Proyecto Nuevo: Día (I) - 01/01/21

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Carlos se despertó inusualmente tarde tras una serie de sueños extraños. En uno de ellos se encontraba rodeado de todos sus amigos y compañeros, como si estos esperaran a que él les diera una explicación sobre algo que ni él mismo conocía. Pudo distinguir algunos rostros, tales como los de Alejandro, Ivanna y Ernesto, todos ellos con un semblante bastante severo. ¿Acaso les debía algo, se había peleado con ellos? No que Carlos recordara, de hecho todos le hablaron durante el transcurso del día anterior para desearle un feliz 2021. A Carlos le daba miedo que sus amigos de repente fueran a darle la espalda por algún error suyo que nunca pudiera recordar.

Miró su teléfono sorprendido. ¿Las 11:57 horas? "Bueno, son vacaciones, qué mas da.", pensó el pelinegro mientras revisaba sus perfiles en redes sociales como cada mañana.  Nada fuera de lo usual, con algunos contactos suyos publicando fotos fiesteras y unos otros compartiendo discursos sobre sus resoluciones de año. Decidió entonces levantarse de la cama para tomar algo de desayunar antes de que se hiciera más tarde y tuviera que saltarse esa comida. —Buenos días, abuelo.—, pronunció mientras decidía cuál pieza de pan le apetecía más. —Buenos días, Carlos. Más tarde que de costumbre, qué raro.—, cuestionó de vuelta aquel señor canoso de espaldas a la cocina. Carlos no le dio mucha importancia y partió de nuevo hacia su habitación. Cuando le reprochan algo a Carlos, se molesta mucha y se pelea con quien lo hace, así que decidió evitar la confrontación. No quería empezar mal el año con su viejo, pensaba el joven.

—De verdad que estoy aburrido. Y además me siento solo. ¿Es que por qué tenemos que vivir de esta forma? ¿Por qué no puedo salir como mis demás contactos aunque sea una vez por semana o cada dos semanas? Yo ya no puedo con esto.— Carlos estaba nuevamente cayendo en una de sus crisis pasajeras por su falta de contacto físico con otras personas. A Carlos le fastidiaba estar todo el tiempo encerrado en su casa y sentía la necesidad de salir. —Quizá sea hora de que vuelva a abrir aquel documento y lo saque todo.—, se decía para sí mientras abría el procesador de texto de su computadora y abría un cierto archivo: Let it out, bud. Cuando Carlos se siente triste, se vuelve estadounidense; sólo habla en inglés. —Lo haré en francés... sirve que así practico.— Y ahí que fue Carlos a escribir sus sentimientos contrariados en aquella lengua romance que había comenzado a estudiar en el séptimo grado. Hacían ya 5 años desde entonces. Sin embargo, tras un párrafo de no más de 100 palabras, se detuvo. —No tengo ganas de continuar pensando mucho. Cambiaré a español.— A Carlos no le gustaba admitir cuando tenía problemas con algo, así que pensaba en cualquier excusa para evadir sus incapacidades. 

—Espera... ¿Y si hago esto en plan grande?— Carlos deliberó por unos instantes, pero lo tenía claro: escribiría una novela sobre sus vivencias diarias durante todo el 2021. No sabía por qué lo haría o cuál sería el propósito final de todo aquella obra, simplemente sentía las ganas de hacer algo como eso. Así que Carlos se inscribió en un sitio web reconocido para realizar novelas de manera independiente y comenzó a narrar sus últimas 3 horas de lucidez. —Pero espera, espera... ¿No debería tener esto una introducción?— Era verdad. Carlos necesitaba plantear un mejor inicio que "Me levanté y comí un trozo de pan dulce". Eso nunca atraería lectores. Por lo que borró las pocas palabras que tenía y comenzó de nuevo:

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PRÓLOGO - DÍA CERO

"¡Y ahora, les presentamos las cinco caídas más aparatosas subidas a YouTube durante todo el 2020!", decía la presentadora de aquella transmisión...

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Una hora más tarde, había terminado su prólogo. "Bueno, creo que es bastante fiel a lo ocurrido ayer", se pensó. Apagó el ordenador y bajó a la cocina para comer. Eran ya las 15:30 horas y como de costumbre, y tenía una hora para preparar las clases de Matemáticas y Redacción de los hermanos de Valentina, quienes estaban próximos de entrar a la escuela preparatoria. —¿Y cómo van Pedro y Alan?—, le preguntó su abuelo mientras mordía aquel taco de pollo rostizado que el primero le había preparado (Carlos adora los tacos). —Pues ahí la llevan, yo creo que cada día mejoran un poco más—, contestó un tanto mortificado por el rendimiento de sus pupilos en las últimas clases, pues no había sido el mejor. —Vas a ver que sí los sacas adelante, tú tranquilo.—, respondió confiado su abuelo, transmitiéndole esa confianza al joven ahora menos preocupado. Carlos esperaba que así fuera.

Las clases transcurrieron con normalidad. Dos horas de intenso aprendizaje para los chicos. Era esta ya su onceava clase y Carlos esperaba que todas las sesiones les estuvieran sirviendo para practicar y dar un buen examen a mediados de enero. Tras terminar con este deber, de inmediato apagó su computadora, cambió un poco sus ropas y salió a caminar a la ciudad. El único tratamiento que había encontrado para su mal de encierro fue dar vueltas por el vecindario caminando. Al principio eran eso, vueltas por el vecindario. Pero un día se aburrió de los mismos panoramas y, sin decirle a su abuelo, salió de su colonia para caminar un poco más lejos y ver de cerca lo que estaba habituado a ver a través de la ventana del auto familiar. Tiendas, casas, árboles... todo era rutinario, pero en ese momento para él le resultaba muy especial. 

Eran las 19:30 horas cuando regresó a casa. Para no levantar sospechas y contra su voluntad, Carlos no podía pasar más de una hora fuera. Tomó una caliente ducha y le pidió a su madre que le comprara la cena. Pensó que no volvería a funcionar como la noche anterior, pero milagrosamente un restaurante de cortes de carne, La Parada CJ, tenía su servicio a domicilio activo. Y tras unos cuantos minutos de espera, pudo disfrutar de aquel burrito de res con salsa verde que tanto le gustaba de ese lugar. Durante su cena, Beatriz le llamó y platicaron un rato con él atragantándose de vez en cuando con su comida y la de tez morena gritando de preocupación por él. Beatriz había sido pareja de Carlos durante la secundaria, pero la relación no floreció. Aún así, nunca dejaron de hablarse, sin saber realmente ninguno de los dos el por qué. Se despidieron y el chico dejó los platos desechables en la cocina, no sin antes cepillarse los dientes. La caminata lo había cansado, así que quería dormirse, pero de golpe recordó algo: Se había comprometido a escribir un capítulo por día de su obra, así que abrió el sitio web y comenzó a redactar. Pero esta vez, tenía el título perfecto para el capítulo de aquel día: PROYECTO NUEVO - DÍA I.          

365 Días de una Vida Completamente OrdinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora