VIII

1.2K 192 69
                                    

Tsumu tenía razón, su madre estaba preocupada.

Más que eso, ella estaba molesta e incluso los esperó fuera de la casa y con los brazos cruzados.

—¿Se puede saber por qué obligar a salir a Rintarou-kun? —Indagó dándole a cada uno de sus hijos un golpe el la cabeza.

—Tenía que buscar mi ropa —Habló Suna—. Mi hermana me ayudó con eso.

—Oh... ¿Y estás bien?

—Si.

Un silencio un poco incómodo.

Haruka abrió la puerta de la casa e indicó con la cabeza para que entraran los tres.

—Vayan al baño y a cambiarse, ya estará lista la cena... Osamu ¿Me ayudarías?

Antes de ir al pasillo donde estaba las habitaciones se detuvo un momento, ella siempre le exigía que la ayudara, nunca se lo pedía. Aunque era un avance, ya lo estaba viendo a los ojos.

—Si, está bien. —Fue su respuesta.

—¡Yo me voy a bañar primero! —Anunció Atsumu corriendo.

—¡Seré yo quien se bañe primero! —Reclamó Osamu.

Sin embargo, su hermano le cerró la puerta en la cara.

—¡Idiota! —Golpeó la puerta.

—¡Déjame en paz!

—¡No griten por toda la casa! —Exclamó su progenitora.

—¡Tú lo estás haciendo ahora! —Respondieron los gemelos.

—¡Yo soy su madre!

—¡Eso es abuso de poder! —Respondió Atsumu.

—¡Que se callen! —Exigió Haruka.

Decidió que lo mejor era no pelear por eso, de seguro sería una ducha rápida.

Cuando entró a su habitación se encontró con su novio observando sus propias cosas. Suna estaba en el suelo sacando algunas camisas, pantalones, zapatos y medias.

Bueno, solo las agarraba, las veía por un momento y las volvía a poner en su maleta.

Osamu entró a la habitación sin hacer mucho ruido, este se sobresaltó un poco. Se vieron por unos segundos y Osamu se sentó a su lado.

Antes Suna ni siquiera hubiese reaccionado tan alerta como en ese momento, simplemente estaría casi acostado en el suelo de la habitación.

Hace mucho que no ve a su novio relajado.

—Puedo hacer un espacio en el armario. —Ofreció Osamu.

—No me gustaría molestar, ya han hecho mucho por mi.

—No molestas.

—Tengo que ver, lo más posible es que sea el uniforme. Necesito ayuda para plancharlo.

—Le podemos pedir ayuda a mi mamá.

Osamu se acercó al otro chico y este se alejó un poco, no fue tan notorio como en el restaurante. Había pasado simplemente un día o más bien dos, pero su novio había cambiado ciertos aspectos de su accionar.

Tenía la misma forma de caminar, la misma mirada, la misma forma de hablar; sin embargo, todavía había una diferencia.

Había algo que simplemente no estaba bien.

Suna seguía centrado en las cosas que su hermana le había entregado, en la maleta había ropa como para un mes.

En el bolso lo que se encontraba eran los útiles escolares, una laptop y su cargador. Suna siguió revisando adentro hasta que tocó una caja de zapatos y lo sacó del bolso con curiosidad.

100 band aidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora