Por el resto de mi vida

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Por fin el sol salía para iluminar el oscuro cielo sobre Nueva York. Aún continuaban en invierno pero ahora el sol alumbraba en todo su esplendor, traspasando las espesas nubes y dándole vida al frio paisaje.

 

-Sehunnie… Sehunnie…- Canturreaba con suavidad el joven de cabello naranja para despertar al bello durmiente.- Se…hu…nnie…- Daba besos en sus mejillas, tras sus orejas y en el cuello, en sus labios, pero nada.

-¡Auch!- Luhan dio un suave mordisco al labio de Sehun y con eso logró causar una reacción en el menor.- Tan temprano Luhan… ¿y ya quieres jugar?- Dijo un muy sonriente Sehun y abrazó por la cintura al mayor, acostándolo junto a él.- Vuelve debajo de las sabanas… hace frio.- Se aferró más al cuerpo que le proporcionaba calor y dejó que el embriagante aroma de Luhan se impregnara en su piel.

La primera noche que pasaron juntos había sido mágica. La mañana del día siguiente sin embargo, Sehun había despertado con todo el cuerpo adolorido y bueno, sus padres, Len y Luhan, sabían porque. Len se burló de su debilidad y sus padres lo riñeron por andar de calenturiento cuando sabía que debía guardar reposo; Luhan se dedicó a cuidarlo… muy bien… demasiado bien, pero al final el dolor simplemente no se iba.

Para finales de Diciembre, las costillas de Sehun ya estaban en perfecto estado y pudo disfrutar de un muy entretenido Año Nuevo, en compañía de Len y Luhan la mañana y la tarde, con sus padres y Luhan en la noche durante la cena, y a solas con el mayor mientras hacían el conteo regresivo para el final del año y el inicio del siguiente. Su vida ahora había cambiado, tenía todo lo que algún día deseó y eso lo hacía feliz.

Ambos jóvenes decidieron que regresarían a Corea para mediados de Enero, unos días después de que las clases iniciaran. La tarde del 1 de Enero, Sehun recibió una sorpresa que tenían preparada sus padres.

-Cuando vuelvas a casa hijo… puedes decorarla como quieras.- Había dicho su madre sonriente.

-Aquí están las llaves.- Dijo su padre y le entregó un llavero azul brillante con dos llaves colgando de él.

-Tengo llaves de la casa. O… ¿acaso cambiaron la cerradura?- Sehun estaba inquieto por la situación y Luhan permanecía a su lado, igualmente curioso.

-No, no. Vendimos la casa Sehunnie.- Su mandíbula casi cae al piso.- Tus cosas fueron llevadas a tu nuevo departamento.- Su corazón dejó de palpitar y Luhan tuvo que recordarle que respirar era vital para su salud.

-¿Mi-mi departamento?- Tartamudeó aun sorprendido y sus padres estallaron en risas suaves y afectuosas.

-Ya estas bastante grande Sehunnie. Eres todo un hombrecito…- Su padre le hizo un guiño y de repente el doble sentido de esa frase se hizo evidente tanto para él como para Luhan y ambos bajaron la mirada avergonzados.

-Me quedaré a vivir aquí con tu padre…- Sus ojos rápidamente encontraron los de su madre.

-¿Cómo?- Dijo estupefacto y sus padres suspiraron con tristeza.

-Hijo… es lo mejor…ahora tú tienes a Luhan… ya has empezado a formar tu vida hijo… con el tiempo tu padre y yo solo seremos obstáculos para ti.- Ambos esposos se tomaron de las manos con cariño y les dedicaron sonrisas cálidas.

-No digan eso…- Luhan interrumpió el silencio.- Nunca serian un estorbo… ustedes me han aceptado en sus vidas… nos han dado su apoyo, no serían jamás un estorbo.- Su voz era suave y triste a la vez, las palabras que decía eran sinceras y quería que así sonaran.

El Peor Día De Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora