05 ; Obey

1K 56 0
                                    

Una vez que terminamos de comer, el ambiente en la cocina cambió ligeramente.

Tom comenzó a hablar, aunque su charla estaba cargada de coqueteo y ambigüedad. Cada palabra suya parecía tener un doble significado, y yo respondía de manera seca, tratando de mantener distancia y ocultando el temor que me había dejado marcada por dentro.

Sin embargo, mi intento de mantener la guardia alta no pareció disuadir a Tom. Continuó con su actitud seductora, como si el comportamiento violento que había mostrado antes no fuera más que una fachada momentánea. Me esforcé por mantenerme firme, recordándome constantemente que estaba tratando con alguien que era capaz de cambiar de una forma desconcertante.

De repente, como si estuviera siguiendo un patrón extraño, Tom me tomó en brazos nuevamente como una princesa y me llevó por los pasillos hasta la puerta de una habitación. El nerviosismo me invadió mientras observaba cómo abría la puerta para revelar una habitación que superaba cualquier cosa que hubiera imaginado. Era inmensa, lujosa y cuidadosamente diseñada en cada detalle.

Me dejó en el suelo con suavidad, pero la sensación de estar atrapada se intensificó al comprender que esta sería mi nueva prisión.

Ya sin ninguna atadura en mis manos, escuché sus palabras con una mezcla de miedo y confusión mientras explicaba las reglas. Las ventanas y puertas estarían trabadas, y solo podría salir si me "portaba bien".

Miré alrededor de la habitación, adornada con lujos. Un armario rebosante de ropa de diseñador se alineaba en una pared, y un tocador lleno de productos de belleza y joyas se encontraba cerca. El contraste entre el esplendor y la opresión era casi surrealista.

El silencio pesado se interponía entre nosotros mientras procesaba lo que acababa de oír. Mi mente estaba en un torbellino, tratando de comprender la realidad de la situación. 

Tom observó mi reacción con un dejo de expectativa en su mirada. Su sonrisa arrogante y enigmática solo aumentaba mi incomodidad. No sabía qué le había llevado a esta obsesión por mí, pero estaba decidida a luchar por mi libertad, incluso si eso significaba jugar según sus reglas retorcidas por el momento.

Tom se despidió de manera sorprendentemente dulce, aunque eso solo aumentó la confusión que sentía.

Me dijo que tratara de descansar, mientras cerraba la puerta, pude oír cómo trababa la cerradura desde afuera. Quedé sola en la habitación, rodeada por la opulencia que contrastaba con mi situación.

No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a explorar la habitación, tratando de entender el alcance de mi confinamiento. Inspeccioné cada rincón, cada mueble, buscando algún indicio de una manera de escapar. Cada ventana, cada puerta, estaba asegurada. El sentido de encierro se volvía cada vez más agobiante.

Me senté en el borde de la cama y traté de calmarme, pero las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Solo con 20 años, toda una vida por delante, ¿Cómo había llegado a esto?

Mi mente luchaba por comprender la ironía y la crueldad de la situación. Mi vida había sido monótona y quizás predecible desde que me mudé de la casa de mis padres para perseguir una carrera en el mundo de la moda. Pero esto estaba más allá de cualquier escenario que hubiera imaginado.

En medio de la angustia y la incertidumbre, percibía un latido de vida, una sensación intensa de estar verdaderamente viva. Había algo en la singularidad de esta situación que me hacía sentir más viva que nunca.

PSYCHO ; TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora