Capítulo 9

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Lo que me dijo Amy me enfadó y no iba a dejar que se saliese con la suya, así que fui en su dirección, y grité entusiasmada.


-¡Jackson!


En el momento en que me vio, se levantó a toda prisa y me abrazó.


-¡Ey! ¿Cómo te ha ido el primer día?- Me preguntó.


-Pues perfecto. Mira, ella es Emma, mi compañera de habitación. 


-Encantado Emma, yo soy Jackson. -Se encaminó hacia ella y se abrazaron. 


-Bueno, y yo, ¿Qué? -Espetó Amy.


-Ya eres mayorcita para presentarte tu sola. -Le contestó Jackson.


Amy apretó las mandíbulas, y como si no hubiese pasado nada, se presentó.


-Emma, yo soy Amy, la novia de Jackson. -Creo que eso fue dirigido más a mí, que para Emma.


-Oooh, mira por donde, acabamos de empezar, y ya sabemos de romances. -Ironizó Emma, dándome un codazo.


Jackson empezó a reírse, pero no dijo nada.


-¡Venga Ana, vamos a ver  a los caballos!


-Que si Emma, que si, ya voooy...- Le dije cansada.-Bueno, nos vamos, ya nos vemos mañana.-Me despedí de ellos y me fui a ver a los caballos.


Cuando íbamos a entrar por la puerta del recinto para ver a los caballos, un chico alto, con el pelo negro y corto nos impidió el paso.

-Perdonad, pero no podéis pasar.

-¿Y por qué no?

-Son las normas, y los horarios son solamente para los fines de semana. A no ser que os hayáis inscrito en las clases de hípica.

-Bueno, pues nada. Ya nos vamos. -Dijo Emma un poco malhumorada por no haber podido ver a los caballos.

-¿Enserio no puedes hacer ninguna excepción? 


-Lo siento, enserio, pero no puedo. El sábado os acercáis y os abro las puertas.

-Vaya... Gracias igualmente. -Dije.

Cuando nos alejamos de las cuadras, vimos que había una especie de cuesta que llegaba a unas pistas de tenis; No dudé nada en salir corriendo en su dirección.

-¡Ana, espérame, no corras!-Gritó Emma.

Sinceramente, no le hice caso y seguí corriendo.

El tenis significaba mucho para mi. Desde pequeña los Stuart me regalaron una clases de tenis, y como me gustó tanto, mi hermana me había apuntado, pero solo fui unos tres años, ya que valía mucho dinero y mi hermana no podía con todo.

Pero a partir de los 13 años iba con Mel a pistas de tenis públicas; para mi, era un deporte que me hacía desconectar de todo, que cuando tenía un mal día, iba a jugar y volvía a casa como si no hubiese pasado nada anteriormente.

A los pocos segundos de haberme parado delante de la pista, llegó Emma y hiperventilando me dijo.

-No vuelvas a dejarme sola corriendo, que me ha visto todo el Internado. Pero madre mía, cualquiera diría que has visto a un chico guapísimo de la manera que corrías.

Empecé a reírme y le contesté.

-Un chico guapísimo no, pero algo que va a hacerme desconectar, sí.

-Pues como no sea el barranco ese, que si te caes, si que desconectas del todo... no se que será.

Solté una carcajada que se me oyó desde la otra parte del recinto.

Morir para volar #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora