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A Kara no le importaba lo más mínimo haber visto anteriormente la película que habían ido a ver, ya que no estaba prestando atención alguna a los personajes. Estaba librando una terrible batalla en su mente: decírselo o no decírselo; dejar de llamarla o seguir haciéndolo.

Aunque no era eso lo que más le preocupaba. Dejar de llamarla no sería tan difícil, aunque lamentaría perder la relación que tenía con ella como Melissa. Era precisamente esa relación lo que le molestaba cada vez más. Lena no era tan abierta sobre sus sentimientos con ella como lo era con Melissa, a pesar de haber intentado que hablara varias veces. Ella siempre terminaba por cerrarse decir que ese asunto, es decir ella, era aburrido.

No; la pérdida de aquellas conversaciones telefónicas no sería tan mala si supiera que Lena iba a transferir la confianza que tenía en Melissa a ella, pero tenía la impresión de que Lena no se decidiría a convertirla en su confidente mientras Melissa siguiera llamando... no más llamadas.

Por otra parte ¿Podría decirle que ella era Melissa? Kara se removió inquieta en su asiento y miró a hurtadillas a Lena, que le sonrío antes de volver su atención a la pantalla. No, al menos todavía no. Si lo supiera en aquel momento, le asesinaría. Si al menos pudiera conseguir que olvidara a Melissa... ¡Qué estúpida! Ahora quería hacerle olvidar el monstruo que ella misma había creado. ¿Por qué de repente el doctor Frankenstein le parecía casi un alma gemela?

- ¿Te pasa algo?

Kara negó con la cabeza. Frankenstein o no, Kara había escuchado su última confidencia. Si Lena tenía algún problema, ya podía ir empezando a llamarle a ella. Y cuando hubiese transcurrido un tiempo prudencial, dijéramos unos 15 años, entonces le contaría aquella pequeña indiscreción.

¿Años? Kara se incorporó en su asiento. ¿Desde cuando había empezado a pensar que su relación con Lena iba a ser permanente? ¿Es que el hecho de no querer perderla significaba que se había enamorado? Posiblemente fuera así... lo que redundaba en la necesidad de que Lena olvidara a Melissa y se concentrara en ella, en la mujer con la que estaba saliendo.

¿Saliendo? La palabra parecía demasiado insípida.

Quizás debería pensar en algo que sugiriera un compromiso más fuerte...

- Ha estado muy bien ¿verdad?

Kara asintió. La gente de las filas delanteras había comenzado a levantarse y a salir sin que ella se hubiera dado cuenta siquiera de que la película había terminado.

- Sí. Me gustan las películas de espías.

- Me sorprende que te hayas dado cuenta siquiera de que había espías - contestó Lena - Parecías estar pensando en otra cosa.

Kara se levantó y sonrío.

- ¿Y por qué me miras a mí cuando deberías haber estado mirando a la pantalla?

Las mejillas de Lena se tiñeron de rojo, y Kara hubiera deseado llevarla al coche y besarla hasta dejarla sin sentido.

- Siempre lo hago - dijo Lena mientras salía - Me gusta saber si a los demás les gusta la película tanto como a mí. No lo hago conscientemente...

- Ya lo sé - dijo Kara, abriendo la puerta del cine para que pudiera salir. Estaba convencida de que la mayor parte de cosas que Lena hacía por los demás eran inconscientes - Tengo la impresión de que no puedes soportar la idea de que alguien que esté contigo no disfrute de algo que te gusta ti.

Lena sonrió y se encogió de hombros.

- Puede que tengas razón, pero eso también tiene su lado malo. La mayoría de mis amigos no quieren ir conmigo al cine porque hablo durante la película. No en voz alta, pero es que en la librería leo tantos libros y revistas que soy un auténtico tesoro de frivolidades que yo encuentro interesantes y que me gustan compartir con los demás. La pena es que a la mayoría de la gente no le gusta hablar durante las películas.

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