XVIII

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—No puedo creer que no te agradaba Komori. —Habló Suna entre risas.

Era el cumpleaños número 20 de Suna y este regresó a Kansai solo para celebrarlo con su novio, aunque eso también incluía a Atsumu en el camino y esa edad también significa que podía beber alcohol de manera legal.

Más que todo era Osamu cuidando a tres borrachos, porque Gin se les incluía en el desmadre.

—Es demasiado amigable con todos. —Fue la respuesta de Osamu.

—Es como Hinata, uno cree que te coquetea; pero la dura realidad es que simplemente estaba siendo amable. —Su hermano ya casi no se le entendía nada de nada de lo que decía.

—Él ni siquiera sabía cual gemelo eras. —Recordó Suna con burla.

—¡Cierren la boca! —Exigió.

—Atsumu siempre será el que tenga el corazón roto. —Comentó Gin con hipidos de la borrachera.

—¡Mira quien habla solterón!

—Yo tengo novia.

Atsumu empezó a chillar molesto mientras trataba de ahogar a Gin con un cojín. El otro chico soltó una carcajada desde el fondo de su alma.

Osamu simplemente rodeó con sus brazos a Suna, su novio apoyó su cabeza en su hombre. Ellos dos estaban en el sillón observando como su hermano cometía su intento de asesinato.

Ver borracho a Suna era una peculiaridad qué tal vez no vería mucho, su novio seguía haciendo comentarios ácidos y burlescos. Más bien no había muchos cambios en su personalidad, más allá de verse más adormecido que de costumbre y dejaba que le hiciera mimos.

Como acariciar su rostro o su cabello.

Hasta se ponía meloso frente a la personas, cuando consciente simplemente le daría la mano y hablaría de lo que sea que estén discutiendo.

Para Osamu estaba bien, le daba igual lo que dijeran de su relación, que si son muy secos, que si son muy fríos o antipáticos; realmente le daba igual, siempre y cuando Suna se sintiera cómodo todo estaba perfecto para Osamu.

Cuando por fin su gemelo y su amigo se quedaron dormidos en la sala, Osamu prefirió que él dormiría con Suna en su habitación.

Dejó todo acomodado para el otro par en la sala y esperaba que su madre cuando llegara no hiciera mucho ruido, aunque eso es casi imposible.

Lo que no esperó es que apenas cerró la puerta de su habitación Suna lo besó en los labios con ferocidad.

Era un beso bastante agresivo, de esos que se devoran y agregando que tienen como cuatro meses que no se ven pues aumentaban las ganas; pero Osamu debía volver a la realidad.

Alejó a Suna de él y lo obligó a dormir en la cama de abajo.

—¿Acaso no lo quieres hacer? Te extrañé. Sentí que pasaron mil años.

—Yo también te extrañé —Osamu besó sus labios con calma y pasó su mano por el rostro de su novio—. Pero no lo haremos cuando estes así.

—Si estoy consiente me dará miedo.

Osamu detuvo su subida de la escalera y ahora si se acostó al lado de su novio.

Pasó sus manos por su espalda y lo acercó más a su pecho, aquellos ojos verdosos que lo enloquecían se quedaron en su mirada.

—Eso no justifica nada.

—Lo siento, no disfrutas nada de esto. —Se disculpó Suna.

—No te disculpes, no tienes la culpa de nada.

100 band aidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora