo:


-Ya te he dicho que no es una buena influencia, ¿Por qué sigues buscándolo? Él no te quiere, te ha dejado. 


Intentaba hablar, pero mi voz no salía.


-Todo por tú culpa, si no hubieses hecho esa tontería, todos estaríamos vivos.


¿Qué me estaba diciendo? Se acercó aún más e intento matarme, pero yo la esquivé y salí corriendo por la puerta principal hacia la calle, y de pronto me desplomé.

Morir para volar #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora