Capítulo Trece

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BeomGyu no era alguien que confiara en la aplicación de mapas que venía incluido en su teléfono, de hecho, era fiel creyente que la experiencia es mejor que la tecnología. Es decir, que es mejor tratar de conocer las calles en persona que buscarlas en internet y muy probablemente extraviarse a medio camino. Lamentablemente fue comido por sus propias palabrotas mientras se vio en la necesidad de usarla cuando cayó en cuenta que ya era de noche y aún no encontraba la casa de SooBin.

Y es que al parecer era en el barrio de «los vagabundos y drogadictos» —como su madre solía llamarle— ese que estaba literalmente a unos minutos de su casa, pero había pasado por tantas casas que ya hasta el número le resultaba cuestionable debido a la pintura desgastada que tendría que marcarlo.

Las calles estaban llenas de niños jugando en la tierra a hacer pasteles de lodo, además de señoras platicando entre ellas y riendo como si no hubiera un mañana. Sonrió. Le hubiera gustado hacer todo eso durante sus años de infancia, sin embargo, prefería quedarse en su habitación a el regaño de su madre por tener la ropa sucia.

Rendido, se dio cuenta que no tenía la menor idea de dónde estaba. Alcanzó a ver a un hombre mayor que caminaba tranquilamente por la acera, así que tragándose su vergüenza pedirle ayuda.

— ¿Disculpe? — llamó y de inmediato captó su atención —. ¿Sabe usted si esta es la calle que busco? — cuestionó señalando el nombre en su teléfono.

El señor sonrió con amabilidad y movió la cabeza de un lado a otro, negando —: No, jovencito, eso es unas calles más arriba.

Entonces el amable señor le dio las indicaciones correctas para llegar a la calle y estando ahí ubicarse con mayor facilidad. Rápidamente pudo divisar el número 553 en una casa, la de SooBin. Era de paredes verde oscuro, con ventanas de marco de madera y una puerta blanca, además de un pequeño jardín rodeado de una cerca de madera. Sonrió victorioso y le agradeció mentalmente al señor. La casa de SooBin no era muy grande ni muy pequeña, BeomGyu se atrevía a decir que era la más grande de esa calle, lucía encantadora con esas bonitas flores decorando el césped. 

Con paso apresurado y sus nervios a flor de piel, se acomodó el cabello mientras se acercaba a la puerta. Porque esa era la primera vez que tomaba la iniciativa de invitarlo a salir e incluso ir a su casa a recogerlo, sonaría un poco tonto pero era la causa de su felicidad.

Suspiró con fuerza. Los nudillos de su mano derecha se apretaron con inseguridad y los acercó a la madera dispuesto a golpear esta suavemente, sin embargo, un fuerte estruendo que estaba seguro escuchó desde adentro lo interrumpió, haciéndole esta vez temblar en su lugar.

— ¡Eres un idiota!

— ¡Cállate, papá!

— ¡No me levantes la voz! ¡Sólo estorbas aquí, te lo he dicho muchas veces, y aún así te atreves a hablarme así!

El ruido de un objeto cayendo lo hizo abrir los ojos de más.

— N-No digas eso...

Silencio, amargo. 

— Lárgate — la voz resentida y con coraje habló, esta vez más baja pero aún más hiriente —. Quisiera librarme de tu horrible rostro tan sólo una noche.

Y antes de lo que hubiera esperado, SooBin apareció frente a él abriendo la puerta de golpe, asombrándose tras encontrar a BeomGyu con la mirada de un niño asustado.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó él echando una mirada por encima de su hombro hacia adentro de la casa para luego cerrar la puerta con fuerza.

— N-Nuestra cita... — BeomGyu no quería que su voz vacilara, pero le fue imposible. Reflexionó un par de segundos mientras veía cómo SooBin se tronaba los dedos en su claro nerviosismo. 

strawberries & cigarettes  ☆ soogyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora