12: Sabor a deseo

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Gracias por todos sus comentarios, realmente me motivan a seguir la historia :)

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Él- Kevin

Me quité mi remera y me puse una camisa violeta oscura, la observé por un momento desde mi ventana, allí, leyendo el pasado y esperando un futuro que no sera conmigo; es horrible escuchar las campanas de una boda cuando no eres el que dirá el “si”. Me sorprende como una confesión, como un viejo amigo, como unas cartas pueden cambiar todo, todo lo que has vivido.

   Si tan solo se diera cuenta que lo único que hace él es engañarla, ilusionarla y enredarla entre cables invisibles para que se tropiece y caiga; si tan solo supiera que yo le puedo dar mas que una carta del pasado, le puedo dar un futuro, conmigo a mi lado. Pero no, ahora ya no escucho sus risas ni sus molestos enojos de adolescente, ni puedo oler su perfume a jazmín.

Abró mi ventana y todo se torna gris como el cielo, sus miradas ya no son las mismas, pero tampoco quiero confundirla, no quiero decirle “ te amo” cuando el momento ya paso y se lo que respondió. No puedo odiarla porque antes de todo, ella me hizo amarla, hizo cambiar el tema de mis canciónes por algo de amor.  Pero quiero perdonarme porque a veces mi corazón se va con Kiria, se va y no vuelve.

Me pregunto si tan se da cuenta que estoy aquí, deseándola cada día mas, ocultando mi necesidad de tocarla otra vez y hablarle como hace tiempo le hable; tal vez soy demasiado lento para entender.

Arrojé una pequeña piedra a la ventana y esperé a que la abriera, y cuando lo hizo la miré, su rostro estaba serio y colorado, estaba seguro de que no quería verme y no era por maldad, porque simplemente le avergonzaba. Extendí mi mano y ella también lo hizo, nos tocamos las yemas de los dedos por unos simples segundos y nos miramos, ella apartó su mano rápidamente.

—     ¿Cómo puedo decirte adiós? —susurró mientras se llevaba su mano a su pecho.

—     Muero por ti. —susurré mientras mis ojos se dilataban.

La miré, traté de acercarme más a su ventana, quería estar allí, con ella; cerré mi ventana y bajé corriendo las escaleras para luego tocar timbre en su casa y para que ella me abra la puerta. Cuando la abrió, la abrasé fuertemente mientras trataba de guardar en mi mente su aroma, su cálida piel, sus reacciones.... Ella.

—     ¿Qué haces Kevin? —susurró ella colorada.

—     Amarte, solo amarte.

Ella soltó un llanto y se aferró a mi, estrujó mi ropa mientras me susurraba miles de gracias y perdones, mientras reconocía que lo nuestro, era algo sin nombre, algo que no se podía llamar “amor”.

Me senté en el sillón y ella siguió aferrada a mi, como un oso, como una persona necesitada; hundió su rostro en mi pecho y lloró por un largo rato hasta que luego se quedó dormida.

—     Kevin... perdón.

—     Calla y duerme.

—     Lo siento, no  te merezco.  Soy una horrible persona.

La agarré de las manos y la miré a los ojos.

—     Yo necesito merecerte, necesito que me merezcas, porque yo te merezco a ti.

—     Quedate aquí. —susurró.

—     Estaré aquí.

Yo sé que en algún lugar de su corazón ella siente algo por mi, yo sé que esta confundida, por su amigo y por Scott, por todo; sé que no puedo hacer nada.

Mi corazón latía rápidamente, el de ella también, y por fin podía disfrutarla aquí conmigo en el sillón de su casa; podía acariciar su cabello y mimarla como se merece, podía decirle cosas al oído y ella me escuchaba.... ya no eran sentimientos que solo los decía a travez de canciones.

—     Estoy confundida...

—     Lo sé.

—     No sé qué pensar, ni hacer.

—     Lo sé.

—     Ayudame.

—     Lo haré.

Pero ahora que todo esta mejor, tengo miedo, miedo que lo que pasará. 

Sabor a sandía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora