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El cuerpo de HyungWon tembló bajo la fuerte mirada de la mujer al frente suya. Parado en el medio de una habitación, la tortura en la que se había convertido una simple audición no parecía tener fin. Las luces le apuntaban directamente, su postura erguida y su cabeza en alto comenzaban a cansarle. Sin embargo, no podía relajarse. Los ojos de las tres personas que sentenciarían su futuro no le permitía siquiera respirar. Decenas de papeles sobre el escritorio, pero solo el suyo era analizado hasta el hartazgo, intentando encontrar hasta la mínima falla. Su falsa seguridad nunca flaqueó, no podía ser débil en medio de un mar de tiburones. Sabía que la industria del modelaje era dura, pero estaba seguro que su gran coraza podría protegerle de todos los balazos que pudieran llegarle. Debía conseguir ese trabajo, costase lo que costase.

El silencio comenzaba a impacientarle. Demasiado tiempo como para descartarlo, demasiado tiempo como para aceptarlo. En su mente repasó cada una de sus palabras, cada movimiento en busca del fallo, pero no encontró nada. Todo había sido perfectamente calculado y cuidado para lograr la perfección. No podía darse el lujo de fallar, no cuando dejó su vida atrás para seguir su sueño en la capital. Los hombres cuchicheaban con la mujer, mirando los datos de su perfil hasta que de pronto fueron dejados sobre la mesa. La mirada de los jurados se clavaron en la suya, y se esforzó para que los nervios no se notasen. Aclarándose la garganta, la señora era la encargada de dar el veredicto final.

- Chae HyungWon, 22 años, metro ochenta y cinco y sin experiencia alguna... nos has dejado sin palabras. Tus gestos, tus movimientos, tus miradas reflejan una gran trayectoria  en la industria que aún no tienes Sabes cómo hacerlo y eso nos gusta. Pero, hay un problema. - la repentina felicidad de HyungWon se derrumbó. Con un marcador rojo, la mujer tomó sus papel y marcó una sección en específico, su peso. - Este número estaría arruinando todo tu trabajo.

Inconscientemente, metió el estómago. Por primera vez en su vida se sintió incómodo con su aspecto. ¿Acaso se había descuidado? Nunca le había preocupado acerca de su peso, jamás le había importado hasta ese momento.

- Te queremos dentro de nuestra empresa. - dijo uno de los hombres, llamando su atención. - Vuelve dentro de una semana y si logras dar con el peso que esperamos, reconsideramos el aceptarte.

Con una profunda reverencia, agradeció antes de salir de la sala. A paso rápido se dirigió a su departamento, decidido a dar el cambio necesario para conseguir el trabajo. Él sería perfecto. Conseguiría que lo aceptasen, cueste lo que cueste.

Perfección // 2wonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora