Investigando

660 94 67
                                    

Bajo rápidamente las escaleras y corro hacia la oficina de mi padre aunque sabía que no le gustaba que corriera por la casa porque le aterraba que cayera y me rompiera algún hueso.

El calor de la ciudad es más fuerte que de costumbre y casi todas las personas de la casa van vestidos de blanco para intentar sentirse menos sofocados por el calor. Incluso yo llevo un vestido blanco que es uno de los que me encantan, es liviano no como los que normalmente visto y es fácil moverse con el.

—¿Padre? — toco la puerta antes de entrar  y puedo escuchar un par de voces y aunque sé que no es algo deba hacer me acerco a la puerta intentando escuchar lo que dicen en el interior, pero debido al grosor de la puerta solo me llegan algunos murmullos sin sentido. La puerta se abre y sale Adam y me dedica una sonrisa amable y se la devuelvo para después mirar al interior para poder ver a mi padre.

—Pasa Sol — dice con un tono neutro. Entro y cierro la puerto detrás de mí, sin mirar a Adam, la propuesta que me había hecho el día anterior de mostrarle la ciudad me había inquietado bastante.

—¿Qué pasa? — le pregunto mientras me siento en una de las sillas frente a su escritorio.

—El teniente Folsen — el apellido resuena en mi cabeza como un eco — Me ha pedido permiso para que lo acompañes a ver la ciudad — me dice y puedo ver en su mirada que no le agrada del todo la idea.

—Padre, sabes lo que pensaran las personas si me ven paseándome con él — le digo con el sentimiento de angustia de que me pase lo mismo que a Teresa, Tessa como solía llamarla su madre, había sido mi mejor amiga, hasta que se enamoro de un chico y  se hicieron novios, un día los habían visto caminando juntos tomados de la mano, su padre escucho sobre ello y los obligo casarse y los envió lejos para que no le quitarán prestigio a su nombre, desde entonces no había vuelto a verla y ella tenía prohibido volver, ni siquiera podía ver a sus hermanas o a su madre y por las cartas que recibía de ella, podía notar lo triste que se encontraba.

—Tranquila. —  me dice como si aún estuviera pensando lo que iba a hacer .— Va ir con ustedes María y tus primas vendrán de vacaciones, si vas con ellas nadie te dirá nada ni pensará mal de ti. — me dice con voz tranquila para serenarme.

—¿Van a venir mis primas? — ellas son hijas de la hermana de mi madre. No era que no me agradaran si no que nunca nos habíamos llevado bien ni mal, aunque siempre se lo había atribuido a la diferencia de edad entre nosotras.

—Llegan en un par de días. — me dice sentándose frente a mí — ¿Entonces me puedes ayudar con esto?

—Claro.

Caminamos por las calles llenas de vida y llenas de murmullos de la gente que las transitaba, el cielo estaba totalmente despejado ni una sola nube se asomaba en la inmensidad del cielo azul, incluso la brisa ayudaba un poco a refrescarnos del calor agobiante del día mientras nos acercábamos a unos establecimientos de pintura un poco gastada por el sol.

Siento la mirada de todos sobre nosotros, María parece no darse cuenta o decide ignorarlos, pero todos tienen sus ojos fijos en nosotros, sobre todo en Adam que vestía su uniforme militar. Intento caminar con la mirada baja para que mi mirada no se encuentre con la de nadie.

—¿Qué es lo que le interesa ver? — le pregunto a Adam que mira a los negocios con curiosidad.

—Mi trabajo es observar como se encuentran los establecimientos franceses — me dice con una sonrisa y entrecerrando un poco los ojos por el sol.

Cuando empieza el veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora