X

1.2K 193 133
                                    

Osamu, Atsumu y Gin se quedaron esperando a Suna fuera del colegio.

Los profesores después de haber ido al gimnasio lo llamaron.

Osamu estaba que se mordía las uñas, tenía su espalda en contra de la pared y tenía sus brazos cruzados.

—No creo que sea algo malo. —Trató de animar su amigo.

—Es un chico que acaba de confesar que es gay. —Recordó Atsumu.

—Eso no es malo. —Dijo Gin.

—Estamos en Japón, lo que siempre nos han enseñado es que no debemos descartar. —Está vez habló Osamu.

Los otros dos chicos guardaron silencio.

—Bueno... Al menos no se vio tan incomodo.

—Porque sabía lo que se venía. —Respondió Osamu.

—Mierda, Samu ¿Puedes ser un poco positivo?

Intercambió miradas con su hermano.

Cuando Atsumu estaba a punto de quejarse, él pudo ver la cabellera castaña de su novio. Suspiró de alivio al verlo caminar tranquilamente hacia ellos.

—Hey. —Fue todo lo que dijo cuando llegó.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron? —Interrogó Atsumu.

—Deja lo metiche. —Dijo Osamu dándole un golpe a su hermano.

—No mucho, me dijeron que donde me estaba quedando porque mi madre llamó a la escuela y...

—¿Qué? —Exclamó con horror Gin interrumpiendo a Suna— ¿Por qué no estás en tu casa?

—Ah, es una larga historia. Para resumir me echaron de casa. —Simplificó Suna.

Gin parpadeo durante unos segundos.

—¿Y tú cómo estás con eso? —Este se acercó incómodo a su amigo.

Suna se encogió de hombros.

—Me estoy quedando a dormir con los Miya. Así que estoy bien.

El otro chico suspiró con cansancio y le dio una palmada amigable en el hombro.

Osamu se fijó en como Suna se tensó un poco y eso Gin también lo notó porque apartó su mano rápidamente. Aunque su amigo mostró una cara rara al ver tal accionar.

—Bueno, sabes que en mi casa también eres bienvenido. —Decidió decir con una leve sonrisa.

—Gracias.

Nuevamente los otros tres se quedaron callados por unos momentos, Suna no suele ser una persona muy amigable que digamos.

—Nos vemos mañana. —Se despidió Gin con la mano y se fue en dirección contraria.

Ellos tres caminaron por las calles, Osamu veía como el sol caía.

Realmente tardaron más de lo que podrían pensar.

Miró de reojo a Suna y se percató de que este lo observaba con atención.

—¿Qué pasa?

—Nada. —Contestó Suna.

Osamu se acercó un poco más a su novio, Suna no se alejó de su tacto.

—¿Realmente no pasó nada?

—Mi madre acusó al equipo de que me gusten los chicos, esa si no me la vi venir. Pensé que ella guardaría eso.

—¿Por qué?

100 band aidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora