Capítulo 23

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Estaba abrazada a él, mientras me acariciaba la espalda.

No sé cuánto tiempo nos quedamos en esa posición, pero aunque hubiesen sido cinco horas, para mí, habrían pasado como segundos. 

Mi hermana, bueno, Lizz, de pequeña me decía: "Los buenos momentos pasan rápido, pero en cambio, los malos, duran una eternidad. Ya lo entenderás cuando seas mayor."

Qué razón tenía.

Me reincorporé, quedándome sentada en el borde de la cama. Todo estaba perfectamente hasta que Cindy habló.

-Ana, ¿Sabes algo sobre unas piedras?- ¡¿Qué?! No sabía que contestar a eso. ¿Por qué me pedía Cindy las hojas?

-Cindy, ya se lo digo yo. -Dijo Jackson levantándose y andando por la habitación hasta llegar donde estaba yo.

-¿Qué haces? No estás en condiciones de levantarte.-Dije, cogiéndolo del brazo.

- Tranquila, ya estoy bien. No me va a pasar nada, siempre que estés junto a mi.-Dijo, acariciándome la mejilla.

Lo miré sin entender. Él se percató de ello, y formó una pequeña sonrisa.

-Necesito que seas sincera. ¿Has cogido una "hojas" de piedra de debajo de mi cama?

-Emm... ¡¿Perdona?! Esas hojas las cogí yo, las tenía guardadas y el otro día ya no estaban en el sitio donde las dejé.

-Eso es imposible, yo las he tenido siempre conmigo. Si no los tuviese no...

-¡Jackson!- Lo interrumpió la directora.

-No, ¿Qué?

-Señorita Brown, vuelva a su habitación, aún tiene una hora para dormir antes de las clases.

-De aquí no me voy sin ninguna explicación. Estoy harta de que nunca me digáis lo que pasa en realidad.

-Lo siento, pero el señor Thomson a de descansar, ha pasado una mala noche.-Dijo la doctora.

-Ahora lo dejo pasar, pero la próxima vez que nos veamos no me marcharé hasta que no me cuentes todo lo que está pasando.

Jackson me miró con comprensión y se le dibujó una sonrisa que hizo olvidarme de todo por segundos.

Aunque estaba un poco molesta con él por lo que me estaba ocultando y por insinuar delante de la doctora y de la directora que estaba mintiendo, no pude olvidar esos sentimientos que cada vez se hacen más fuertes y más constantes hacia él. ¿Por qué me pasaba esto a mí? 

-Tenlo por seguro, Brown.-Me contestó él.

Después de esas palabras me marché a mi habitación.

Tan solo llegar a mi cama me dejé caer en ella. Emma no estaba, ¿Donde se había metido? La había perdido de vista cuando me dejó con Jackson. Llevaba unos días distantes, pero es normal, Ash ha hecho que ella siempre esté contenta y no tan loca e impulsiva como antes.

Durante la hora siguiente estuve tumbada sin poder dormir, pensando en las dichosas hojas, al final antes de irme de la habitación de Jackson las dejé encima de su escritorio sin que se diese cuenta. Él estaba encaprichado en que esas hojas eran suyas desde hace mucho tiempo, pero, ¿No es mucha casualidad, que justo unos días después de que desaparezcan de mi habitación, amanezcan debajo de su cama? Algo raro estaba pasando en este internado y lo iba a averiguar.

Después de esa hora, me duché y me puse el uniforme antes de ir a desayunar. Buscaba entre la multitud a Emma para desayunar con ella, pero no la encontraba por ninguna parte. Para no sentarme sola, me encaminé a una mesa donde estaban unos compañeros con los que iba a clase. No es que tuviese una muy buena relación con ellos, pero al menos no desayunaría sola.

-Hola, ¿Os importa que me siente con vosotros?-Pregunté un poco incómoda. Todos los que estaban es la mesa se giraron a verme y sonrieron.

-Pues claro. -Dijo Luna. Era una chica muy simpática y por las notas que sacaba, muy inteligente.

-Gracias. -Le contesté con una sonrisa de agradecimiento y me senté a su lado.

-¿Y eso que te sientas hoy con nosotros? -Dijo una chica morena, que no recordaba su nombre.

-¡Lara! -Le gritó Luna. -No te lo tomes a mal, Lara es así con todo el mundo.

-Solo soy así con la gente que desobedece las normas. -Sin decir nada más se levantó de la mesa y se fue. Me quedé callada, no sabía por qué me decía eso. ¿En qué momento había desobedecido a alguien? 

Se formó un incómodo silencio, nadie me miraba menos el chico que tenía enfrente, no iba a mi clase, por lo tanto no sabía su nombre, pero su mirada me estaba incomodando demasiado. 

Levanté la mirada y sus ojos azules intensos no se apartaron.

-¿Algún problema... -Hablé alargando la palabra para que entendiera que no sabía su nombre, y él lo captó.

-Daniel, me llamo Daniel Lewis Reeve. -Sus ojos se entrecerraron  y su cabeza de ladeó haciendo que su cabello negro como el azabache le cubriera un ojo. Su gesto me dijo que esperaba una respuesta por mi parte. Mi mente se distrajo un poco a causa de su belleza, que chico más guapo. Pero entonces mi mente empezó a atar cabos.

-¡Oh! ¿Así que eres el hijo de la directora? 

Él hizo un gesto de dolor.

-Perdona si te ha molestado la pregunta, pero como me has dicho el nombre completo he pensado que era para que preguntara. O ya, ya se, ¿Era para presumir que tienes como madre a una directora?-Dije quitando un poco de tensión, que parece funcionar cuando Daniel muestra una media sonrisa. 

-Claro... Claro era eso. -Dice como si no estuviese lo suficientemente seguro de sus palabras.

-Bueno, chicos, vamos que ya es hora de ir a clases.

Me levanté de la silla para ir a mi primera clase del día, pero no sin sentir antes, una mirada intensa clavada en mi nuca.

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En multimedia tenéis a Daniel :3

Siento muchísimo haber tandado en publicar. 

Espero que haya valido la pena la tardanza.

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Morir para volar #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora