04 ; Violence

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La oscuridad de la habitación me envuelve, una prisión sin esperanza ni escape. Mi corazón late frenéticamente en mi pecho, como un tambor que anuncia mi miedo y mi desesperación. Las cuerdas ásperas que mantienen mis manos atadas detrás de mi espalda me recuerdan mi impotencia, mi vulnerabilidad.

Intento gritar, luchar contra las cuerdas que me aprisionan, pero mi voz queda atrapada en mi garganta, sofocada por el miedo. Mis pulmones se llenan de aire, pero ningún sonido emerge de mis labios. Los intentos de liberarme son en vano, mis manos permanecen inmovilizadas, y mi angustia aumenta.

Las paredes parecen cerrarse sobre mí, la habitación se convierte en un espacio cada vez más claustrofóbico. 

Cierro los ojos con firmeza, luchando por controlar mi respiración y apaciguar mi mente. La ansiedad y la incertidumbre acechan, listas para abrumarme, pero me obligo a concentrarme en idear una manera de liberarme. Sin embargo, incluso si logro escapar, ¿A dónde iría? ¿Qué haría? Si llegara a tener que luchar, es evidente que Tom tiene una ventaja de fuerza sobre mí.

La rabia se mezcla con el miedo, formando una determinación feroz que arde en mi interior. Empiezo a moverme con cautela, sintiendo la textura de las cuerdas contra mi piel, buscando cualquier debilidad en su agarre.

El tiempo sigue siendo incierto en esta prisión de oscuridad, pero mi voluntad de resistir es inquebrantable. A medida que sigo luchando, siento que las cuerdas ceden levemente. Una pequeña chispa de esperanza se enciende en mi pecho, y aunque la tarea es difícil y dolorosa, no estoy dispuesta a dejarla apagar.

Mis dedos entumecidos trabajan con una tenacidad feroz, mi mente enfocada en un solo objetivo, sacarme estas ataduras y liberarme de esta pesadilla.

Y entonces, en un momento que parece eterno, siento que las cuerdas ceden finalmente. Un suspiro ahogado de alivio escapa de mis labios mientras mis manos se liberan. Estoy libre, pero la habitación sigue siendo un enigma.

La puerta cruje al abrirse, y un escalofrío recorre mi espalda mientras la figura de Tom entra en la habitación. Mi liberación ha sido descubierta, y su presencia es como una sombra siniestra que oscurece aún más la incertidumbre que me rodea.

Antes de que pueda tomar acción, su puño se lanza hacia mí, impactando con contundencia en mi abdomen. El dolor me arranca un jadeo y me inclino hacia adelante, mi cuerpo respondiendo al golpe repentino. Mis manos se posan de manera instintiva sobre mi vientre mientras escapo un gemido, y me encuentro en estado de shock ante la agresión totalmente inesperada.

Pasaron segundos y la voz de Tom se elevó, cargada de una furia apenas contenida.

—¿Qué demonios te sucede? ¿Qué parte de obedecer no logras entender? Maldita desgraciada—sus palabras me alcanzaron como un eco distante mientras luchaba por controlar su enojo.

Después de un momento, comenzó a disculparse. Mi cabeza se giró hacia él, mareada por la combinación de dolor físico y emocional.

—Lo siento, Bella. No debería haber actuado así. No tenía razón para enfadarme de esa manera. Nunca fue mi intención lastimarte—dijo acercándose y acariciando mi espalda.

Sus disculpas resuenan en el aire, y aunque las palabras son un bálsamo para el dolor físico, no pueden borrar el miedo y la confusión que siento. Mi mente se tambalea entre el deseo de huir y la necesidad de comprender lo que está sucediendo.

Mi respiración es irregular, mezcla de miedo y ansiedad, mientras mis ojos permanecen fijos en él. Aunque su expresión parece arrepentida, no puedo ignorar el hecho de que me ha golpeado.

—¿Por qué?—mi voz sale débil y temblorosa, pero no puedo evitar preguntar.

Tom me mira, sus ojos oscuros parecen contener una tormenta interna. La lucha en su mirada es palpable, y aunque sus palabras son pausadas, sus ojos revelan más de lo que está dispuesto a decir.

—No debí haber reaccionado así. Fue...tu culpa. Yo no quería lastimarte. Por favor, entiende que no era mi intención—

La confusión se mezcla con el miedo mientras proceso lo que estaba diciendo. Mi mente busca una pizca de verdad en las palabras burdas que salían de su estúpida boca.

El silencio se cierne entre nosotros, cargado de tensión y preguntas sin respuesta. Mi mano se posa instintivamente en el lugar donde su puño impactó, una prueba tangible de la realidad de la situación.

Con mis brazos nuevamente atados detrás de mi espalda, me encuentro siendo levantada como si fuera una princesa en brazos de Tom. La confusión y el miedo se mezclan mientras intento procesar lo que está sucediendo. Mis pies no tocan el suelo mientras me lleva fuera de la habitación que se convirtió en mi celda por un tiempo.

Mis ojos se abren sorprendidos al ver la magnífica mansión que se extiende ante mí. Cada detalle exuda riqueza y sofisticación, y no puedo evitar pensar que este lugar podría ser su hogar.

Cautiva en sus brazos, siento una mezcla de emociones contradictorias: el miedo por lo que ha sucedido y la extraña sensación de estar en un entorno que contrasta drásticamente con la situación que acabo de experimentar.

Nos dirigimos a la cocina, la presencia de Tom, aunque abrumadora, parece haber cambiado de alguna manera. Aun así, el nudo en mi estómago no desaparece.

Con gentileza, él me acomoda en una silla, mi cuerpo aún rígido por la tensión que ha llenado este día.

Tom se pone a cocinar, y observo en silencio mientras se mueve con confianza alrededor de la cocina. La mezcla de aromas se cierne en el aire, una distracción momentánea de la confusión y el miedo que me rodean. Mi mirada se posa en sus manos hábiles, preparando la comida con un cuidado que parece desmentir la agresión anterior.

Finalmente, la comida está lista, y mi corazón late un poco más rápido cuando veo que toma un pedazo y se acerca a mí. La atención se centra en mis manos atadas, y aunque una parte de mí se rebela contra la idea de ser alimentada como si fuera una niña pequeña, la sensación de hambre es más fuerte.

Él coloca el pedazo de comida frente a mis labios, y después de un momento de duda, abro la boca para aceptarlo. El sabor de la comida es exquisito en mi lengua, pero la sensación de vulnerabilidad que siento es aún más poderosa. Mis ojos se encuentran con los suyos, buscando respuestas en su mirada.

Es difícil entender su motivación, su cambio repentino de comportamiento. La dualidad de sus acciones, desde la agresión hasta el gesto aparentemente amable de alimentarme, solo aumenta mi confusión.

El tiempo se desvanece en una nebulosa de incertidumbre mientras sigo comiendo, un bocado tras otro. Cada mordisco es una mezcla de sabores y emociones, y no puedo evitar preguntarme qué juego está jugando Tom y cuál es su propósito detrás de todo esto. Mis manos atadas simbolizan mi impotencia, pero también alimentan mi determinación de descubrir la verdad detrás de su obsesión y encontrar una forma de liberarme de este laberinto en el que estoy atrapada.

PSYCHO ; TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora