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Hyesun volvía a estar sola, ella sola se lo había buscado igualmente, así que tenía que asumir la culpa.
Chasqueando la lengua se colocó los auriculares en los oídos, tapando todo ruido extra proveniente del mundo escolar.
Siguió caminando hacia su sitio seguro, no pensaba ir a ninguna clase más pero no quería volver a casa para ver a su hermano borracho.
Con un largo suspiro abrió la puerta de la azotea, dándole la bienvenida al magnífico tiempo.
Se sentó en el sitio de siempre y desbloqueó su teléfono, dispuesta a enviarle un mensaje a Daniel.
El mensaje decía que dejase de beber y comenzase a pensar a qué quería llegar en la vida.
Hyesun no quería meterse en la vida de su hermano, pero ya tenía que hacerlo, porque le afectaba.
Otro suspiro y dejó el teléfono caer en su regazo, echando la cabeza hacia atrás.
Dio un salto del susto al ver al chico de pelo rosa pastel a su lado, sonriendole suavemente.
Renjun le hablaba pero ella tenía los auriculares puestos, así que no servía de nada.
Se quitó uno y miró sin expresión al chico, quien estaba teniendo un dejavu.
'¿Qué quieres Huang? '
Hyesun preguntó cansada.
Renjun hizo un puchero inconscientemente.
'¿No puedo pasar tiempo con mi amiga?'
El chico jugaba con sus manos de forma nerviosa.
La menor no quería que esas palabras le afectasen mucho, él iba a alejarse igual que el resto.
Hyesun hizo un gesto de inferencia y se volvió a poner el auricular, la música saliendo de este.
Renjun frunció el ceño confuso, no comprendía por qué la chica hoy le ignoraba.
Tímidamente dio dos suaves golpes en el hombro de la chica, llamando su atención.
'¿Pasa algo?'
Él preguntó preocupado, sus ojos le delataban.
Aún así, Hyesun seguía combatiendo con ella misma.
Una parte de ella quería confiar en Renjun y contarle todo, pero la otra quería mantenerlo lejos, porque se iba a apartar igualmente.
La chica se quedó mirándole fijamente, sin cruzar ni una sola palabra, y eso fue lo suficiente para preocupar al mayor.
Él no pensó más y rodeó a la menor con sus brazos, brindándole calidez al segundo.
Ese simple acto causó que los muros de Hyesun se rompiesen.
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