Capítulo Cuatro

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BeomGyu golpeaba su talón derecho contra el suelo como un pequeño tic nervioso. La noche anterior, el desconocido le dijo que fuera al parque a cierta hora. BeomGyu era muy puntual, siempre le había gustado serlo. Faltaban diez minutos y aún no hallaba como escapar de su madre enfocada en pasar una noche familiar, viendo una telenovela.

— Uhm... ¿Mamá?

— Dime, cariño — habló la señora Choi despegando su vista de el televisor y regalándole una mirada ojos dulces, como siempre había sido.

— Creo que ya me iré a dormir... Ya sabes, mañana hay examen en la escuela y quiero dormir bien — habló bajito.

— Oh, ¿en serio? — BeomGyu asintió y la observó revisar el reloj en su muñeca izquierda —. Bueno, creo que tu padre y yo también nos vamos, se está haciendo más tarde y tenemos cosas que hacer por la mañana — palmeó el hombro de su esposo y este se levantó de su asiento en silencio.

Apretujó la mejilla izquierda de su hijo, apagaron la televisión y en menos de cinco minutos ya todos estaban en sus habitaciones.

«Eso fue fácil...» pensó Choi con una mueca, sin embargo decidió no pensar mucho en eso.

Entonces, después de arreglarse un poco para lucir más presentable y colgarse una mochila pequeña con dinero y su leche de fresa, se saltó la ventana que no estaba realmente tan alta, ya que había unas pequeñas escaleras de emergencia. Tratando de no hacer ruido debido a los chirridos que hacía esta, bajó escalón uno por uno. Ya en la acera, se dio el lujo soltar un suspiro aliviado, comenzando a caminar con tranquilidad

Durante el camino se aferraba a las correas de el objeto en su espalda, no pudo evitar recordar la pequeña charla que tuvo con el tipo peliazul.

La vida es una mierda... 

BeomGyu no pensaba eso, él estaba consciente de las injusticias que se atravesaban cual aguja en un pedazo de tela, que para mucha gente no era buena ni algo que disfrutar; ese no era su caso. Él pensaba que cada quien construye su camino, que cada quien decide si su vida es una mierda o no. Si hay una piedra en el camino tú eliges si rodearla o dejarte tropezar por ella, haciendo más difícil el camino. Pero claro, BeomGyu creció con muchas facilidades económicas, eso hacía más fácil todo. BeomGyu podía volar en el avión privado de su abuelo sobre la pequeña piedra, así se evitaba la difícil tarea de rodearla. Algo un tanto contradictorio si se veía en retrospectiva.

Entonces llegó a aquel parque solitario, exactamente un minuto antes de lo pensado. Se sentó en el columpio rojo, miró sus tenis. Estaban algo sucios por la tierra mojada ya que horas antes había llovido. Finalmente lo ignoró.

— Hola — escuchó a su lado, mientras veía a el otro chico sentarse a su izquierda, en el columpio azul.

— Hola.

— ¿Tu mami sí te dio permiso de venir y hablarme? — espetó el peliazul con un pequeño aire de burla mientras se sentaba y encendía su cigarrillo, recorrió con la mirada al castaño —. Me agrada tu mochila.

— No te refieras a mi mami como si hablaras con un niño pequeño, tengo diecinueve — atacó BeomGyu.

El peliazul soltó una pequeña carcajada columpiándose con el cigarro entre sus dedos. — ¿Qué edad crees que tengo?

BeomGyu lo pensó unos segundos.

El tipo no era viejo claramente, podría casi afirmar que era de su misma edad, pero lucía algo... ¿Demacrado? Definitivamente lucía así, también sus cuerpo era muy delgado, pero no más que él, sus dedos un poco manchados por el material de los Marlboro quemándose. Su presencia inspiraba algo de tranquilidad, pero también oscuridad, como si algo no estuviera bien con él. Muy raro...

— ¿Veintidós? 

Otra carcajada. — ¿Tan mal luzco?

— ¿Entonces cuál es tu edad?

— Tengo veinte, eres un bebé a lado mío.

— ¡Sólo es un año!

— Exacto.

No habían intercambiado ni diez frases cuando BeomGyu había notado que el chico podría llegar a ser un tanto burlón y superficial, pero sin llegar a ser en lo más mínimo grosero. Eso era un punto a favor del mayor. Pero hasta ahora no sabía su nombre.

— ¿Cómo te llamas?

— Como me pusieron mis padres.

Infantil, también era infantil a pesar de presumir ser un año mayor que él.

— Entonces no te diré mi nombre — aseguró BeomGyu cruzando su diestra tratando de sonar ofendido para después, con la mano izquierda llevar la bebida rosa a sus labios.

— ¿Quién dijo que lo quiero saber?

El castaño dirigió su mirada a el peliazul, quien sonreía alardeante. — Mi nombre es BeomGyu, ahora dime tu nombre.

— ¿Te han dicho que eres muy necio?

— Muchas veces.

Esta vez, los ojos de el peliazul se encontraron con los suyos, en medio de aquella noche, un olor a tierra mojada inundaba las fosas nasales mientras una lámpara en medio de el parque alumbraba parte de sus rostros. Eso permitió a BeomGyu ver los labios del desconocido curvarse mientras estiraba su mano libre.

— Soy Choi SooBin. Mucho gusto, BeomGyu.

Y estrecharon sus manos. BeomGyu se dio cuenta de que las manos de SooBin eran muy delgadas, los huesos se sentían exageradamente, tenía una sensación cálida pero a la vez vacía. BeomGyu odiaba no poder explicar cosas, así como no podía explicar el sentimiento que tuvo en ese momento. Entonces se soltaron y volvieron a su posición inicial.

— Lindo nombre, SooBin hyung.

— Lo sé, y no me digas hyung, me haces sentir más viejo de lo que aparento después de que pensaste que tengo veintidós.

Esta vez, quien levantó un poco las comisuras de sus labios fue el castaño, totalmente fascinado con SooBin. Quería saber más de él, escuchar sus opiniones acerca de temas al azar, verlo sonreír más seguido, que lo viera con esos oscuros ojos.

El cigarrillo de SooBin se terminó, lo tiró al suelo para apagarlo y luego botarlo en el cesto de basura, sacó otro de su cajetilla. Era el tercero y contando.

— ¿Otro?

— Sí, ¿por qué?

— Fumar tanto te va a matar. ¿A caso quieres morir?

— Creo que sería interesante experimentarlo — dijo el mayor encendiéndolo y empezando a consumirlo para soltar finalmente el humo por sus labios mientras cerraba sus ojos lentamente, todo era un patrón que se repetía en círculos.

¿Cómo es que SooBin podía pasar de ser alguien altanero a alguien... Así?

— Nadie quiere morir, no digas tonterías.

— ¿Quién dijo que yo no?

El menor notó de inmediato su descontento, y BeomGyu no era alguien que le gustara iniciar discusiones, mucho menos en conversaciones así donde su intención era totalmente la contraria.

BeomGyu se encogió de hombros, intentando dar por terminado el tema —. Eres muy joven, es todo.

— Que sea joven no quiere decir que deba evitar esos pensamientos, solo porque alguien más lo dice —murmuró el mayor, esta vez mostrando fastidio y tal vez enojo en su voz, cosa que BeomGyu no pasó por alto. ¿Se había enojado sólo por eso? Pasó saliva con fuerza.

— No fue mi intención...

— No me conoces, no te conozco, no seas de esas personas que quieren cambiar la mentalidad de otras, créeme que ya conozco suficientes — atacó SooBin.

Las campanas sonaron y de inmediato Choi mayor se levantó de el columpio para, con pasos rápidos, alejarse de una buena vez. Sin siquiera despedirse, de nuevo.

BeomGyu se sintió algo mal, tal vez SooBin tenía razón. Ellos no se conocían y no por que le pareciera una persona interesante debía meterse en sus asuntos.

De no ser por solo conocer su nombre, eran completos desconocidos.


strawberries & cigarettes  ☆ soogyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora