09 ; Raped

951 55 4
                                    

—T-Tom...—susurró ella entre jadeos, mientras mis besos le causaban espasmos.

Saber que yo era su único dueño era algo que me encantaba. Manteniéndola debajo de mí, retiré mi camisa y la arrojé a la habitación. Sin prestar atención a sus súplicas, desabroché sus pantalones y los quité, revelando sus bragas.

—¡Detente, te lo suplico, Tom!—rogó con desesperación.

—Te lo implor...—sus palabras se interrumpieron por un gemido que escapó de sus labios.

Una de mis manos la mantenía inmovilizada, mientras la otra bajaba hasta su intimidad, mi tacto encontró el contorno de sus bragas, y su respiración se volvió más profunda al sentir mi toque. Mis dedos exploraron con delicadeza, acariciando la suave tela que cubría su clítoris, empecé a frotarlo suavemente través de las bragas. Cada roce sutil provocaba que ella se estremeciera, mientras sus gemidos llenaban el espacio entre nosotros. La tensión en su cuerpo se traducía en pequeños espasmos.

Deslicé mis dedos por el costado de sus bragas, permitiéndome un acceso más directo, con cada caricia, su humedad aumentaba, y mi pulso se aceleraba al percibir su excitación. Poco a poco, mis movimientos se volvieron más intensos, mis dedos acariciando su clítoris. El gemido que escapó de sus labios fue una melodía irresistible para mis oídos, y en su rostro se formo una expresión bellísima.

Con cuidado, deslicé un dedo en su interior, sintiendo cómo sus paredes se cerraban alrededor de mí, aun estando en contra de mi tacto, sus caderas se movieron instintivamente hacia mi mano en busca de más contacto. Siguiendo el ritmo, introduje otro dedo, sintiendo cómo su calor me envolvía por completo.

En medio del forcejeo para evitar mi contacto, Bella dejaba escapar ocasionalmente algún gemido. A medida que sus intentos por frenarme continuaban, noté cómo su intimidad se humedecía aún más, separé sus piernas y bajé mis pantalones junto con mis bóxers.

Mis caricias se dirigieron a su entrada, la punta de mi virilidad rozando contra su humedad, sin previo aviso, me adentré en ella con un solo movimiento, rompiendo cualquier resistencia que quedara, provocando que Bella dejara escapar un gemido. La idea de que ella se sometiera a mí de manera obligatoria aumentaba mi excitación, convirtiéndose en lo que más anhelaba en ese momento.

—Por favor...—murmuró entre gemidos. Las mejillas de Bella se empañaron por sus lágrimas que comenzaban a caer.

La imagen de Bella entregándose a mi, la furia en sus ojos mezclada con la lucha, era un espectáculo que me fascinaba. Cada gemido, cada suspiro, me recordaba que ella estaba bajo mi influencia, que su placer estaba en mis manos.

Continué dando estocadas, liberando algún que otro gruñido por el placer que esto me proporcionaba. La sensación de sus paredes estrechas era una fuente de satisfacción inigualable. El hecho de ejercer un control absoluto sobre ella y su cuerpo aumentaba mi excitación, a pesar de sus intentos por resistirse. Mi superioridad física hacía que cualquier intento de oposición por su parte fuera en vano, dejándola completamente rendida a mi.

Mantuve el ritmo de mis embestidas intensas, aferrándome a sus caderas, sintiendo todo el placer en mi erección. A medida que continuaba, noté cómo el clímax se aproximaba, una oleada de sensaciones eléctricas y un aumento en la tensión que recorría mi cuerpo.

Cada pulsación de placer recorrió mi espina dorsal, haciendo que mi cuerpo temblara, culminando en un estallido de satisfacción, haciendo que soltara un gemido. Mi cuerpo se relajó gradualmente, y una sensación de serenidad me invadió. El placer me envolvía como un manto cálido, y mi respiración comenzó a normalizarse.

Mientras mi cuerpo sudado rozaba con el suyo en un movimiento rápido, Bella logró liberarse de mi agarre y me pateó, apartándome de ella.

—¡Eres un monstruo!—exclamó, su voz temblorosa y las lágrimas brotando de sus ojos.

-No tienes elección en esto, era algo inevitable, Bella-respondí con frialdad, mis palabras resonando en el aire mientras me alejaba de ella por completo.

Giré en silencio y me encaminé hacia el baño de mi habitación. Bajo el chorro de agua, dejé que las gotas recorrieran mi piel, arrastrando consigo la tensión que había acumulado. Al salir de la ducha, me envolví una toalla alrededor de la cintura y regresé a mi habitación.

Mis ojos se posaron en Bella, que dormía en el suelo junto a mi cama, sus mejillas aún húmedas por las lágrimas. Con delicadeza, la levanté, procurando no interrumpir su sueño, y la acomodé con suavidad en mi cama. La arropé con cuidado, asegurándome de que estuviera cómoda. Después de cambiarme, me tumbé a su lado y caí en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, desperté por mi cuenta. La habitación estaba envuelta en una tranquila calma, y Bella seguía sumida en un profundo sueño. Decidí no interrumpirla; sabía que necesitaba descansar después de todo lo que había pasado. Me levanté con precaución, tratando de hacer el menor ruido posible y me dirigí hacia la puerta de mi habitación.

Bajé las escaleras y llegué a la cocina, donde encontré a mi hermano sentado a la mesa, tomando una taza de café.

—Buenos días, hermanito. Parece que has madrugado hoy—dijo con una sonrisa sarcástica mientras me servía una taza de café. No le respondí, solo tome la taza de café.

—Se que ya hablamos sobre esto pero, se me hace extraño, ayer te vi bastante alterado en la fiesta. ¿Qué te pasó realmente?—preguntó Bill, mirándome fijamente.

Suspiré, y fruncí el ceño.

—Ya te respondí. No me gustó ver a otros tipos cerca de Bella. Me irritó, eso es todo—respondí, intentando sonar casual.

Bill arqueó una ceja, claramente escéptico.

—Otra vez te pregunto, ¿Desde cuándo te importa lo que hagan estas putas?—

Evité su mirada, sintiéndome incómodo con su escrutinio.

—Es complicado, Bill—

Bill se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras.

—Tom, no dejes que eso nuble tu juicio. Recuerda por qué estamos haciendo todo esto en primer lugar—dijo en tono serio. A lo que yo asentí.

—¡Dios! Lo sé Bill—respondí, mi voz firme.

Bill asintió, pareciendo satisfecho con mi respuesta.

—Bueno, solo asegúrate de que no afecte nuestra situación. No necesitamos más complicaciones de las que ya tenemos—advirtió.

Después de terminar el café, me levanté de la mesa y miré a Bill.

—Voy a subir a ver cómo está Bella—dije, tratando de sonar despreocupado.

—Está bien. Y recuerda, mantén la cabeza fría, Tom. No dejes que tus emociones te dominen—me recordó con seriedad.

Asentí una vez más, suspirando. Luego me dirigí hacia las escaleras y subí hacia mi habitación.

Al entrar, vi a Bella aún durmiendo en la cama. Se veía tranquila en su sueño, y no quería perturbarla. Me acerqué con cuidado y me senté en el borde de la cama, observándola por un momento. Su rostro reflejaba la serenidad que raramente veía en ella, y por un instante, olvidé todo el caos y la oscuridad que nos rodeaba.

Decidí darle un poco más de tiempo para descansar. Me levanté con suavidad y salí de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Bajé nuevamente las escaleras y me encontré con Bill en la sala de estar.

—¿Cómo está?—preguntó Bill, mirándome con curiosidad.

—Sigue durmiendo. Creo que necesita más tiempo para recuperarse—respondí.

—Está bien, dale el tiempo que necesite. Mientras tanto, podemos seguir trabajando con cosas de la banda—propuso el.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 31, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

PSYCHO ; TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora