Capítulo 29

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-Ana, ¿Estás bien?

Estaba sentada en la cama. Todo era muy confuso, no sabía exactamente que acababa de pasar.

-Sí... sí, estoy bien, tranquilo Jackson.

Ya casi no recordaba que se encontraba Jackson en la habitación.

-¿Y Daniel? ¿Dónde se ha metido?-Pregunté, curiosa. 

-Se ha ido en busca de la doctora. 

-¿Para qué?

-¿Cómo que para qué? Has estado unos instantes con los ojos en blanco y sin responder a lo que te decíamos. Estabas como... ida.

Justo en esos instantes la puerta de la enfermería se abrió, primero pasando Daniel y tras él, la Dra. Parker.

-¡Oh! ¿Te encuentras mejor?-Fue Daniel quien me habló. 

-Sí, solo ha sido un pequeño mareo.

La Doctora Parker me hizo un gesto para que abriera los ojos, y me puso una luz enfrente de ellos, para que los moviera de un lado a otro. Luego me puso la mano en la frente y frunció el ceño.

-Ves bien, la temperatura es normal... habrá sido un mareo. Es normal, has estado todo el día tumbada sin hacer nada, y ahora al levantarte...

Asentí con la cabeza.

-Bueno chicos, Ana tiene que descansar. Iros a vuestras habitaciones, que supongo que tendréis deberes que hacer.

-Sí, yo ya me voy. Nos vemos mañana, Ana. Mejórate. -Dijo Jackson, mientras salía por la puerta.

La doctora salió y tras ella iba Daniel.

-¡No!-Grité.

Daniel se giró con brusquedad.

-¿Te pasa algo? ¿Estás bien?-Preguntó, preocupado.

-Sí, yo solo quería decirte una cosa antes de que te fueses. No te vayas, espera unos minutos. Seré breve.

-Sí, claro. ¿Qué ocurre?

-Sólo quería saber... Ese helado...

Al chico se le curvaron los labios.

-Tranquila, ya te traeré otro mañana. Es que cuando te has mareado se te ha caído al suelo, y lo he tenido que tirar...

-No es eso. Es solo que... no me he mareado.

-¿Cómo? 

-Estaba como en un sueño. 

-¿Qué tipo de sueño? ¿Era bueno?

-Sí, bueno, eso parecía. Era, ¿Cómo decirlo? em... inocente.

-¿Inocente? ¿Qué quieres decir?

-Me encontraba en una habitación llena de peluches. Había una niña llorando, y entró un niño para hacerla recapacitar de que su enfado no tenía sentido alguno, era por una tal... Bubú o...

-¿Lulú?-Dijo él abriendo los ojos.

-¡Sí! Ese era el nombre. -Dije con entusiasmo, hasta que empezó a borrarse la sonrisa de la cara cuando mi menté empezó rápidamente ha hacer un rompecabezas. Había algo que no cuadraba.-¿Cómo sabías el nombre? Yo no te lo he dicho...

-También podrías decirme ahora mismo, que lo que me querías decir de ese helado...

-Era lo que había soñado.-Terminé la frase por él.

¿Cómo sabía esas cosas? 

No pude saberlo, porque Daniel se levantó de la cama, me removió el pelo, y salió por la puerta de la enfermería.

Pero otra pieza encajó, y es que lo único que tenía en claro, es que el niño de ojos grandes y azules de mi sueño, era Daniel.




Morir para volar #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora