06 ; Control

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Caí en un sueño profundo. Sin embargo, mi descanso no fue duradero, ya que al día siguiente fui despertada abruptamente por el sonido de alguien entrando a mi habitación. 

Mis ojos se abrieron de golpe y se encontraron con la figura de un hombre alto y de cabello oscuro. Después de unos segundos, me di cuenta de que era el hermano de Tom y el vocalista de Tokio Hotel, Bill Kaulitz. Su estilo lo hacía absolutamente reconocible. Su presencia imponente llenó la habitación, y el miedo se apoderó de mí nuevamente.

—¡Despierta!—gruñó el chico con un tono cortante, mirándome con ojos penetrantes

—Hoy es un nuevo día y no tenemos tiempo que perder—

Sin un atisbo de amabilidad o consideración, Bill me trató con rudeza y me ordenó que me levantara y me preparara para el desayuno. Sus palabras eran cortantes y autoritarias, y no tuve más opción que obedecer. Me apresuré a arreglarme y a vestirme, sintiendo la tensión en el aire mientras luchaba por contener mis emociones.

Una vez que estuve lista, salí de la habitación y me encontré con Bill esperándome afuera. Juntos descendimos por los pasillos de la mansión en silencio, y pronto llegamos al comedor. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras notaba la presencia de Tom, junto a dos jóvenes que, por lógica, debían ser los otros integrantes de la banda. Junto a ellos, noté que había tres mujeres que también notaron mi llegada.

—Siéntate—ordenó Bill bruscamente, señalando un asiento a mi lado.

El desayuno transcurrió en un silencio incómodo, interrumpido solo por las palabras cortantes de Bill y la ocasional mirada de los otros chicos en mi dirección. Sentí que estaba en un mundo ajeno y aterrador, una pesadilla de la que no podía despertar.

Una vez que el desayuno llegó a su fin, Tom se puso de pie y me indicó que lo siguiera.

—Vamos, no tenemos todo el día—dijo con impaciencia.

Tom me condujo de regreso a mi habitación como si nada hubiera ocurrido, como si la escena en el comedor no fuera más que una breve interrupción en su día. Una vez dentro, cerró la puerta detrás de nosotros y me miró con ojos que irradiaban seriedad.

—Vístete adecuadamente. Tienes un desfile hoy—dijo de manera tajante.

Confundida por su cambio de actitud y sus comentarios sobre mi agenda, no pude evitar preguntar.

—¿Cómo sabes sobre mi agenda de modelo?—

Tom se cruzó de brazos e impaciente me respondió.

—He averiguado todo sobre ti. Tus horarios, tu vida. Así que asegúrate de actuar normal. Y recuerda, cualquier cosa fuera de lugar, cualquier movimiento extraño, lo sabremos al instante—

Sus palabras fueron acompañadas de una advertencia clara y contundente. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda mientras entendía que estaba atrapada en un juego peligroso del que no podía escapar fácilmente.

—No juegues con fuego, Bella. No querrás descubrir las consecuencias—añadió con una amenaza velada en su tono.

Mis manos temblaron mientras me vestía, tratando de procesar la información que Tom había revelado. ¿Cómo podía saber tanto sobre mí? ¿Cómo había logrado infiltrarse en mi vida de manera tan profunda y perturbadora? Las preguntas se amontonaban en mi mente, pero me di cuenta de que no tenía más opción que seguir adelante, al menos por ahora.

Tom abandonó la habitación, dejándome con una mezcla de temor y ansiedad. Respiré profundamente y me dirigí al baño, necesitando un momento para aclarar mi mente y prepararme para lo que venía. La ducha fue reconfortante, aunque no lograba sacar de mi cabeza la imagen de la amenaza velada en los ojos del chico con trenzas.

Una vez fuera de la ducha, me vestí con la ropa que había dispuesto. La sensación de estar controlada por fuerzas ajenas era aplastante, pero sabía que no tenía otra opción más que cumplir con las demandas impuestas sobre mí.

Justo cuando pensé que podría estar sola por un momento, la puerta se abrió de golpe y Tom entró a la habitación. La vista de él me llenó de un miedo inmediato y visceral. Traté de evitar su mirada, manteniendo mis ojos en cualquier lugar excepto en él.

—Seguirás mis instrucciones al pie de la letra. Hoy es solo el comienzo, Bella. ¿Escuchaste bien?—

Pero Tom no parecía dispuesto a permitirme ignorarlo. Se acercó a mí con pasos rápidos y decididos, y antes de que pudiera reaccionar, sentí su agarre firme en mi cuello. Su mano me obligó a girar la cabeza, forzándome a encontrarme con su mirada intensa y penetrante.

—Mírame cuando te hablo—dijo en un tono que no admitía discusión.

El temor se apoderó de mí mientras luchaba por mantener la compostura. Sus ojos oscuros y penetrantes parecían traspasar mi alma, y me sentí como una presa atrapada en su mirada. No sabía qué esperar de él, qué tipo de volatilidad o manipulación podía surgir en cualquier momento.

—De ahora en adelante, obedecerás mis órdenes sin cuestionar, te guste o no—declaró con una autoridad aplastante.

Asentí con la cabeza, incapaz de articular una palabra. La presión de su mano en mi cuello disminuyó ligeramente, pero no se apartó. Su proximidad me dejó sin aliento, y la sensación de estar a su merced era abrumadora.

—Eres mía, Bella. Recuérdalo—dijo en un susurro que resonó en mis oídos.

Mis emociones se agolparon dentro de mí mientras trataba de procesar la complejidad de la situación. Era como si estuviera atrapada entre fuerzas opuestas, cada una más peligrosa que la anterior. Tom finalmente liberó su agarre y se alejó, mi cuello aún sentía la presión de su mano.

Después de un momento, Tom abandonó la habitación, y un suspiro de alivio escapó de mis labios mientras me recostaba en la cama, intentando calmar mi agitada respiración. No podía negar que su presencia ejercía un poder extraño sobre mí, uno que me aterraba y me atraía a partes iguales.

Pasaron unos minutos, y cuando la puerta se abrió nuevamente, me encontré con un Tom que parecía haberse transformado por completo. Vestido elegantemente, su apariencia era un reflejo del hombre seguro y atractivo que había conocido en el desfile. 

La confusión se apoderó de mí mientras trataba de reconciliar la imagen del hombre que me había sometido minutos antes con esta nueva versión. Era como si estuviera lidiando con dos caras distintas de la misma persona, ambas igualmente aterradoras en su propio sentido.

—Es hora de irnos, princesa. No querrás hacernos esperar—dijo con un tono cálido mientras extendía su mano hacia mí.

Tragué con dificultad, luchando por recuperar mi compostura mientras tomaba su mano. La conexión física solo aumentó mi nerviosismo, pero sabía que no tenía más opción que seguir adelante. 

Descendimos juntos por los pasillos, la mansión, una vez más, estaba llena de vida mientras el murmullo de voces y risas resonaba desde el comedor.

Al entrar en el comedor, la tensión en la habitación era palpable mientras todos los ojos se posaban en mí, y el aire estaba cargado con una atmósfera opresiva.

Tom tomó mi cintura con delicadeza, y una vez más me vi rodeada por esta banda y las tres mujeres que, imagino, habrían sido llevadas a este extraño juego al igual que yo. 

—¿Qué están esperando? Vámonos—dijo con un tono de mando.

Los hombres asintieron mientras cada uno miraba su respectiva acompañante. Salimos de la opulenta mansión y nos dirigimos hacia una lujosa limusina que nos esperaba.

PSYCHO ; TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora