14: Sabor a lágrimas

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Narra Xander.

Llovía a torrencial, entre a casa y lo observe sentado en su sofá.

—    ¿Xander, eres tu?

—    Si, ya estoy en casa hermano.

Scott apagó la televisión y se levantó de su asiento, me miró fijamente, observé como se acercaba hasta mi y me daba la bienvenida con un abrazo, lo que me dejó algo desconcertado. No lo abracé, me quedé parado, ahí como un estúpido; Scott me dirigió una mirada que daba miedo y que hacía que me quebrara por dentro, noté que su rostro estaba todo morado, alguien le había golpeado muy fuerte.

—    ¿Qué sucede? ¿Qué te paso? —pregunté preocupado.

—    ¿Por qué le has dicho a Kiria que era gay? —susurró a mi oído, unas lágrimas salieron de sus mejillas ¿Qué estaba sucediendo?— ¿Por qué?

—    ¿Por qué me preguntas esto?

Se separó de mi y me apoyó bruscamente sobre la pared, él había comenzado a llorar, nunca lo había visto tan furioso; yo no entendía nada, pero Scott sabía todo. Trataba de quitarse las lagrimas, mientras yo lo observaba sorprendido.

—    ¿¡Sabes que eso es verdad!? ¡Xander, mírame! —gritó con todas sus fuerzas mientras me sacudía para que lo observaba a los ojos— ¡Me lo he guardado por muchos años, pero ya no más! ¡Soy gay!

Mi cuerpo se congeló por un momento, sentí como si el tiempo se detuviera, sentí que me derretía; Scott estaba rojo y yo creía que moriría aquí, ¿a él le gustaban los hombres? ¿desde cuando?.

—    ¿De qué hablas Scott? —empecé a reír nerviosamente mientras trataba de quitar sus manos de mi— ¿Recuerdas? Tu amabas a Kiria.

—    Amaba hermano, yo de repente empecé a sentir cosas… cosas que jamás quise sentir. —dijo mientras me abrazaba y lloraba en mi pecho como un niño pequeño— ¡Yo realmente no quiero tener estos sentimientos! Sin embargo, con mis compañeros… todo es diferente de cuando estoy con una chica.

Lo abracé fuertemente, jamás había visto a mi hermano de esta manera, jamás me había sentido tan así… en un estado de shock. Debe ser horrible, sentirte tan extraño y saber que lo que sientes esta mal, que lo que piensas y lo que deseas es un camino incorrecto que nadie va a aceptar.

—    ¿Ya se lo has dicho a papá? —susurré y él soltó una carcajada.

—    Si no se lo hubiera dicho no tendría su mano marcada en mi rostro. —dijo con una sonrisa mientras sus lágrimas volvían a salir.

El ruido de unos pasos bajar las escaleras hicieron que nos exaltemos, era nuestro padre que bajaba con su pijama y nos observaba abrazados; cualquier padre, cualquier madre desearía que su hijo ame a una mujer, pero a veces los caminos que les obligan a tomar los hacen descarrilar.

—    Xander, dime que tu tampoco lo eres. —dijo con su voz grave y gruesa, que esta vez sonaba temerosa— dime que no te has contagiado de él.

—    Ser gay no es una enfermedad, padre. ¿Y qué sucede si yo también lo soy? ¿me pegarás al igual que hiciste con Scott?

Un silencio incomodo se hizo en la sala, mi padre me agarró fuertemente de la ropa y me apoyó bruscamente contra la pared, me pegó varías cachetadas mientras oía a mi hermano gritar; no estaba conciente de lo que hacía. Más patadas, puñetazos, más golpes hicieron que cayera al suelo dolorido e inconciente.

¿Por qué la vida es tan dura? ¿Por qué no puedes amar a alguien libremente? ¿Por qué ser diferente es un insulto?

—    Mi rostro duele…  —eso fue lo primero que susurré antes de abrir mis ojos y ver que estaba en un hospital.

Scott estaba al lado mío, noté que sujetaba una de mis manos, al ver que abrió los ojos supe que los moretones habían aumentado; que él, la paso peor que yo.

—    Pensé que te había matado. —dijo mientras soltaba unas lágrimas y se acercaba más a mi— ¿Cómo estás? ¿te duele mucho?

—    ¿Qué sucedió luego de que papá me golpeara? —pregunté con voz ronca mientras lo observaba fijamente— Scott, tu rostro…

—    No ha pasado nada, quédate tranquilo. —susurró mientras fingía una sonrisa, me besó la frente… como lo hacía mamá— todo estará bien.

—    Yo… te apoyaré Scott. —susurré, apenas podía hablar, realmente me dolía todo— no me importa si te enamoras de un chico, yo igual te apoyaré en tu relación.

—    Gracias.

Recuerdo esos momentos en el los que discriminaba a los chicos que les gustaban los hombres, los llamaba débiles y estúpidos; recuerdo que todo lo que había dicho, se me había vuelto en mi contra, ahora yo era el estúpido y el débil.

Pensar que mi hermano esté enamorado de un chico, que se fije en otras cosas cuando va caminando por la calle, y que seguramente se besé algún día en alguien que no tiene curvas ni pechos me hace sentir incómodo. Pero sé que si le pido que borre aquellos sentimientos, ni él ni yo, podremos hacerlo.

Sabor a sandía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora