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Kara entró en su apartamento y tiró el casco en el sofá, se había ido a dar una vuelta después de haberles vendido las bicis a Lena y Sam y haber cerrado la tienda, durante todo el paseo no había sido capaz de quitarse a Lena de la cabeza.

El teléfono sonó justo en aquel momento y lo tomo en la extensión que tenía en la cocina.

- ¿Diga?

- Ya estás mejor del catarro ¿eh?

- Alex... Sí, ya casi estoy bien. Creo que los litros de zumo de naranja que me trajiste lo han ahogado.

Su hermana se echó a reír.

- Me alegro. Y eso sin hablar de la sopa de pollo.

- Por supuesto, sin hablar de la sopa...

Kara se acordó de lo que la mujer a la que había llamado por error la noche anterior le había dicho sobre el catarro, y entonces recordó que su voz... No podía ser. ¿O quizás...?

- ¿Kara? ¡Kara Melissa Danvers! - como Alex no conseguía respuesta, añadió en voz cantarina -: Melissa.

Kara frunció el ceño.

- No me llames Melissa.

- No es culpa mía que no me estuvieras escuchando - contestó Alex entre risas - Y tampoco es culpa mía que nuestros padres quisiera llamarte de esa manera. De todas formas, yo llamaba para asegurarme de qué no te hubieras muerto del resfriado.

- Muchas gracias, hermanita.

- De nada, hermanita ¿Vas a ir a casa este fin de semana?

- Seguramente ¿Y tú?

- Supongo que sí. A Rubí le gusta ir a ver a los abuelos.

- Claro si yo fuese ella, también me gustaría. Cada vez que va le tienen un regalo.

- Lo sé. La miman demasiado. Bueno tengo que ponerme a bañarla. Ya nos veremos.

- De acuerdo. Hasta luego Alex.

Kara colgó el auricular y se quedó mirando los números ¿Qué número le había dicho aquella mujer? El de Alex era el 555.56.82, y obviamente el cambio era sólo de un número, pero era el primero o el último debe haber sido el último. Era poco probable que hubiese confundido el cinco porque era el último de una fila de lo que no estaba segura era que si era un uno o un tres, 50% de posibilidades.

Descolgó el auricular, marcó el número y espero . Una llamada . Dos. Tres.

- ¿Diga?

Era ella Kara limpió su garganta antes de hablar y se concentró en su acento.

- Hola, soy... mm... La que anoche se equivocó de número ¿recuerdas?

- Ah, sí. Claro, estás mejor de catarro ¿verdad?

Kara sonrió. Era ella.

- Sí, sí, mucho mejor. Creo que ha sido el zumo de naranja sólo quería llamar para ver qué tal estabas. Anoche me pareció que estabas muy enfadada.

- Sí, la verdad es que sí pero se me ha pasado enseguida. Él no era lo bastante importante para que me durase mucho el enfado.

- Eso está bien. Mm... oye, no te importará que te haya vuelto a llamar ¿verdad? Bueno, sé que no me conoces y todo eso y que muchas mujeres colgarían el teléfono para llamar a la policía.

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