El día siguiente transcurrió de manera normal, exceptuando el terrible dolor de cabeza que sufrieron ambos chicos debido a las bebidas que tomaron la noche antes; por suerte SooBin contaba con aspirinas a la mano y ambos se pudieron recuperar a lo largo del día. BeomGyu avisó por mensaje a su madre que llegaría esa noche a casa para que no se preocupara, sin embargo ella ni inmutada estaba de su ausencia.
Durante la tarde, BeomGyu tomó un baño y se vio en la necesidad de usar ropa de SooBin ya que no tenía otra. Según el mayor lucía adorable con esa playera dos tallas más grande mientras BeomGyu rodaba los ojos y se acomodaba en el regazo contrario en busca de comodidad. SooBin se sentó en la cama y BeomGyu en sus piernas rodeando completamente al peliazul.
— No pesas nada. Deberías comer más — comentó SooBin mientras frotaba suavemente su nariz con la de BeomGyu —. ¿Quieres ir a cenar? No hemos comido y tengo un poco de dinero.
El menor hizo un pequeño ruido en forma de quejido —: Estoy muy cómodo aquí...
— Está muy cerca. Vamos, ¿sí? Hay que comer, Beommie.
El menor se separó del rostro de SooBin y después de asentir y plantar un beso sobre los labios ajenos, se levantó del mayor y acomodó su ropa. Después de tomar un poco de dinero salieron de casa y se dirigieron a McDonald's a comprar dos hamburguesas. Regresaron en cuestión de quince minutos acompañados de una plática sobre porqué la leche de plátano es mejor que la de chocolate.
Las llaves abrieron la puerta y tras tomar los vasos y un jugo de mango que había en el refrigerador, se pusieron a comer alegremente.
— ¡Y JongSeong se cayó tan pronto se sentó en la silla! — SooBin soltó una carcajada tras los pequeños relatos que el menor le contaba que vivía en la escuela.
— Ah... Extraño la escuela — mencionó el mayor dando una mordida a la carne que sobresalía del pan.
— ¿Hace cuánto que no vas?
— Creo que desde los... — contó con los dedos de su mano derecha —. Trece.
BeomGyu abrió la boca de asombro y elevó sus cejas —. ¿Por qué dejaste de ir?
SooBin resopló —: Mi padre no podía pagar los gastos básicos, mucho menos una colegiatura. Yo sobrevivo básicamente de una herencia que me dejó mi abuela al morir, además, a veces cubro a gente en una tienda cerca de la tienda de útiles escolares. El dueño es un conocido mío y no tiene problema en que lo haga, solo quiere que haya gente que atienda a los clientes. Es lo mejor que tengo, soy muy joven para la edad requerida y ni siquiera tengo estudios, no hay muchas opciones laborales.
— Ya... — sinceramente el menor se quedó sin palabras, pero inmediatamente la expresión de SooBin cambió y le tocó el brazo.
— ¿Te gustaría que te recoja en tu escuela? — preguntó el peliazul de pronto.
— ¿Q-Qué?
— ¡Sí! Yo podría irte a recoger y venir a dejarte a tu casa, sería divertido.
— ¿En serio?
— ¡Por supuesto!
Las orejas de el menor se enrojecieron y asintió lentamente mientras daba otro bocado a la hamburguesa. Realmente le emocionaba la idea, pero... Ahora que lo pensaba, no era buena idea.
— Mejor no...
— ¿Por qué? — cuestionó el mayor.
— Harán preguntas. Todo el mundo preguntará quién eres y no sería bueno quedarme sin respuesta.
SooBin asintió recordando ese pequeño, diminuto detalle.
— Tienes razón.
— Pero aún nos podremos ver en el parque — comentó el menor emocionado.
Siguieron platicando de cosas triviales y, tras una sesión de mimos, el menor se dirigió a su casa, ya era hora de volver después de casi un día entero de ausencia. Tan sólo esperaba que no fuera recibido con un regaño o estaría acabado.
Caminaba por las calles solitarias y se dedicaba a oler la fragancia de las flores que antes vio, esas que soltaban un rico aroma cuando la noche caía.
Entonces, se dio cuenta que SooBin era como esas flores. En el día no llegaba a algo más que hablar de cosas tan simples como su película favorita, escondiéndose o simplemente siendo pasado por alto. Pero en la noche, se abría y hablaba y hablaba de cosas sumamente interesantes a los oídos de BeomGyu, liberándose.
SooBin era como las flores.
Daba ese toque de delicadeza entre ambos chicos, ya que, aunque BeomGyu pareciera ser el delicado y SooBin el fuerte, a veces era lo contrario. El peliazul podía ser tan vulnerable cuando menos se esperaba, derrumbarse ante los recuerdos de su pasado... Y llevarse a BeomGyu junto a él, quien cargaba el peso de ser el soporte de el mayor. BeomGyu no se daba cuenta, pero el estar con el peliazul comenzaba a absorberlo, a hundirse en ese lago de sentimientos encontrados que los atormentaba a ambos. Niveles distintos, situaciones distintas, mismo dolor.
Y es que no llegaba a comprender qué mierda era ese terrible sentimiento en su pecho, él quería ayudar a SooBin, quería ayudarlo a salir adelante con sus problemas, sus pensamientos, su adicción. Pero lograba absolutamente lo contrario y terminaba perjudicándose a sí mismo.
Porque, aunque no nos queramos dar cuenta, ayudar a la gente con la magnitud de importancia que tiene SooBin en BeomGyu era realmente peligroso, para la mente, para el cuerpo y para el corazón.
Él nunca había tenido esa fea sensación de nostalgia en su interior, dormía bien por las noches, se consideraba a sí mismo alguien bueno y tranquilo. Ahora se sentía ahogar, empezaba a despertaba con ojeras bajo sus ojos de tanto pensar en la noche y hasta le faltaba el respeto a sus padres escapándose de casa durante las veladas.
Finalmente llegó a casa tras un pesado suspiro, y encontró a su madre sentada en el sillón.
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strawberries & cigarettes ☆ soogyu
FanfictionA BeomGyu le gustaba ver al chico de mirada triste que salía a fumar sentado sobre aquel columpio, en medio de la noche. "Siempre me dejas queriendo más... Las fresas y los cigarrillos siempre saben a ti." historia de mi autoría. » portada hecha por...