4: Sabor a dilema

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Cuando regrecé a mi casa abrí las ventanas de mi cuarto y saludé a mi vecina, ella estaba metiendo ropa y objetos en cajas. La miré por un rato, ella tenía cuarenta y vivía junto con su esposo, ellos no podían tener hijos así que me malcriaban como si fuera de ellos, era como una tía para mi. 

- ¿Se mudan? -pregunté preocupada.  

- Mi sobrino se va a quedar a vivir con nosotros -dijo contenta mientras preparaba la cama y limpiaba la habitación. - ¿Piensas que le gustará vivir con nosotros? -preguntó preocupada mientras me miraba. 

- Seguramente le encantará, ustedes son buenas personas. -dije sonriendo y ella me devolvió la sonrisa. 

- Tiene tu misma edad, seguramente se van a llevar bien. Hace muchos años que no lo veo, solo recuerdo cuando era un bebe y usaba pañales. 

  Marita, mi vecina, era una persona elegante y femenina. Ama usar collares de perlas o vestidos con sombreros cuando es verano. Ella tiene los ojos celestes y su cabello es rubio y corto, es alta y delgada, toda una dama. 

   Prendí mi computadora y me puse a escuchar musica mientras acomodaba mi habitación, me tiro en mi cama y me quedo dormida. Pero al día siguiente cerca de las once de la mañana siento ruidos extraños de la casa de Marita, abro mi ventana y allí está un chico acomodando unas cajas.

    Era un chico alto y delgado, su cabello era color azabache y los ojos eran de un color ambar.  Maldecía en voz baja y acomodaba sus cosas con mala gana. El tenía un tatuaje en su brazo y un par de aritos en una de sus orejas ; estaba vestido con ropa de gimnacia color gris. 

- ¿N-necesitas ayuda? -le grité timidamente desde mi ventana. 

  El se giró y me miró con mala cara, luego siguio acomodando sus cosas ; me sentí totalmente ignorada. Suspiré y me di por vencida, cerré mis ventanas y me acosté en mi cama mientras pensaba lo diferente que el era a su tía Marita. 

    Me levanté sin haberme vuelto a dormir, me fui a bañar y luego entré a mi cuarto. Se ve que el también había salido de bañarse porque los dos estabamos con una toalla en la cabeza, el llevaba su cepillo de dientes en su boca.  Le saqué la lengua y el quedo sorprendido, me miró con una cará picara  y se acercó a la ventana.

- ¿Eres de esas que quieren tener la atención de su nuevo vecino? -dijo mientras apoyaba sus brazos en el marco de la ventana.  

- ¿Es broma? yo solo te quería ayudar con la mudanza, no me pareces atractivo. -dije mientras apoyaba mis manos en el marco de mi ventana. 

   El me miró curiosamente y estiró su brazo, yo también lo estiré y nos pudimos dar cuenta de que nos llegabamos a tocar de lo tan cerca que estaban nuestras casas. 

- Acosadora. -dijo el con una sonrisa. 

-  Pervertido -dije contestandolo. 

  El rió, se dió vuelta y se tiró en su cama para luego prender la televisión. Yo me rendí y me quedé en mi computadora mientras miraba como se la pasaba de vago mientras yo hacía tarea.  Suena mi celular y es Scott ¿Qué quiere?

- Hola, ¿Tienes pareja para biologia? -me preguntó.

- No, yo había faltado ese día ¿y vos?

 - Somos los únicos dos que faltamos, ¿puedo ir hoy a tu casa a hacer el trabajo?

   Me quedé muda, no sabía que responderle así que le dije, el me agradeció y quedo que a las cuatro iba a venir. Colgué la llamada y escuché el ruido de una guitarra como si estuviera en mi oído, abrí la ventana. 

- ¿Puedes bajar el volumen? - le grité tratando de que me escuchara pero el seguía tocando su guitarra. 

  Maldecí a mi nuevo vecino, cerré la ventana y me puse mis auriculares para perderme de este mundo. 

Sabor a sandía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora