Capítulo 14

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Último capítulo.

El último barco a zarpar...


Abriste los ojos lentamente sintiendo los párpados pesados. Un silencio casi fúnebre acarició en tus oídos que pitaban con aturdimiento. Respiraste profundo sintiendo el aire entrar con lentitud para después expulsarlo. Parecía todo tan irreal, como si fuera un sueño...

Observaste por un tiempo el techo bajo el que te encontrabas. El techo lucía viejo, estaba adornado con telarañas finas que a penas se notaba por la fría luz de la luna que se filtraba por la ventana y la fina sombra de una llama amable de una vela que danzaba a un lado tuyo en una mesita de noche. La obscura habitación que apenas era aluzada por la luna y por esa pequeña vela, lucía solitaria, casi como si solo te hubiesen abandonado ahí, pero estaba bien, había quietud y paz.

Respiraste profundo sintiendo tus pulmones llenarse de aire, después sentiste el aire salir con tranquilidad.

 -...Estoy viva... -Palabras con un sentido ambiguo entre cansancio y felicidad se arrastraron de tu boca. Intentaste levantarte, pero tu cuerpo llamó con una oleada de dolor que recorrió cada centímetro de tu cuerpo. Te quedaste echada un momento más, tomaste aire y te obligaste a ti misma a levantarte. Sentiste un ardor en tu brazo derecho, al tocarlo la textura de un vendaje cubría la herida producto del enfrentamiento anterior.

La realidad era que aunque todo tu cuerpo dolía, el dolor era soportable, molesto, pero soportable.

Creyendo estar sola, moviste con libertad tu mano sobre el colchón acariciando la tela, después, mientras tratabas de acomodarte para encontrar algo de apoyo y levantarte, tu mano se encontró con algo suave, distinto a las sábanas y a la almohada. Al voltear, notaste que había alguien recostado con los brazos cruzados sobre uno de los costados de la cama. Al ver ese cabello rubio, tu pecho se hundió con pesadez. Se trataba de Arthur.

¿No estaba él gravemente herido?

¿Qué hacía ahí, entonces?


Recordabas haber visto en su pecho una grave herida que casi llegaba hasta su hombro, y eso era lo que se podía ver a simple vista cuando lo encontraste en tan crítica situación. Realmente no sabías si habría heridas más graves o no.

Lo observaste un momento más en silencio viendo cada detalle.

En esa situación, él no parecía alguien lejano e inalcanzable, no vestía ropas elegantes de niño rico ni su extravagante atuendo de capitán, estaba vestido como cualquier simple persona. 

Así, recostado, cerca de la tenue luz de la vela, su piel pálida resaltaba en la noche que inundaba la habitación, la calidez de la llama acariciaba sus mejillas. Dormido, lucía pacífico, casi como un niño. Tus ojos se movieron un poco más allá encontrando vendajes que se envolvían en su cuello. Él estaba herido, pero por algún motivo había preferido quedarse cerca en lugar de reposar en un lugar apropiado para sanar. Tal vez no estaba realmente tan herido ¿O podría ser que la cama que ocupabas era la única cama disponible? ¿Por qué?

Al sentir tu pecho hundirse nuevamente con preocupación, sentiste la necesidad de acariciarlo. Moviste tu mano con delicadeza y ternura frotando su cabello con cuidado, temiendo despertarlo.

Entonces, lo sentiste tensarse bajo tu mano. De manera abrupta, se levantó de su posición de reposo a estar sentado correctamente en la silla que hacia compañía a la cama. Con unos grandes y alarmados ojos te miró incrédulo. El color rojo tanto en su rostro como en el tuyo comenzó a crecer sin medida. Tus labios temblaron sin saber qué decir porque vamos, aquella caricia no había sido más que un mero impulso del momento.

capitán (InglaterraxLectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora