La señora Choi avisó a su hijo, BeomGyu, que en la noche del día en curso asistirían a una fiesta; por lo tanto el chico se vistió con su mejor traje color negro y una impecable camisa blanca, acompañado de una colonia que lo hacía sentir fascinante ante su olfato.
BeomGyu no era muy fan de esas fiestas, ya que su madre lo dejaba para irse con sus amigas, su padre charlaba con los socios de su trabajo y él... Bueno, él era arrastrado por alguna chica que no era para nada de su interés.
Como justo pasaba en ese momento.
— ¿Quieres platicar en el balcón? —cuestionó una castaña de cabello ondulado, cuyo nombre era YuQi, una china que era un par de años mayor y lo debía aceptar, era realmente muy linda. Por último y no menos importante, era hija única de los dueños del evento.
Choi no vio razón alguna para rechazar a aquella chica, era muy educada y tierna, así que, con un asentimiento cortés, fue llevado de la mano hacia una habitación del segundo piso en aquella mansión, para luego dirigirse al balcón de esta. Había un par de sillas y una vista increíble de la Luna que alumbraba esa noche, de fondo se podía apreciar la música instrumental que rodeaba todo el lugar desde el primer piso.
¿Esperaban detalles de su charla? ¡Ja! Lamento decepcionarlos, pero es que BeomGyu no puso atención a nada de lo que dijo. ¿Por qué? Por que desde los primeros segundos sólo habló de por que su padre era el mejor padre del mundo al comprarle todo lo que quería, la mimaba y demás, además de que presumía a su lindo novio, cosa que a Choi sinceramente no le importaba. Sólo rogaba por salir de ahí.
Realmente las apariencias engañaban, YuQi podría, por su posición en el estatus social, aparentar saber mucho de muchos temas de conversación, sin embargo, su cerebro no podría formular el razonamiento de que la conversación se iba por las ramas y BeomGyu se encontraba algo incómodo.
Un par de minutos después y muchas palabras insistentes que le dio la chica para que se quedara con ella, logró zafarse de ahí bajo la excusa de encontrarse a sus padres, y como buen hijo, les hizo compañía. Podía divisar de todo, desde señores alcoholizados y riendo escandalosamente, hasta señoras fumando un cigarrillo y criticando a las hijas de sus competencias en la empresa. Recordó a esas películas que veía su madre en la televisión, cuando estaba peleando con alguna sirvienta —que, desde los 10 años de BeomGyu, no habría vuelto a ver una, ya que según la señora Choi, eran inútiles, así que ella prefería hacer las cosas—.
Se dio cuenta de las ironías de la vida comparada con las actuaciones de personas en esas películas; cuando aún el fraccionamiento donde vivían no era privado, si no que cualquier persona vivía ahí importando poco si era millonario o no, lograba ver familias completamente en situación de pobreza andar por ahí, sin embargo eran felices y disfrutaban lo poco que poseían. En cambio, familias como la suya o las que ahora presenciaba, eran completamente distintas, regularmente los padres eran ajenos a lo que pasara con sus hijos, las criticas y desprecio hacia los demás no faltaban, y por supuesto, tampoco las botellas de licor.
BeomGyu no era alguien que odiara el alcohol o cualquier otra cosa por el estilo, al contrario, la tentación de probar un trago lo carcomía, aunque nunca lo hacía por la cobardía de hacerse un adicto como muchas personas que conocía, y él no quería ser alguien así; tan dependiente de sustancias nocivas para su salud. Porque cualquier cosa que sonara divertido de ingerir, era claro que no era bueno, exceptuando los dulces que SooBin le daba y la leche de fresa.
Según las tareas que tenía en la escuela, las adicciones arruinaban a las personas, las hacía cambiar su comportamiento y demás cosas, y lo comprobó la primera vez que vio a su padre ebrio y estuvo a punto de golpear a su madre. Desde ese día, el señor Choi se mantenía relativamente alejado de su familia, y ellos no hacían el intento de unirlo.
De el resto de la noche no hubo mucho que rescatar, fue aburrida como siempre, incluso para el criterio de su madre, así que volvieron a casa junto con su padre. Le gustaba ver hacia fuera por la ventana del auto negro que manejaba su padre, todo de noche lucía tan tranquilo, tan puro. Se podía ver la gran Luna alumbrando la ciudad, además de la brisa fresca entrar por la pequeña abertura que había entre el vidrio y el interior.
Reflexionó sobre lo lindo que era poder disfrutar del silencio nocturno si nadie molestando.
Entonces recordó a SooBin.
Con SooBin la buena compañía era totalmente garantizada, escucharlo hablar de temas tan diversos; cómo cada palabra salía de esa alma que, desde que lo conocía, parecía tan hundida, tan manchada. Una duda floreció en él... ¿Por qué la vida era tan injusta?
Nadie merecía vivir tan infelizmente, ya que sí, SooBin no era la felicidad andante, sino todo lo contario. La experiencias que había vivido eran tan lamentables, y lo peor es que nada dependía de él. Eso lo alarmó un poco, ya que claramente todo lo que se vive deja cicatrices muy grandes en la gente. Entonces recordó lo que el peliazul dijo días atrás:
"— Fumar tanto te va a matar. ¿A caso quieres morir?
— Creo que sería interesante experimentarlo."
BeomGyu no quería que SooBin escribiera su propio final, realmente no lo quería. Pero que SooBin lo dijera tan tranquilo, hasta casi divertido, no lo hacía tranquilizarse en lo absoluto. Aún era muy joven, le faltaba vivir muchas cosas, experimentar, soñar, cumplir, cualquier cosa que alguien de su edad estaría dispuesto a hacer.
Seguía mirando por la ventana cuando ya estaban a punto de llegar, pasaron por ese parque que se estaba volviendo su locación desde días anteriores para platicar con su mayor. Rápido miró el reloj:
11:26 p.m.
Sonrió y miró una vez más hacia el parque que poco a poco se iba alejando conforme el auto avanzaba.
Ahí estaba quien era el dueño de sus pensamientos, dilemas y dudas, el tan nombrado Choi SooBin, fumando un cigarro como se podría esperar. Se sintió un poco triste por no estar a su lado esa noche, pero es que su madre era muy necia y lo obligó a asistir a esa tonta fiesta.
Definitivamente pasar el tiempo con SooBin era mucho mejor que cualquier otra cosa, y eso lo hacía extrañarlo más.
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strawberries & cigarettes ☆ soogyu
Hayran KurguA BeomGyu le gustaba ver al chico de mirada triste que salía a fumar sentado sobre aquel columpio, en medio de la noche. "Siempre me dejas queriendo más... Las fresas y los cigarrillos siempre saben a ti." historia de mi autoría. » portada hecha por...