8

380 20 8
                                    

*Despacho de Sandoval*

El rostro de Hierro hablaba de muchas cosas.
Hablaba de incomodidad, de incompresión, de miedo, de respeto... Pero sobre todo de lealtad que desde un principo tuvo con el. Una de sus mejores virtudes. Buscaba algo más, tal vez era el amor de un padre "que nunca logro tener". Tenía cierta facilidad de apegarse a las personas que en el generaban fuerza o admiración aún no lo tenía claro.

Sandoval. Percatándose de la notaría distracción de Hierro, entrecierra los ojos tratando de meterse en sus pensamientos... Sé levanta cruzando los brazos mientras camina de un lado a otro para hacerlo sentir acorralado.

—Eres uno de los mejores funcionarios que quedan en cruz del Norte, y está de más decir que confío en ti. —aclaro mi garganta y me remuevo un poco en mi asiento, esperando a que venía todo esto. —Esas hijas de puta merecen todo lo malo que les pasa.. han matado, robado, secuestrado. Vamos que son capaces de vender a su madre por cualquier cosa y juzgarte a ti por matar a una de ellas no hubiese sido justo.
—No quería volver a tocar ese tema y por una extraña razón me lo estaba recordando. Algo quería definitivamente. —se vuelve para para verme directamente. -Pero sabes qué?

El teléfono sonó entonces y con gesto le pidió un momento, se acercó al escritorio y descolgó.

—Reclusorio de Cruz del Norte, habla el director Carlos Sandoval. Ujum.... sí. Está todo listo.... —Mira a Hierro un instante, con una pequeña y notoria sonrisa, tomó asiento mientras escuchaba. —No se preocupe tomaré las medidas cómo me lo pidió en unas horas los tendrá frente a usted... Hierro que observaba todo desde su asiento, tratando de escuchar a la persona que hablaba de otro lado y a quién se refería.
—Cuando le he fallado?...de acuerdo. Bien. Sí... hasta luego.

Entonces su cuerpo volvió en sí. —Creo que dejaremos está conversación para otro momento.

—¿Todo bien?. —Pregunto curioso.

.
.
.
(Minutos más tarde)

Sandoval había dado órdenes específicas de ir por ella, pero lo más extraño era la manera en que debíamos llevarla a aquel sitio.
..... Ahí estaba a escasos metros de su celda, al instante escucho murmuros provenientes de ella y algunos forcejeos.

—Gordi, Gordi. Qué suerte tienes no tía. Cuándo entré aquí querías que fuera tú "umm" dejame pensar...... ¿tú puta o tú novia?,. —dice con un tono tan calmado.
—lamento no haber encontrado tu punto G aquel día. —la imita, con el tono gangoso tan caracteristico de su contraria. —Tienes suerte de que no te revente la puta cabeza en las duchas. —su tono de voz había cambiado por completo. —Que te hace pensar que esa niña quiere encontrar tu punto G ahora. —me asomo un poco por el borde de las rejas y miro cómo se acerca a ella.

golpe directo al abdomen*

golpe directo al abdomen*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Adicto a su venenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora