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–¡Hierro sabes que ésto está rotundamente prohibido!.

–Sólo tranquilizate Millán.

–Ah Sandoval no le hará ni puta gracia esto...

(Minutos antes)

Hierro

–¡Quítame esto! –mueve su muñeca que aún estaba esposada. Me muevo un poco, aún estaba dentro de ella y creo que no quería salirme. Pero observo que sé levanta, agarra su pantalón y bragas sin decir nada, cojo mis llaves y se las quito tenía la muñeca un poco roja y una sonrisa muy leve se dibuja en mi rostro y de pronto escucho pasos acercándose.....

–¡Mierda! –digo en tono muy bajo tenía los pantalones y bóxers a las rodillas subo ambos, aseguro mi cinturón pero faltaba algo, levanto mi vista poco a poco y me topo con una sonrisa maliciosa tan característica de ella....

–¿Perdistes algo Hierro?.–me pregunta.

–¿Que haces? –digo algo nervioso.–que mierda Zulema baja el arma.

–Ummh no lo sé. –dice mientras me rodea despacio y la sigo con la mirada. –Se me ocurre algo. Puedo esposarte y amenazar a todo Dios con que te volaré la cabeza y así salir. –chasquea –bueno intentarlo .

–No llegarías ni a la puerta y lo sabes. –Escucho voces que se aproximaban aún más y mi pulso se empieza a acelerar.

–Pruebame. –me reta. –¿Tienes miedo Hierro?–dice acercándose aún más mientras me apunta. –¿Me pregunto que pensaría La Barbie de esto? de que su perrito faldero no vino precisamente a sacarme información. –roza sus dedos en la punta de la pistola. –Si no que vino a Follar y muy salvajemente.–Me mira de arriba a bajo, lame su labio inferior a la vez que alzaba una ceja la muy hija de puta.

–No soy el perrito de Nadie porfavor bajala. yo quería esto y tú también y lo sabes. –le suplico acercandome poco a poco, ella se percata de mi movimiento y acerca más el arma colocándola directamente en mi cabeza.

–¡No te muevas! –me ordena. –Me apetecía, es cierto. ¿Pero sabes qué cárcelero?. –se inclina acercando su rostro mientras roza la punta de su nariz con la mía.

–¡He tenido mejores polvos!

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–¡He tenido mejores polvos!. –susurra con su voz ronca, mientras baja el arma rozandola por mi cuello poco a poco, no podía evitar cabrearme con lo que decía y sin poder responderle.....

*Golpes en la puerta*

–Hierro. –susurra Gómez. –Todo bien ahí adentro, creo que Millán Supo que estás aquí. –Quitate Gómez, joder Hierro abre la maldita puerta. –golpea más fuerte Millán buscando las llaves.

....Aprovecho el momento para tirar de su muñeca fuertemente.

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Adicto a su venenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora